lima, Martes 29 de setiembre del 2020
Retratos al abogado y escritor Eduardo Herrera, quien acaba de publicar el libro "Papelito manda".
lima, Martes 29 de setiembre del 2020 Retratos al abogado y escritor Eduardo Herrera, quien acaba de publicar el libro "Papelito manda".

En el Perú hay más de 30 mil leyes y 600 mil regulaciones. En promedio, cada seis minutos se emite una nueva norma legal. Cada año ingresan más de 1 millón de nuevos casos al Poder Judicial. Somos un país empapelado y eso lo sabe muy bien el abogado Eduardo Herrera, quien acaba de publicar su nuevo libro Papelito manda (Estruendomudo, 2020), un título que –como describe su tapa– es un conjunto de “primeros auxilios legales para sobrevivir en el Perú”. Este es el segundo libro de Herrera; en el anterior ofreció una historia de autoficción de un abogado litigante que vivía a su antojo como una pieza más de la monstruosa maquinaria de corrupción que opera en el sistema judicial peruano. Para su nueva entrega, el ahora consultor recogió las principales dudas de la gente sobre los asuntos legales. “Generalmente, lo que hacen las personas es preguntar a un amigo, un hermano, un cuñado que más o menos tiene conocimiento de leyes. Pero la automedicación legal es perversa”, sentencia Herrera. Él asegura que ha dejado de pensar como un abogado porque se ha retirado de los tribunales; eso le ha permitido cambiar su mirada y acercarse más a las personas. Desde que abandonó el litigio, considera que nada ha cambiado, que las coimas continúan yendo y viniendo entre los callejones de los edificios judiciales. “Para que haya un cambio se debe eliminar el exceso de leyes y dejar normas bien diseñadas. Si las personas perciben que la ley no se cumple, entonces las relativizan y hacen lo que se les da la gana. Hay que empezar de una buena vez la educación y la asimilación de valores”, considera uno de los raros profesionales que consiguió distanciarse de la rutina diaria del litigio para intentar hacer las cosas un poco mejor desde el otro lado de la orilla y, de vez en cuando, compartiendo su experiencia con tinta y papel.


-¿Cuál es el objetivo de su nuevo libro?

Las personas en este país usualmente no tienen idea de la hiperregulación de leyes que existe; sin embargo, se asume que todos los ciudadanos tienen conocimiento de las normas. Entonces, cuando aparece un problema legal, tienen que bucear en un mar de legislación. Es importante que conozcan al menos los aspectos básicos de sus derechos y deberes; ese es un poco el objetivo del libro.

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-¿Por qué decidió ocuparse con mayor extensión de los temas de familia?

Se están volviendo mucho más comunes las separaciones de matrimonios y eso motiva, a su vez, un montón de líos familiares colaterales.


-¿Son los más complicados?

Cuando hay vínculos sentimentales, muchas veces las inteligencias no intervienen y se genera un clima mucho más agresivo, las separaciones son más complicadas.


-¿Qué precauciones legales debería tener una persona antes de casarse, durante el matrimonio y después tras un divorcio?

El antes está básicamente graficado en la situación patrimonial. Cuando tú vas a entrar en una sociedad conyugal, la pregunta del millón es: ¿quieres compartir o no quieres compartir tus bienes? Es un gran reto cómo le digo a mi pareja que no quiero compartir. Durante el matrimonio no hay muchos problemas judiciales, a menos que se dé un tema de violencia. El después es el problema.


-¿Por qué?

Porque tienes que ponerte de acuerdo en cómo separar tu patrimonio; también está el tema de los hijos, si los hay. Aunque uno no se casa pensando que se va a divorciar, la idea es estar preparado desde el comienzo en el tema patrimonial, sobre todo.


-¿Desde el sistema judicial qué se podría hacer para evitar este tipo problemas?

Actualmente, por default los miembros de un matrimonio tienen sus bienes mancomunados, pero si, al contrario, el sistema estableciera que se mantiene el patrimonio separado, ya no habría ese problema de pudor de decirle a tu pareja que no quieres compartir tus bienes. Nadie se pone a pensar si esto es relevante o no, pero cambiaría mucho las cosas, porque podría haber menos líos al momento del divorcio. Sería una buena solución para evitar cargas al sistema.


-En su libro también se abordan los problemas por deudas. ¿Se puede ir a la cárcel por dinero?

No hay cárcel por deudas, pero hay que diferenciar dos situaciones. La primera es cuando yo te pido un préstamo para hacer un negocio y por alguna razón este no sale bien. Entonces, eso es efectivamente una deuda y no hay prisión porque no puedes responder con tu propia vida por algo que es estrictamente económico.


-¿Cuál es la segunda situación?

Cambia cuando, por ejemplo, yo tengo la intención de engañarte desde el inicio. Ahí sí estoy cometiendo un fraude o una estafa y sí existe una sanción penal.


-¿Qué es lo más recomendable para no ser estafado?

La regla de oro es que si vas a prestar dinero, tengas un sustento de la persona que te va a devolver. Deberías exigir que te firme una letra o te dé un carro o una casa en garantía, algo que uno pueda cobrar en el supuesto de que no se pueda pagar la deuda. Con eso estás curado de todo.


-¿Por qué es importante que los ciudadanos conozcan la ley?

Para evitar los abusos de parte de la autoridad y para evitar problemas legales en las relaciones particulares. Esa es la razón práctica, aparte del deber cívico.


-¿Somos una sociedad que tiene un gusto por judicializar los problemas?

Sí, claro, y en eso colaboramos los abogados. La cultura de la conciliación y el acuerdo no es propiciada. Fomentamos que haya casos tras casos tras casos.


-¿Se dejan de atender casos importantes por este exceso de carga?

Sí, porque está saturado. Hay muchas personas que realmente necesitan tramitar sus casos y no tienen justicia porque los recursos humanos y económicos del sistema están ocupados en otras cosas.


AUTOFICHA

-“Soy Eduardo Herrera. Nací en el Hospital de Policía el 5 de abril de 1976. Mi papá era médico que se asimiló en la Policía y mi mamá fue profesora. He vivido la mayor parte de mi vida en San Borja. Estudié Derecho en la Universidad San Martín de Porres y una maestría en Derecho Penal en Colombia”.

-“Trabajé alrededor de 18 años como abogado litigante en juicios penales. Me retiré de ese campo del derecho en 2015 y actualmente me dedico a las consultorías en ética y anticorrupción para empresas. Estoy casado y tengo dos hijos”.

-“Pienso que un abogado debe ser un estratega, debe tener en cuenta que no siempre se ganan las batallas peleando, sino que a veces hay que ceder, transar y, sobre todo, buscar un beneficio para su cliente en un plano ético. Más allá del dinero, los abogados debemos ser agentes de solución de conflictos”.

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