“La herencia fatal es enorgullecerse de ser conservadores. ¿Qué hay que conservar? Cosas espantosas. Todo puede cambiar, mejorar, ser más justo”, manifestó el guionista (Mario Zapata/Perú21).
“La herencia fatal es enorgullecerse de ser conservadores. ¿Qué hay que conservar? Cosas espantosas. Todo puede cambiar, mejorar, ser más justo”, manifestó el guionista (Mario Zapata/Perú21).

De niño leía a Shakespeare y veía 'Simplemente María'. Se fascinaba tanto con Dickens como con Walt Disney. Quería ser escritor, pero de telenovelas. Hoy es guionista de la telenovela 'Ojitos hechiceros' y de '', serie histórica que se estrena esta noche, a las 10 p.m., por TV Perú.

En el colegio le fue bien en las materias de historia. Placer que vino de casa, donde se estimulaba la lectura, el cine, el teatro, la literatura. “La historia me parece divertidísima”, nos dice mientras dibuja una sonrisa de placer.

Lleva 33 años escribiendo para TV y teatro. Estudió Derecho para ser diplomático, pero el debut profesional vino en 'Carmín', exploró la actuación siendo el ‘Esclavo’ en 'La ciudad y los perros' y es dramaturgo autodidacta. Nos sentamos en un café barranquino para reescribir parte de su historia.

¿Se ha contado bien la historia del Perú?
No, fatal. Está espantosamente mal contada, comenzando con el mundo prehispánico. Ya lo dijo María Rostworowski, el relato histórico de ese tiempo se arma a través de una maravillosa fantasía literaria de Garcilaso de la Vega. Sobre la independencia, fue un proceso que tardó varios años, que tuvo muchísimas resistencias. El 28 de julio de 1821 es simbólico. Es muy fácil contar la estampita, pero lo interesante es contar la vida real y los procesos históricos.

¿Qué parte de la independencia abordará 'El último bastión'?
La etapa previa y posterior. Agarra 1817, que es cuando se empieza a hablar quiénes son estos que vienen del sur. Y termina en 1824, que es cuando realmente los españoles se van tras la Batalla de Ayacucho. Solo quedaría hasta 1826 el Real Felipe, donde estaba el español Rodil, que fue el último en irse.

¿De qué no nos hemos independizado?
De la mentalidad colonial cortesana, de la manera de entender el poder, de la manera de creer que hay castas, el racismo, la forma de excluir al otro, creer que Lima es el ombligo del país, mirar con desprecio a quien no es de tu barrio.

¿Cómo entender nuestro presente mirando a ese pasado?
En el primer capítulo de 'El último bastión' se dice bien claro: los españoles nos han hecho creer que nada puede cambiar. Es mentira.

“Quería ser escritor de telenovelas. No quería ser un escritor serio como los que leía en los libros. Me gusta que lo que escribo lo plasmen personas”, expresa Adrianzén (Mario Zapata/Perú21).
“Quería ser escritor de telenovelas. No quería ser un escritor serio como los que leía en los libros. Me gusta que lo que escribo lo plasmen personas”, expresa Adrianzén (Mario Zapata/Perú21).

En general, hay resistencia al cambio.
Mover algo da pavor. La herencia fatal es enorgullecerse de ser conservadores. ¿Qué hay que conservar? Cosas espantosas. Todo puede cambiar, mejorar, ser más justo. A pesar del gran cambio de sistema que hubo, la clase dirigente se reacomodó. Era un mundo que lo manejaba un grupo chiquito de hombres con dinero, blancos, terratenientes, con poder, que son los que no soltaron nunca la marmaja. La decepción vino porque no cambió todo radicalmente. Pero sí se ha cambiado.

¿Hoy ver en aprietos a los políticos más poderosos es una señal de cambio?
Es lo que tiene que pasar, porque ya está claro que no hay nadie intocable. No soy historiador, pero el gran problema con el Perú es que nunca hubo lo que pasó en México: la revolución, que realmente logró una hegemonía de lo mexicano. En el Perú no existió nunca una revolución.

