Emilio Bustamante también cuestiona el filme 'La Paisana Jacinta'. (Geraldo Caso)
Emilio Bustamante también cuestiona el filme 'La Paisana Jacinta'. (Geraldo Caso)

‘Las miradas múltiples. El cine regional peruano’ (Universidad de Lima-Fondo Editorial) es la reciente publicación del profesor universitario Emilio Bustamante y el crítico de Jaime Luna Victoria. El nutrido libro registra al detalle la producción cinematográfica regional de los últimos 20 años. 

La obra está dividida en dos volúmenes. El primero, a lo largo de casi 500 páginas, presenta un panorama de este cine: antecedentes, aparición y desarrollo. Y el segundo, reúne entrevistas a 32 realizadores regionales, en más de 400 páginas. 

De ello y la actualidad, conversamos con Bustamante, quien asegura que el proyecto de la ley de cine aporta muy poco o nada a la cinematografía regional.

¿Por qué es necesario mirar hacia el cine regional?
Es el fenómeno cinematográfico más importante del Perú de los últimos 20 años. Cuantitativamente, porque en los últimos 20 años se han exhibido comercialmente más largometrajes regionales que limeños. Tenemos contados 147 largos exhibidos, de 1996 a 2015, frente a 135 de Lima. Cualitativamente es importante porque este cine te da nuevas miradas sobre el país que antes no existían, miradas desde dentro de las mismas regiones.

¿Qué debe hacer el Estado por este cine?
Necesita mejores canales de exhibición y distribución. De los 147 largos mencionados, solo 12 han sido estrenados comercialmente en multisalas y ni siquiera a nivel nacional. Y es importante atender las demandas de capacitación. Hemos entrevistado a 84 cineastas regionales y prácticamente todos demandan mayor capacitación.

En el libro toman el año 96 como punto de partida para hablar de un cine regional. ¿Por qué?
Ese año se realiza la película ayacuchana ‘Lágrimas de fuego’. Esta sería la cinta que da inicio al movimiento del cine regional. Antes hubo películas en Cusco, Loreto. Es conocida la actividad de la escuela de Cusco, pero lo que marca ‘Lágrimas de fuego’ es el inicio de una actividad continua y simultánea en varias regiones.

¿Tiene que ver con el momento político de entonces? Es decir, post caída de Abimael Guzmán y mejoras en la economía peruana.
Tiene probablemente más que ver con el abaratamiento de aparatos de registro de video. Empiezan con cámaras de VHS y Súper VHS, pero luego alcanzan impulso con la tecnología digital. Se usan programas de edición, algunos piratas, que son baratos. Tiene que ver con el acceso que pueden tener ciertos sectores sociales al registro cinematográfico, que ante no gozaban. Otro factor importante es que para muchos sectores el medio cinematográfico es muy adecuado para expresar sus vivencias de acuerdo con la cultura de la cual provienen. Es el caso de muchas producciones andinas.

La tradición de la oralidad es clave, ¿no?
Exactamente. Les resulta más fácil expresarse a través de un medio audiovisual, que a través de uno escrito. Hay tradición oral y visual en las regiones.

¿Se podría decir que el cine regional es el primero que se atreve a explorar más en géneros como el horror, terror, melodrama antes que Lima?
Así es. Incluso, nosotros decimos que este cine de terror regional ha aportado al cine mundial nuevos monstruos, como el pishtaco, el jarjacha, los condenados, que ya comparten un escenario con Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo, los zombies.

Y que tienen un potencial enorme.
Exactamente. Sobre el melodrama, tenemos por ejemplo a ‘Amor en las alturas’, de Percy Paco, donde una familia que vive en el campo se va a trabajar a la mina La Rinconada y sufre una desintegración. Es una cinta fascinante porque está filmada en la misma ciudad La Rinconada. En Puno también hay melodramas que expresan las consecuencias del maltrato infantil, como ‘Marcados por el destino’, que trata sobre un hombre que sufre de esquizofrenia, producto del maltrato que recibió de niño. Entonces, géneros como el terror o el melodrama, que a veces son despreciados por las élites culturales, son utilizados por los cineastas andinos para poder expresar su cultura y sus vivencias.

