Odar describe la relación entre el teatro y Cattone como una bella historia de amor. “Cada función era como un ritual de amor para él. Celebraba cada función con mucha alegría, con los actores que interveníamos en la puesta en escena y el público. Después de cada función y durante los ensayos se celebraba una gran fiesta con él. No dejaba de transmitir su gran amor por el teatro y lo hacía siempre con mucha energía y sensibilidad, como el teatro mismo”, agrega. “Siempre nos recibía en el primer ensayo con un obsequio, podía ser una botella de vino, chocolates o flores para las actrices. Era chapado a la antigua, como él decía. Era un gesto muy hermoso. El año pasado le cantamos cumpleaños porque estábamos en plena temporada y siempre bromeaba con su edad y con la muerte”, recuerda Odar sobre los entretelones de Buenos vecinos.