Efraín Aguilar, de 'Risas y salsa' a 'Al fondo hay sitio'. (FOTOS: RENZO SALAZAR).
Efraín Aguilar, de 'Risas y salsa' a 'Al fondo hay sitio'. (FOTOS: RENZO SALAZAR).

Llegó la pandemia y quebró. Tuvo que vender lo logrado durante décadas. Camionetas, grupo electrógeno, lavadoras. Trató de mantenerse con talleres. Pero, dice, fue un fracaso económico. Cuando la pandemia empezó a despejarse, le comunicaron que debía dejar el , que sería vendido. “Fue fatal”, recuerda.

Vendió todo lo que pudo, pero también guardó todo lo que pudo. Conservó telones, cortinas, sogas, vestuarios. Y preservó, sobre todo, la tenacidad y las ganas de crear. Visitó los teatros Azul, Ollanta, San Isidro y otros. Unos estaban ocupados por iglesias, otros en completo deterioro. Le avisaron que un cine del último piso del Centro Comercial Arenales podía ser una alternativa. Entró y, dice, daban ganas de llorar: estaba abandonado. Han pasado siete meses y estrena la comedia Amigas íntimas, la primera obra en la recuperada sala de Lince y la primera obra escrita por Efraín Aguilar que pone en escena. Las funciones van hasta el 24 de agosto. Entradas en .

Vivió en un callejón de un solo caño, en Magdalena. Sus amigos eran el ‘Rata’, Beto, canillitas y lustrabotas. Por la puerta de su vivienda pasaba una acequia arrastrando residuos. Al frente, en una casa, vivían los Peirano, una familia de dinero. era cuidador de colas para comprar carbón, fue electricista, limpió farmacias, trabajó con materiales de construcción y en una imprenta, descargó cajones de naranjas en la madrugada. Pero se quedó con el arte. Es empresario, profesor, actor, hombre de teatro, director y productor de televisión, pero prefiere que lo llamen trabajador del arte. “El teatro no puede parar”, me dice el hombre de 77 años que ya ensaya una nueva obra y, sentado en su oficina del teatro Jade, ya piensa en la realización de otra más.

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-Vuelve al teatro y no es parte de Al fondo hay sitio. ¿Cómo leer ello?

Estoy en muy buenas relaciones con América TV y estamos madurando un proyecto que ellos decidirán cuándo sale al aire. Y en cuanto al teatro, esa ha sido mi pasión, tengo casi 65 años metido en el teatro y siempre he buscado un lugar donde poder hacer lo que a mí me gusta. He trajinado por todo Lima y me jacto de haber puesto al día muchos teatros, desde comenzar por el Mariátegui, el Leguía, Sachariel, Marsano, el Canout y ahora estoy en el Jade. Yo vivo de los talleres y tenía que buscar un local aparente, y soy de los que piensa que un taller no se puede dictar en un aula, tiene que dictarse en un teatro; sino es como querer manejar un jet y nunca subir a uno.

-Habiendo logrado éxito en la televisión, ¿por qué insistir en el teatro?

No sé si será espíritu o vocación, pero yo seré teatrero hasta que me muera. Soy gente de teatro que hace televisión y que ama enseñar. Soy profesor egresado del Instituto Pedagógico Nacional. Me encantaba actuar, pero las gerencias de los canales que me tocaron no querían que yo actuara, no porque lo hiciera mal, sino porque tenía capacidad de manejo y sabía producir dinero para los canales; entonces, me preferían ahí. Cuando llegué al Canal 5, me dijeron: “Encárgate de todo, la noche es tuya”. Hice El Ronco de noche, 24 Minutos, 24 Minutazos, Taxista Ra Ra, Hincha pelotas. Y el canal subió hasta que llegamos a Mil oficios, que fue un exitazo.

-¿Se podría establecer una continuidad entre Taxista Ra Ra, Mil oficios, Así es la vida y Al fondo hay sitio?

Por supuesto. Las circunstancias se han dado. Desde el año 80, que hice Risas y salsa, durante los primeros tres años, lo hice con el pensamiento de que hacía televisión testimonial, que es poner en pantalla lo que sucede en la vida real.

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-¿Cómo llega a Risas y salsa?

Terminando la dictadura militar, Alberto Terry y Aldo Vega me buscaron para que yo produjera un programa cómico. Entonces, ellos querían una especie de continuidad de El tornillo, pero les dije que no quería ser la continuidad de otra cosa. Yo quería hacer algo nuevo en una mixtura de la gente de El tornillo con gente nueva. Metí a Chuimán, a Machucao, Aurora Aranda, Analí Cabrera, Felpudini, etc. E hicimos un golazo que no se lo pensaba nadie.