De acuerdo con el libro, la mayor producción cinematográfica regional se concentra en la sierra: Puno, Ayacucho, Cajamarca, Junín. ¿Por qué?
Está el aspecto cultural que mencionamos hace un rato. Para estos artistas peruanos, les resulta más fácil expresarse por un medio audiovisual que escrito. Mientras que en la costa quizá hay una mayor tradición letrada. Ahora, en ciudades como Chiclayo hay mucha producción de cortometrajes, lo mismo en Arequipa y Cusco. Estas ciudades tienen más vínculos con Lima y la mayoría de realizadores posee una mayor tradición urbana, y se expresa en cortos o en largos de autor, más que de género.

En el libro se narra el caso de la cinta ‘El sendero del chulo’, de Óscar Catacora, que se hizo con 500 soles. Esa precariedad para realizar un filme se repite en otras películas, lo que finalmente podría afectar cualitativamente en el resultado final. ¿En términos de calidad cómo está el cine regional?
Yo creo que bien. Ahora, la película de Catacora se hizo hace una década, cuando él tenía 19 años. Y lo último que ha hecho ese director es Wiñaypacha, que obtuvo un premio del Ministerio de Cultura y que ha gustado a todos los críticos que la han visto. Y está programada en el Festival de Cine de Mar del Plata. Es de altísima calidad, es digamos el emblema del cine regional. Es una película puneña, la primera hablada en aymara. Chicama es otro filme importantísimo, obtuvo cinco premios en el Festival de Cine de Lima. Es de muy alta calidad, de un cineasta como Omar Forero que tiene varias películas buenas. Hay cintas menos conocidas de género como ‘Bullying maldito. La historia de María Marimacha’, de Mélinton Eusebio, que es muy interesante; tiene una secuencia inicial muy bien filmada, impactante. Está ‘Supay, el hijo del condenado’, que es otra película ayacuchana, sobre un niño maltratado, asesinado por una comunidad y que finalmente regresa para cobrar venganza. Otro caso es ‘El ordenador’, de Forero, que le salió casi gratis porque solo pagó el pasaje de sus amigos y es de altísima calidad. No necesariamente las cintas que tienen una gran inversión son mejores que las que tienen poca inversión.

Otra conclusión que se puede sacar del libro es que el género de comedia casi ha estado ausente en 20 años de producción cinematográfica en regiones. ¿Por qué?
Tenemos una hipótesis: la demanda de comedia está satisfecha en el mercado andino por los videos de los cómicos ambulantes.

¿Cuáles son las influencias de los realizadores regionales?
Primero, hay una necesidad expresiva. En cuanto a otras motivaciones, el cine ayacuchano presenta mucho los temores recientes a raíz del conflicto armado; en el cine puneño y juliaqueño ves las vivencias producto de la migración y toda la violencia e informalidad que ello supone. Ahora, se nutren también de las películas serie B de Hollywood, del cine hindú, del cine mexicano. Pero en el crecimiento del cine regional también hay un elemento económico importante: el éxito que tuvieron en sus inicios. Hablamos de cintas con gran afluencia de público, lo que les permitió invertir en una exhibición itinerante, que puede durar meses e inclusive años, de manera que los cineastas obtienen una importante retribución económica. Eso estimula a más realizadores.

¿El proyecto de la ley de cine, tal como está ahora, de qué manera sumará al cine regional?
Muy poco o nada. Se ha presentado un texto sustitutorio, que tiene muy poco de apoyo concreto al cine regional. El artículo 6 dice que el plan anual asignaría no menos del 30% del total de los recursos para incentivar la actividad cinematográfica en las regiones, pero no se especifica que ese 30% iría a empresas domiciliadas en las regiones. Ese porcentaje podría ir a empresas limeñas. Este artículo, más bien, reflejaría una tendencia de los últimos concursos promovidos por el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO), a los cuales se han presentado empresas creadas en regiones de manera ad hoc para ganar los premios por cineastas que residen en Lima. DAFO hasta ahora no ha hecho realmente nada para solucionar el problema. Los dos gremios de cineastas regionales que existen le han pedido a la DAFO, desde hace más de dos años, que establezca en sus bases para los concursos que los cineastas deben vivir en la región para aplicar al premio, pero DAFO se ha negado.