¿No nos estamos refundando con base en la valoración de identidad?
Todavía no. Hay un camino sobre qué es lo que no queremos ser. Pero todavía no se entiende qué queremos ser. No queremos un país donde todo lo decida un grupo de hombres con plata, no queremos un país donde las mujeres sean ciudadanas de segunda, no queremos un país donde mande el racismo.

¿Un dramaturgo es una suerte de historiador?
Un dramaturgo no debe nada. A mí me interesa el entretenimiento como medio para contar otras cosas, pero también hay cosas que hago por puro entretenimiento.

El entretenimiento ha sido satanizado desde ciertas élites culturales.
Quizá cuatro aburridos.

¿Qué es el entretenimiento?
Todo aquello que hace que tú puedas recibir cultura de una manera que no te sea una obligación pesada. Nada es malo per se. Ni siquiera un reality es malo per se. Otra cosa es que esté mal hecho.

"o quería ser un escritor serio como los que leía en los libros. Siempre me gustaba que aquello que escribía lo hicieran personas", dice el guionista Eduardo Adrianzén (Mario Zapata/Perú21).
"o quería ser un escritor serio como los que leía en los libros. Siempre me gustaba que aquello que escribía lo hicieran personas", dice el guionista Eduardo Adrianzén (Mario Zapata/Perú21).

Antes has hecho productos históricos sobre Javier Heraud, Pasolini, García Lorca y ahora esta serie. En la otra orilla escribes para telenovelas tipo 'Ojitos Hechiceros'. ¿Cómo se entiende a sí mismo Eduardo Adrianzén en ambas orillas?
Sin el menor conflicto. Todo radica en que sepas exactamente qué estás haciendo, para qué, con qué concepto, para qué público y cuáles son las reglas para eso. Tiene que ver con la formación.

¿Cuánto te enseñaron 'Carmín' y 'Los de arriba y los de abajo'?
Mucho. 'Carmín' me enseñó lo que era la jungla de la televisión comercial exitosa. Lo bueno y malo. Y 'Los de arriba y los de abajo', que era posible hacer una dramaturgia televisiva totalmente alejada de lo que los acomplejados te decían que no se debía hacer: no mostrar peruanos comunes, no hablar de esos temas.

¿Por qué estudiaste Derecho?
Porque quería ser diplomático. El canciller García Bedoya me dijo que estudie Derecho porque si quería ser escritor, como diplomático conocería el mundo. Pero quería ser escritor de telenovelas. No quería ser un escritor serio como los que leía en los libros. Siempre me gustaba que aquello que escribía lo hicieran personas.

Y entregaste tu vida a la TV y al teatro. ¿Y la familia?
Me negué a la reproducción humana. Ha sido una elección ser libre y no ser responsable de nadie.

Aún existe la idea de que los hijos son parte de la realización personal.
Siempre me importó nada lo que esperara la sociedad. Me formaron para que haga lo que quiera. Los roles no me interesan. En San Marcos tenía muchos amigos que escribían para la posteridad. Pero la posteridad me importa un pito porque voy a estar muerto. Cuando tienes la certeza de que todo acaba acá, te preocupas por tu hoy.

Autoficha:
- “Soy Eduardo Adrianzén Herrán. Nací en Lima, tengo 54 años. Todo lo bueno que estudié fue en mi casa y con mi familia. Ahí aprendí el pensamiento crítico, a siempre cuestionarlo todo, siempre preguntarlo todo, a que nunca me digan ‘de esto no se habla’; siempre preguntar por qué y exigir respuestas”.

- “Obras de teatro tengo 23. Respecto a novelas de televisión, entre autor y coguionista, he estado metido, por lo menos, en 120 títulos. Cine no he hecho. Hice un telefilme con María Luisa, mi hermana. Hice tres películas como actor, para aprender cómo era un rodaje”.

- “Trabajo con la productora Del Barrio melodramas muy llorones, entretenidos. Y con mi hermana tenemos un proyecto, que tiene que ver con la independencia. Ojalá El último bastión sea el comienzo de la realización de series de ese corte. No hago mucho, me alegra que mi vida sea muy aburrida”.