Habla en voz alta. Determinante. Mientras conversamos, no deja de mirarme, casi no parpadea. Apasionada. Su corazón y pensamiento atropellan las palabras; toma aire, pero aun así le faltan formas para expresar lo que siente. Emocionada.

Es empresaria y se llama Ética Skura. Es artista plástica y a su primera individual la llama Victoria Regia. En ambos casos el metal es un vaso comunicante. De madre rumana y padre polaco, ella es peruana formada en Israel. “Soy peruana como la papa a la huancaína”, remarca y sobre el origen de su nombre explica que es fruto de un accidente. Todos la llaman “Etel”, que, escrito en ídish –la lengua de los judíos en una parte de Europa–, es el nombre de la abuela rumana. Cuando la inscribieron, por las circunstancias inexplicables del destino, escribieron Ética. Finalmente, una palabra elegante y fuerte, como ella.

La muestra va hasta este domingo en la Galería Indigo, de la Av. El Bosque 260, San Isidro, desde las 11 a.m. e ingreso libre. Está inspirada en la Reserva Nacional de Pacaya Samiria, donde comprendió que quería (y debía) reinterpretar la fragilidad y magia de la naturaleza. Estudió Economía y Administración, pero a los 56 años sigue pensando que lo suyo también es el arte y la literatura. Ya se ilusiona con el primer libro.

-Estudiaste en Israel, donde también conociste a quien luego sería tu esposo y allá nació tu hija mayor. ¿Por qué volviste al Perú?
Veíamos un futuro en el Perú, de hacer el sueño de abrir una empresa tecnológica. Queríamos innovar. Empezamos con la empresa de transformadores, tableros electrónicos. Comenzamos con una mano adelante y otra atrás. Luego trajimos el corte láser, que acá casi no había. Fui descubriendo el metal trabajando en la compañía, cuando se hacían los transformadores. Y cuando vi cómo cortaban el metal, pensaba que eso quería hacer.

"Desde muchos años atrás me encanta ir a los museos, me fascina el arte", dice Etica Skura.
"Desde muchos años atrás me encanta ir a los museos, me fascina el arte", dice Etica Skura.

-¿Y el arte cómo se empalma con ese momento como empresaria?
Desde muchos años atrás me encanta ir a los museos, me fascina el arte. En el Perú estudié Literatura con Iván Thays y Alonso Cueto, en la PUCP. Y luego estudié nueve años Historia del Arte. Viajo a ver galerías, artistas.

-¿Pero en qué momento el metal se convierte en una posibilidad para el arte?
Me fui a una exhibición, en Sao Paulo, de un artista israelí que trabaja el metal. Y me encantó lo que vi. Mis dos hijas han estudiado Arte. Pensando en ayudar a los alumnos, quise mostrar la tecnología del corte láser, porque muchas obras se hacen en metal, y así poder ayudarlos a hacer sus trabajos de la universidad. Así empecé a experimentar con ellos y a hacer mis pininos. Y ya luego me buscaron los artistas.

-Desde afuera se puede percibir al metal como un elemento frío, recio, distante, rígido, casi lejano al arte. ¿Qué tiene de especial que puede convertirse en arte?
Cuando lo veo siendo cortado por la máquina y puesto en galerías y fachadas, lo empecé a ver elegante, fastuoso, estético, cálido, poético, siento que me envuelve y me está hablando.

-Hasta que te vas a la Reserva Nacional de Pacaya Samiria, que fue otro punto de quiebre.
Fui con mi hija y descubrimos que era maravillosa, increíble. Nos quedamos pasmadas. Me quedé tan sorprendida que no podía decirlo en palabras y lo hago a través del metal en la exposición que tengo ahora. El metal habla más que mis palabras. Este es mi homenaje a esta flor maravillosa que se llama Victoria Regia, que es la planta acuática más grande del mundo.

-¿Qué te dice esa planta?
Primero, me digo yo: ¡está en el Perú!

-Y aún se desconoce.
Muchas personas creen que Victoria Regia –nombre de la muestra– es mi socia. Yo tampoco sabía hasta que la vi. También está la pieza ‘El beso’, que es sobre una planta en extinción. Con el arte trato de hacer eterna a la naturaleza. El hombre destruye y con el arte trato de construir. El viaje a Pacaya Samiria es uno de los más bellos que he hecho en mi vida y voy a regresar para nutrirme solamente con ver y sentir. Los peruanos todavía no conocemos lo que somos. Y te quiero contar más: no sabía que el soldador era un artista. Qué colores han logrado sacar con la soldadura. Los dos soldadores también trabajan conmigo en proyectos industriales. Es que en el siglo XXI el arte y la industria pueden ir de la mano.

-¿Hay una frontera entre lo decorativo y el arte?
Un hermoso cuadro puede decorar maravillosamente. El arte puede ser decorativo. Mi idea sobre el arte excede las palabras “arte” y “decorativo”. Una pieza de arte es la que te habla, te toca, donde la pongas o la mires.

¿Y qué nos quieres decir con la exposición?

Que tenemos plantas, hongos, bocas, Victorias Regia que no debemos ignorar, que tenemos que proteger, que nos tocan el alma y que nos hacen pensar en nuestra ecología.

Étika Skura Gun: “Con el arte trato de hacer eterna a la naturaleza”
Étika Skura Gun: “Con el arte trato de hacer eterna a la naturaleza”

¿Sería exagerado decir que el metal es parte de nuestra naturaleza?
Cuando lo convertimos en lo que amamos, claro que sí es parte. Toda cosa que convertimos en algo que amamos es parte de nuestra naturaleza.

Dices que la naturaleza es frágil y bella. Pero veo una Victoria Regia y tiene una fuerza impresionante. Y quizá por eso el metal comunica bien su esencia. ¿Coincides?

La pieza más grande que tengo es una Victoria Regia que ha sido trabajada durante dos meses, entre el satinado, el corte del metal y la soldadura, y te muestra que todos tenemos fragilidad y fortaleza. Las nervaduras transmiten esa fuerza y eso me impactó. La belleza también es fuerza.

-¿Cuál es tu lado fuerte?
La sensibilidad.

-¿Y tu lado frágil?
La sensibilidad.

-Eres una Victoria Regia.
Más Victoria que regia (sonríe).

AUTOFICHA

-“Soy Ética Skura Gun. El primer apellido viene de skora, que en polaco es cuero, y gun es pistola en inglés. Debo venir de familias que trabajaron con cueros y eran luchadoras. Mucha familia mía murió en el Holocausto y mi papá estuvo como cuatro años en Siberia; luchó en el ejército ruso contra los alemanes”.

-“Tengo 56 años, pero me siento de 20. Bailo y me estoy yendo a un concurso en Argentina, bailaré bachata, salsa. La edad se lleva en el alma. Estudié Administración y Economía, luego llevé talleres de Literatura, sobre el Medio Oriente y espero que pronto publique un libro”.

-“Victoria Regia es mi primera exposición individual y el arte seguirá en mí. Voy siempre a Israel. Una de mis hijas estudió Arte y ahora Cine, y mi otra hija estudió Arte e hizo un máster en audiovisuales. Amo a Israel por la lucha que tenemos los judíos, pero me quedo en el Perú porque me inspira y lo amo”.

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