La Fundación Dispurse se suma para lograr avances en la alfabetización de adultos en las zonas rurales. (Foto: Difusión).
La Fundación Dispurse se suma para lograr avances en la alfabetización de adultos en las zonas rurales. (Foto: Difusión).

Sin duda, la es una de las principales herramientas para lograr que las personas tengan igualdad de oportunidades y puedan mejorar su situación de vida. No obstante, aproximadamente 1.3 millones de personas mayores de 15 años en nuestro país no saben leer ni escribir, según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática ().

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Esta problemática se agrava si se considera el género, debido a que la tasa de analfabetismo en las zonas rurales asciende al 19.9% para las mujeres, y en el caso de los hombres es de 6,6%. Por ello, es fundamental implementar programas educativos que cuenten con el apoyo de docentes que se adapten a las necesidades de las comunidades rurales. De esta manera, la Fundación Dispurse viene trabajando una propuesta educativa para promover la alfabetización haciendo uso de la tecnología, incluso en ámbitos de difícil acceso y conectividad.


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Al respecto, Ruth Anastacio, gerente de Operaciones de la Fundación Dispurse, señala que la es el primer paso para que las personas accedan al mundo de la educación, a diversas fuentes de información y tengan oportunidades de desarrollo.

“La labor de los maestros y maestras en la educación de los adultos y la alfabetización va más allá de enseñar a leer y escribir. La misión de estos educadores es motivar a sus estudiantes, demostrando que la educación es una vía para el desarrollo personal y social; fomentar la participación activa de los estudiantes en su proceso de aprendizaje, con sensibilidad, creatividad y adaptabilidad; además, de generar vínculos culturales con las comunidades donde trabajan”, agrega Anastacio.


Estrategias para la educación rural


La especialista da a conocer algunos puntos importantes que los docentes que ejercen en zonas rurales deben considerar:

Reconocer los aprendizajes: La educación de adultos debe partir del reconocimiento de los aprendizajes, saberes y trayectorias educativas que han desarrollado los estudiantes en los distintos ámbitos de su vida familiar, laboral y productiva. Este reconocimiento posibilita personalizar y hacer más eficiente el programa educativo.

Flexibilidad y creatividad: La falta de recursos y la infraestructura limitada pueden ser desafiantes en las zonas rurales. Los profesores deben ser flexibles y creativos para superar estas limitaciones. Pueden aprovechar los recursos locales, utilizar materiales educativos alternativos y fomentar el aprendizaje basado en proyectos que involucren a la comunidad. Además, el uso de la tecnología puede ser una herramienta valiosa para ampliar el acceso a contenidos educativos y promover la colaboración entre estudiantes.

Conocimiento de la comunidad: Es fundamental que los profesores comprendan y generen vínculos con la comunidad en la que trabajan. Esto implica conocer su cultura, tradiciones, desafíos socioeconómicos y particularidades geográficas. Este conocimiento les permitirá establecer una conexión más profunda con las personas, así como adaptar el contenido educativo para que sea relevante y contextualizado.

Desarrollo profesional continuo: Los educadores que trabajan en zonas rurales deben buscar oportunidades de desarrollo profesional continuo. Esto les permitirá mantenerse actualizados sobre las mejores prácticas educativas, aprender nuevas estrategias y técnicas pedagógicas, y conectarse con otros educadores que enfrentan desafíos similares.


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