Freddy Díaz, vocalista de rock: “Castillo fue un improvisado más que terminó siendo un ignorante”. (Eduardo Cavero)
Freddy Díaz, vocalista de rock: “Castillo fue un improvisado más que terminó siendo un ignorante”. (Eduardo Cavero)

Freddy Díaz vive en una pequeña habitación en la cuadra 5 de la calle Tegucigalpa, en el distrito de San Martín de Porres. El espacio cuenta con un baño, una cama, una silla, una silla de ruedas, una radio, dos muletas y dos repisas. En una de ellas guarda una colección de tres mil cassettes, en donde hay grabaciones de programas musicales, álbumes de rock y nueva ola. Todos ellos han sido titulados a mano por él. Y todos llevan su nombre dibujado. Esta es la única distracción que tiene, aparte de ir, eventualmente, a los conciertos de Vaselina Rockabilly, banda de ‘punkabilly’ de la que es cantante. Un grupo de rock que acaba de celebrar 21 años al servicio de la música. Gracias a la particularidad de su voz, se ha ganado un nombre en la música peruana. Está pronto a cumplir 73 años y nos cuenta que esta es la primera vez que habla públicamente sobre la muerte, tema al que ya no le tiene miedo.

Me comenta que la persona de la foto que está en su velador es su madre. ¿Cuánta falta le hace?

Muchísimo, al punto que si te das cuenta es la única fotografía que hay en mi habitación, junto a la de Jesucristo. Ya va a cumplir 12 años de fallecida, víctima de un cáncer a la vesícula. Me hace falta desde el primer día que partió. Éramos muy unidos. Me enseñó todo lo que pudo, siendo lo más importante tener mucha fe en Dios.

Tiene dificultad para trasladarse y sostenerse. En sus conciertos hace un gran esfuerzo para mantenerse de pie.

La gente conoció a Freddy Díaz de pie y así quiero mostrarme cada vez que canto. Sé que debería presentarme en silla de ruedas, pero no lo hago porque me debo a mi público. Siempre digo que cantaré hasta que las cuerdas vocales me lo permitan o Dios disponga una nueva suerte para mi vida.

¿Y esa rebeldía le ha pasado factura últimamente?

Sí, hace poco estaba tomando mi desayuno y, por evitar que mi taza se caiga, me resbalé y golpeé el ojo con el lavatorio. Terminé bañado en sangre y nadie me pudo auxiliar porque vivo solo. En ese momento de desesperación solo atiné a recordar lo que aprendí como boy scout, que era no perder el control y respirar cuatro veces para evitar un posible desmayo. Tuve la suerte de que mi hermano vino después a dejarme el almuerzo y me dio una mano.

Ha luchado muchísimo en su vida…

Desde los 3 meses, amigo, cuando un doctor me desahució y dijo que la hidrocefalia con la que había nacido era mortal. Mi madre me cuenta que me sacaron casi medio litro de sangre del cerebro, algo que a cualquiera mataría en el acto. Pero le agradezco a Dios y, sobre todo a la Virgen María, porque supe salir adelante, a pesar de que muchos dicen que puedo ser idealista por pensar así. Piensan que por mi estado debo estar sentado, cuidándome. Yo me digo, ¿qué aburrido, no? Yo he salido adelante desde que nací y esa ha sido una lucha.

En su vida también ha tenido reconocimientos importantes, ¿cuál cree que sea el de mayor lustre?

Que Green Day nos escogiera para abrir su concierto en el año 2010. Tuve la oportunidad de conversar un rato con Billie Joe Armstrong. Él quería conocerme. Yo sé hablar inglés, pero no lo entendía mucho porque hablaba muy rápido. De todas maneras, fue una gran experiencia para Vaselina, banda a la que estoy agradecido por haberme dado este tipo de momentos. A la fecha, debemos acumular más de 600 conciertos, pero ese ha sido el más importante.

Cada vez que hay alguna protesta salta “Incendiemos el Congreso”. ¿Cuánto los marcó esta canción?

Bastante. Nos abrió muchas puertas y cerró varias (risas). Permitió que nuestro mensaje llegue a muchas partes, incluso fuera de Perú. Es un tema que sacó mucha roncha. Se compuso pensando en la corrupción en la que estuvieron metidos Fujimori, Montesinos y toda esa gente. Me da gusto que la canción se haya quedado en el colectivo social, pero qué pena que aún se siga cantando por las mismas razones por las que fue hecha. En otras palabras, no hemos aprendido absolutamente nada como país.

¿Y qué opinión le dejó la corta gestión de Pedro Castillo?

Yo no considero que Castillo haya sido presidente. Simplemente fue un improvisado más que jugó a ser revolucionario y que terminó siendo un ignorante que no sabía en dónde estaba parado o a quién tenía a su alrededor. Encima, se mandó con un golpe de Estado que, felizmente, recibió la espalda de todos, incluso de los militares y grupos de poder. Eso no se le hace al país y, sobre todo, a la gente que le dio de comer con su voto.

¿Qué espera de los políticos?

A mis casi 73 años, ya nada. Todos nos mienten, roban y engañan. Antes era diferente, porque al menos nos gobernaban personas preparadas o con cualquier título de especialidad. Pero ahora solo tienes que tener cierta edad y ser peruano. Da mucha pena que en vez de avanzar, solo hayamos retrocedido. Creo que me iré de este mundo sin ver un resultado positivo para la sociedad en la que vivimos.

Acaba de tocar el tema de la muerte. ¿Está preparado para recibirla?

Sí. En caso sucediera, me iría feliz porque estoy seguro de que me encontraría por fin con mi madre. Fuimos muy unidos, aunque, sí, admito que le hice algunas cosas negativas. Me acuerdo que le decía que quería que me entierren a su lado y ella bromeaba con decirme “estás loco, si en vida me has fregado tanto, prefiero enterrarte en cualquier jardín” (risas).


AUTOFICHA

Mi nombre es Freddy Oswaldo Díaz Aguilar. Nací un 4 de agosto de 1950. Estudié Contabilidad en la Escuela Americana, música en el Instituto Musical Bach y televisión con radio en el Centro Técnico David Wechsler. Eso me permitió ser locutor en Radio América y Radio Unión”.

“La primera canción que compuse se llamó ‘Pequeña Gladys’. Era una nueva ola que le escribí a una enamorada que vivía en La Victoria. La tocaba con mi primer grupo, Los Titanes de San Isidro, cuando no era mayor de edad. Lamentablemente, nunca la grabamos”.

“La primera canción que compuse se llamó ‘Pequeña Gladys’. Era una nueva ola que le escribí a una enamorada que vivía en La Victoria. La tocaba con mi primer grupo, Los Titanes de San Isidro, cuando no era mayor de edad. Lamentablemente, nunca la grabamos”.




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