‘Las miradas múltiples. El cine regional peruano’ (Universidad de Lima-Fondo Editorial)
‘Las miradas múltiples. El cine regional peruano’ (Universidad de Lima-Fondo Editorial)

Se acaba el año, ¿cuál podría ser una suerte de balance de lo visto en el cine peruano en 2017?
Destacaría ‘Wiñaypacha’, que no ha tenido exhibición comercial aún. También ‘Rosa Chumbe’, ‘La última tarde’. Y creo que con ‘La Luz en el cerro’ se evidenció el tema de la cuota de pantalla, que tampoco reconoce el proyecto de la ley de cine. Hay películas que necesitan tiempo en cartelera para que la gente vaya viéndola, comentándola, que a través del boca a boca se constituya un público interesado en ver el filme. Hoy la exhibición de las películas peruanas depende mucho de la negociación particular que se tenga con la empresa exhibidora. Es necesario que haya una cuota de pantalla. El proyecto de la ley de cine resulta decepcionante, además, porque no crea una cinemateca, que es fundamental para la memoria cinematográfica del país; no crea una escuela pública de cine; no establece la obligatoriedad de la enseñanza del cine en los colegios, que es fundamental para la formación de públicos. Es una ley con muchas carencias. Lo que hace es triplicar el presupuesto, pero falta la postura del Estado, que debería ser la de echar cimientos para el desarrollo del cine nacional.

También es decepcionante porque tienes un ministro de Cultura que viene del cine.
Claro. Decepcionante por la calidad de gente que hay ahí. Si no son ellos, quién pudo haber hecho algo mejor. Incluso, es una ley que no satisface del todo a los exhibidores, porque el anteproyecto originalmente establecía la eliminación del impuesto municipal, y que una parte de ese impuesto iba a crear un fondo cinematográfico. Y ahora ya no. Entonces, se sigue dependiendo de la voluntad política.

Hoy se estrena ‘La Paisana Jacinta’, que ha sido cuestionada por discriminación. ¿Qué opinas?
Es lamentable, porque ‘La Paisana Jacinta’ es un producto racista, discriminador, ofensivo, indignante. Aun así, no se le puede censurar. Pero sí hay que llamar la atención sobre su contenido.

¿En el cine regional cómo ha sido el tratamiento de la mujer?
Es variado. Hay mujeres sufrientes, sobre todo en los melodramas. Mujeres que sufren por la enfermedad del marido, en el caso de la esquizofrenia en ‘Marcados por el destino’; o por un villano que desarticula a la familia al no ser correspondido en sus avances amorosos, como en ‘Amor en las alturas’. O la mujer violada por un mal policía, en ‘El hijo del viento’, y que después sufre porque su hijo quiere conocer a su padre. Está también el caso de la mujer malvada. Pero también hay algunas cosas interesantes, más modernas. Por ejemplo, ‘Bullying maldito. La historia de María Marimacha’ trata sobre una chica que es hostilizada en el colegio por tener cierto comportamiento masculino. Se defiende ganándole a los varones, aunque después va ser violada, castigada por su osadía, pero luego ella tomará venganza.

Todas las tragedias y en una sola. Mucho de lo que hoy vivimos.
Esa cinta es interesantísima. Ahora, es verdad que en la mayoría de regiones hay pocas directoras. La mayor cantidad está en Arequipa y Chiclayo. Hay directoras importantes, con miradas propias, como la arequipeña Karina Cáceres.

En el libro distinguen dos tipos de cine en regiones: el que tiene una mirada más comercial, de género y el de autor. ¿Qué potencial tienen ambos caminos?
Veo un gran potencial. Sin embargo, no son compartimentos estancos. Es importante que el Estado preste atención al desarrollo de ambas propuestas. En los concursos de la DAFO veo una especie de discriminación por parte de los jurados hacia las películas de género, como que hay un desprecio a las cintas de terror o melodramas, porque un poco el perfil de la DAFO es premiar películas de autor. Por otro lado, quienes hacen películas de autor también se quejan de que hay discriminación de la DAFO porque sus cintas se “parecen” mucho a los filmes limeños de autor. Piden un rasgo regional. Yo creo que se necesitan criterios más amplios.