Elvert Castillo, mejor productor agrícola en los Premios Summum: “El limón de Tumbes es muy bueno, es el mejor”

“Una semilla (de limón) demora cuatro años en producir. ¿Y esos cuatro años de qué sobrevives? Cuando volví del Ejército en el 83, el río se llevó una parte de mi terreno. en el 98 vino El Niño y se terminó de llevar todo”, revela sobre sus inicios.

Matapalo tiene unos cinco mil habitantes. Zona agrícola, donde el calor abraza los 365 días del año. Todo está cerca: el municipio, el centro de salud, la estación policial y la chacra de Elvert Castillo, adonde se llega en 15 minutos con moto, y a una hora de la ciudad de Tumbes. Y si cruzamos el río, entramos a Ecuador, donde nació su madre.

Le cuesta dejar la tierra, aunque sea por unas semanas. Lo tuvo que hacer para atravesar el cielo gris limeño, que lo recibió en días de invierno. Valió la pena. En la categoría de Premios Emblemáticos recibió el reconocimiento a Mejor productor agrícola en los Premios Summum 2019. “Me sorprendió”, dice, sentado en la sala de la casa de su hija en Los Olivos.

En Tumbes, el 50% son limoneros, como los Castillo. El otro 50% se divide entre arroceros y bananeros. El cultivo lo empezó su padre, en la década del 70, a quien perdió a temprana edad. A los 11 años, Elvert ya recogía limones en baldes pequeños. Hoy, cerca de los 60 años, ha logrado salir de la pobreza y es ejemplo de superación. Me dice que nada le costaría vender sus cinco hectáreas de terreno, comprar una casa y alquilar. Pero no. La libertad que le da la agricultura y poder estar en la chacra no tienen precio.

-¿En qué momento decide volverse productor de limón?

La necesidad puede ser. Yo tenía 22 años y me preguntaba: ¿qué hago acá? No soy nadie. Mi padre ya había fallecido en el año 75, en un accidente. Toda la vida no podía vivir así y entonces me fui a la chacra y me dediqué a la agricultura. No soy gran productor, no soy latifundista, pero me dedico exclusivamente a la agricultura.

-¿Ese comienzo fue difícil?

¡Bien difícil! Una semilla demora cuatro años en producir. ¿Y esos cuatro años de qué sobrevives? Cuando volví del Ejército en el 83, el río se llevó una parte de mi terreno. Estuve varios años sin saber qué hacer. Cuando ya estaba empezando a producir, en el 98 vino El Niño y se terminó de llevar todo.

-¿Y qué hizo?

Migré a los terrenos de las partes altas. Y por eso ahora en esas zonas sembramos el limón. Aunque sufrimos de sequía.

-¿El limón que cultiva tiene alguna particularidad?

Es muy bueno. Está científicamente comprobado que su acidez es extraordinaria. Su color tiene un brillo natural. En Sullana lo meten a una cámara para que lo laven, cepillen, le echen un aceite y pasa a la secadora para tener brillo. En cambio, nuestro limón a simple vista se distingue.

-¿Cuál es el potencial del limón que cultiva?

No tenemos adónde exportar, solo tenemos el mercado nacional. Por eso estamos fregados, no tenemos a quién vender.

-Porque uno va a países como Chile y allá el limón peruano sería como oro.

¡Lógico! Los chilenos se van a Tacna para comer limón. El Estado debe hacer algo al respecto. El año pasado tuvimos una conversación con una empresa árabe. El problema es que los inversionistas quieren negociar de una forma que para nosotros es riesgosa. En el tema de comercialización sí estamos bien bajos.

-¿El mejor limón es el que se produce en Tumbes?

Yo pienso que sí, es el mejor. Nosotros vendemos el limón sutil.

-¿Cómo tiene que ser un buen limón?

De 35 a 50 milímetros. El color debe ser totalmente verdecito. No tiene que ser puntiagudo sino redondo. De acidez natural.

-¿Dónde disfruta más el limón sutil?

En el cebiche y un buen refresco.

-¿Cómo es un buen cebiche?

Lo primero es hacerlo con las manos (risas). El cebiche es el plato típico de Tumbes. Se prepara con limón sutil, cebolla, ají y pescado.

-¿La labor del agricultor norteño es valorada?

(Piensa, ensaya respuestas). No lo creo. Para la agricultura tienes que ser mejor que todos. Gracias a Dios tenemos a los técnicos del Ministerio de Agricultura que nos ayudan, están pendientes.

-Las décadas del ochenta y noventa estuvieron marcadas por la violencia terrorista. ¿Le afectó de alguna forma?

No. Nosotros hemos sido afectados por otros fenómenos como El Niño, la sequía y las guerras no declaradas con Ecuador. Había inamovilidad. La tropa se acantonó en el distrito, que es frontera. Nadie pasaba. Fue una crisis.

-Me contaba que tuvo que hacer servicio militar.

Sí, pero en el 82. Acá en Lima serví. Siempre he querido ser militar. He llegado a comandar un grupo antisubversivo del Ejército. Pero ahí acabó mi sueño. Cuando salí del colegio, quería seguir estudiando a nivel profesional, pero la pobreza no me dejó.

-¿Cuán fuerte fue la pobreza que le tocó vivir?

Extrema pobreza. No había escuelas. En esos tiempos se cultivaban pequeñas cantidades y mis padres no tenían para mantener a sus ocho hijos.

-¿Ser agricultor se parece en algo a la vida militar?

Lo malo del militar es que es esclavo de su trabajo y destino. En cambio, como agricultor puedes hacer lo mismo en cualquier lugar y llevar una vida más libre. El agricultor puede vender todo y cambiar de vida.

-¿No ha pensado en dejar la agricultura?

No. Hay amigos que dicen: “Cuando sea viejo, voy a vender todo”. Sus chacras están valorizadas en un millón y medio de soles y vendiendo todo pueden hacer una casa de varios pisos y alquilar.

-¿Y por qué no ha hecho eso?

¡No, no! (cambia ligeramente de tono de voz).

-¿Por qué?

No sé. Pero no, no (sonríe discretamente). No me acostumbro. Yo tengo que estar trabajando en el campo. Cuando vengo a Lima, estoy intranquilo. Quiero estar en mi chacra, el campo es bonito. En la agricultura tienes una vida propia, eres independiente, hay libertad.

AUTOFICHA

-“Soy Elvert Castillo Ávila. Nací en Tumbes, en el distrito de Matapalos, caserío de La Totora, el año 1960, un 17 de diciembre, a las 10 de la noche, según dice mi madre. Después de acabar la secundaria, tuve varias capacitaciones en promoción de salud humana y también he llevado cursos como promotor animal”.

- “También he sido juez de paz y presidente de la Asociación de Ganaderos. Las labores del campo las aprendí en el campo. Yo estaba pequeño cuando mi papá falleció. Su partida me afectó mucho. Tengo tres hectáreas en producción y dos que están por producir”.

- “Mi padre se iba al Ecuador a trabajar a una hacienda y ahí se conoció con mi madre. Eso fue antes de la guerra del 41. Yo me he criado con mi madre, pero ella falleció el año 93. En esa época la producción de limón era poquísima. De los años 80 para adelante, se ha empezado a comprar más limón”.

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