Edgar Vivar, quien fue el Señor Barriga en El Chavo del 8.
Edgar Vivar, quien fue el Señor Barriga en El Chavo del 8.

En algún lugar de Sinaloa. Entre dos ciudades grandes. Un pueblo pequeño. En la plaza, aquella mañana se levantaba un circo. Los niños se acercaron para observar cómo armaban la carpa. Al lado de ellos se paró Edgar Vivar. Uno de los niños notó su presencia y volteó. Se quedó mirándolo. “¿Tú eres el que sale ahí?”, preguntó por los afiches. “Ah, tú eres el de la tele”, agregó. “Eres el que hace reír”, insistió. “A ver, hazme reír”, lo retó. “Me dejó helado, porque es el compromiso...”, me dice el actor mexicano y sonríe. Le regaló un pasé para que vaya a verlo en la noche. Al final de la función, el niño se acercó con la abuelita. “Ya ves, te dije que sí”, dijo tratando de convencerla de que había conocido al actor que los hizo reír, tratando de convencerla de que estaban parados frente al o Ñoño de El chavo del 8.

“Eso para mí es muy valioso”, me dice don sobre aquel recuerdo y las bondades del circo. Ha vuelto al Perú y esta vez para, junto a la actriz Patricia Barreto, ser parte del espectáculo de circo Volar, que va hasta el 14 de agosto, frente al Mall del Sur, en la cuadra tres de la Av. Los Lirios, en San Juan de Miraflores. Las entradas se adquieren en Teleticket.

Caminamos rumbo al camerino del circo. Le pregunto si es muy exigente con sus requerimientos. Me mira de reojo, como si desconfiara de la pregunta. Insisto que tal vez sería normal que una persona con su trayectoria tenga elevadas exigencias. Voltea del todo, me mira, ríe y dice: “¿Qué es lo normal?; a ver, vamos a empezar por ahí”.

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-Que alguien con cierto recorrido pida comodidades elementales.

Eso no va conmigo.

-¿Por qué?

¡Porque no! Para mí es más importante mi desempeño dentro de la pista y satisfacer la expectativa de la gente que viene a verme, que está pagando. Todo esto (mira la fachada del camerino) es accesorio.

(Ingresamos al camerino).

-¿Es cierto que Volar marca su despedida?

Sí. Despedida de las giras y de las presentaciones personales. La vida es sabia.

-¿Qué le dice la vida?

Que hoy todavía puedo ser capaz de ofrecer un desempeño digno de mi trabajo. Pero mis capacidades físicas están empezando a mermar, los problemas de movilidad... Pero estoy lúcido. Toda la vida me he preocupado por mantener una actividad intelectual muy rica: leo mucho, trato de mantenerme informado. Pero dicen que Dios perdona, pero el tiempo no.

Edgar Vivar con Patricia Barreto son parte del espectáculo Volar.
Edgar Vivar con Patricia Barreto son parte del espectáculo Volar.

-¿A qué actividades se va a dedicar?

Tengo una parte creativa que me gustaría seguir explotando: escribiendo, dirigiendo, todavía puedo actuar. Últimamente me he dedicado más al cine, tengo cuatro películas que están por estrenarse. Me encanta producir cosas bonitas y estoy en una etapa de mi carrera donde puedo escoger lo que quiero hacer.

-¿Qué son “cosas bonitas”?

Una apreciación estética y armónica de la vida. Trabajo para el público, buscando la armonía, buscando hacer cosas bonitas y compartirlas. Tener el contacto directo con la gente es muy bonito. Y, además, es un reto aquí en el circo, que es un espacio no convencional de teatro. Y en este espacio todo es posible, hasta volar.

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-¿El circo está vigente como institución o la tecnología le ha quitado protagonismo?

El circo es una diversión masiva desde los tiempos romanos y se ha ido transformando y adaptando. Y sigue vigente, haciendo mano de la tecnología. Esencialmente, el contenido es profundamente humano. Y ahora se ha prescindido de los animales, lo que apruebo. Y está el ingenio humano y ahora se ha destilado, se ha hecho más evidente el aspecto humano dentro del circo.

-¿El circo conserva su esencia o se ha reducido a ciertos clichés?

El circo es un espectáculo familiar por excelencia. Es trashumante. Aquí hay sincretismo, porque estamos haciendo teatro en una pista. Aunque el público que habitualmente va al circo no es comparable con el público que va al teatro.

-¿El circo democratiza más las artes escénicas?

Todos los espectáculos.

-Pero a veces un teatro es más elitista.

¿Qué es elitista?

-A veces solo acceden quienes tienen una buena posición económica o quienes vienen de cierta élite culta.

Hacer teatro dentro de un circo va dirigido a un mayor público.

Edgar Vivar en el circo.
Edgar Vivar en el circo.

-Hay circos en los pueblos más alejados.

Es lo hermoso del circo. Durante 15 años trabajé en muchos circos. Le di dos veces la vuelta a mi país. Y he trabajado en todos los países de América Latina, con excepción de las guyanas y Cuba. He llegado a lugares donde nunca imaginé llegar.

-¿El circo es un remedio contra algo?

Es una diversión, nada más. Hace falta divertirse con cosas que no hagan daño. Es una opción sana. Prendo la televisión y los programas cómicos que veo ahora no me gustan. El circo me parece una opción más armónica, hermosa, bonita. En el programa (El chavo del 8) que hicimos durante 25 años nunca escuchaste doble sentido o una mala palabra.

-Considero que de aquella generación de El chavo del 8, de los que aún están con nosotros, usted es el más consecuente y lúcido.

Es un halago, muchas gracias. Todos los días me pregunto: ¿Algo hice bien? Puedo caminar por todo América y tengo amigos que no han sido presentados y cada vez que vengo tengo más amigos. He tratado de ser honesto y cabal toda mi vida. Es muy difícil ser congruente entre lo que piensas y lo que haces. He tratado. Soy transparente. Por eso ya no voy a hacer giras. Hubiera podido seguir haciendo Ñoño, pero yo no me sentía cómodo.

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-¿Alguna vez soñó con volar?

Sí, ¿tú no?

-Sí, pero también está el miedo...

El chiste es saber convivir con el miedo. A mí siempre me da miedo entrar a escena. Siempre.

-¿Actuar es como volar?

Desde luego que sí, porque es lanzarte al vacío, porque es confiar en tus alas, en tu preparación.

(Salimos del camerino, hay que hacerle fotografías. Los trabajadores del circo lo miran, sonríen como queriendo acercarse. El actor llama a uno de ellos, que viste un traje naranja, y le dice: “Ven, vamos a tomarnos una foto”. Pide a su asistente que tome la foto con su celular y que luego se la pase al trabajador. Sigue su trayecto y al fondo lo esperan otros trabajadores que, más confiados, se acercan a don Edgar Vivar).

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