-¿El nombre fue su idea?

Don Alberto Terry me dijo “Risas y sarsa”. Pero yo le entendí salsa. Me busqué una salsa y quería aprovechar que Chuimán baila muy bien e hice la presentación. También me costó una especie de celos que ponga a Chuimán al centro, porque era un muchachito y yo lo ponía como estrella. Pero yo aseguraba rentabilidad.

-¿Cómo llega Al fondo hay sitio a sus manos?

No nació por una idea mía. La producción es mía y los libretos de Gigio Aranda. Pero nació de un sketch que hacían Jorge Benavides y Carlos Álvarez: los ricos de La Molina versus... Esa es la base y dije: “¿Por qué no lo hacemos real, la casa del pobre como es y la casa del rico como es?”. Se lo comenté a Gigio y, como es un capo escribiendo, ahí mismo captó la idea. Y en Al fondo hay sitio impuse que los actores tenían que conocer sus personajes, estudiarlos.

-¿Pero no se supone que eso hacen todos los actores en cualquier producción?

A ver pregunta quién lo hace; te dan el libreto uno o dos días antes, y viene el guionista y te dice cómo es tu personaje. Yo no. Primero se sentaban y hacíamos un estudio de personaje, luego pedía que lo estudien y que hagan un trabajo monográfico. Todo duraba dos meses.

-¿Trabajo monográfico?

Sí, claro. Por eso cuando salía la publicidad, todos estaban listos. Y lo que le molestaba a la gerencia es que los obligué a que esos dos meses de estudio sean pagados. La única que no recibió esa clase fue Mónica Sánchez porque fue la última en ingresar.

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-¿Por qué causó tanto impacto Al fondo hay sitio?

Porque es testimonial, porque es la vida real. Y es que la gente se siente identificada. Las diferencias sociales en nuestro país no han cambiado mucho. Aquí se trabaja para comer.

-Me dice que Amigas íntimas es su primera obra escrita en escena. ¿Por qué?

Hay una organización cultural que tiene su central en Estocolmo y el director me dijo que necesitaba una obra para dos mujeres. No me iba a echar a buscar. Estaba leyendo unos libros sobre la equidad y se me ocurrió enfrentar las costumbres de las mujeres del siglo XX con las costumbres de las mujeres del siglo XXI, un choque social, de conceptos sobre el sexo, la libertad, la igualdad, pero lo hago divertido.

-¿Tenía miedo de mostrar lo que escribió?

Tengo una novela escrita, pero me orino en los pantalones de presentarla. No me he sentido literato. ¿A mi edad hacer el ridículo? (risas). Pero para esta obra no tuve miedo, porque escribí por presión. En el caso de la novela, ya está escrita y hay amigos que ya la han leído y me dicen que la imprima, otros no me han respondido: el silencio dice muchas cosas. Se llama La hormiga amiga, y estoy en eso.

-Cerca de los 80 años, ¿el retiro es una posibilidad?

Un artista, mientras tenga energía, no se retira. Más me enfermaría estar echado en mi cama esperando la muerte. También estoy loco por hacer cine. Siempre he sido hiperactivo.

Efraín Aguilar y las protagonistas de 'Amigas íntimas'. (FOTOS: RENZO SALAZAR).
Efraín Aguilar y las protagonistas de 'Amigas íntimas'. (FOTOS: RENZO SALAZAR).

AUTOFICHA:

- “Soy Efraín Aguilar Pardavé. Era Efraín Edmundo, era mi nombre de partida. Pero cuando me matricularon en el colegio solo me pusieron Efraín. Tengo 77 años, nací en la Maternidad de Lima. Acabé el colegio, trabajé y me metí a Histrión”.

- “He trabajado de todo: he sido electricista, he limpiado farmacias, he trabajado en materiales de construcción, en una imprenta; también descargaba cajones de naranjas en la madrugada. Y en el año 64 ingresé al Instituto Pedagógico Nacional y me recibí de profesor”.

- “Fácil he producido, dirigido y actuado en más de dos centenas de obras de teatro. En televisión estuve desde el año 80, luego anduve 11 años fuera de la TV por pelearme con Alberto Terry, tiempo en que hice las grandes revistas en La Gata Caliente y más, fue la mejor época económica de mi vida porque era todos los días”.

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