Dunia Felices será parte de los Juegos Parapanamericanos Lima 2019. (Fotos: Diana Chávez).
Dunia Felices será parte de los Juegos Parapanamericanos Lima 2019. (Fotos: Diana Chávez).

Su madre no le cantaba canciones de cuna, sino temas ligados a la violencia en , Ayacucho. A su abuelo lo mataron porque era militar. Nació en 1990 y para el 92 ya vivía en Lima con sus tíos, quienes la adoptaron. No era una niña que estaba sentada frente al televisor. Agarraba su bicicleta y se iba a practicar deportes a la Videna. A los 15 años, a raíz de una afección que ataca los vasos sanguíneos, le amputaron las manos y pies. Pero le regalaron un estuche con plumones y, sin saberlo, eso le cambió la vida. Hoy es artista plástica.

En la calle, los niños murmuran: “Tiene prótesis”. Un taxista se alarma: “Señorita, no tiene manos. ¿Cómo puede pagar?”, pero ya no le incomoda; más bien, le molesta que le digan “señora”, a sus 28 años. A través del arte y la necesidad de transformación de la sociedad, ella se sumergió en la natación para hacer algo más que nadar, como una nueva forma de cambiar el mundo. Y ahora será parte de los Juegos Parapanamericanos Lima 2019, que van del 23 de agosto al 1 de setiembre.

En el arte y la natación, ella deja constancia de su destreza con el cuerpo, mente y disciplina. Es autosuficiente y determinante. Termina esta entrevista y, en una mañana de verano, empieza a llover. Es el poder de la historia y las palabras de Dunia Felices.

Me comentas que durante el primer año tras tu operación, te sentías como nueva saliendo al mundo, con un nuevo cuerpo. ¿Cómo lo enfrentaste?
Mis hermanas siempre hablaban conmigo, cuando me veían pensativa o triste. Me dijeron “tú no puedes cambiar a la gente”, “no eres una persona que se vea todos los días en las calles”. Pude entender que uno no puede dejar que te miren, pero sí puedes elegir cómo quieres que te miren. Si antes me molestaba que me miraran, ahora me parece chévere que lo hagan, porque así enseñas que no solo existe un cuerpo con extremidades completas.

¿Y sientes que la gente te mira diferente?
Si antes sentía que me miraban con lástima, ahora puedo sentir que me miran con admiración. Yo, de alguna manera, pude elegir eso.

Dunia Felices
Dunia Felices

¿Qué te dio el arte?
Un espacio para expresarme y plasmar una sensibilidad. Pero no solo quería pintar o dibujar. Necesitaba algo más. Encontré temas desde lo personal y llevarlos al lado social. No solo es hablar de Dunia, sino también de una ciudad, de una sociedad, de la identidad cultural, sobre la memoria.

¿Y el deporte cómo se coló?
Hace tres años yo venía haciendo temas sobre la paradoja de la inclusión y exclusión de las personas con discapacidad. Buscando referentes fotógrafos y escultores, hallé a Michael Stokes, quien hace fotografías a veteranos con amputaciones. Me pareció fabuloso. Y me encontré con el mundo del paradeporte. Luego vi al peruano Pedro Pablo de Vinatea. Era algo nuevo: ver a una persona amputada corriendo, exhibiendo su prótesis. Me pareció genial. Y dije, ¿por qué no? Pero siempre ligado a querer transformar.

¿Cómo fue ese primer contacto con el agua?
Lo primero fue la parte psicológica. Nunca me había quitado las piernas delante del público. Lo hice, ingresé al agua y no reconocí mi cuerpo. Ahí fui más consciente de quién era Dunia. Aprendí que no estaba mal pedir un favor. Pero después de esa primera vez no quería volver.

¿Y por qué volviste?
Quería hacer un deporte y era lo que buscaba. Un reto. Sabía que se me iban a complicar las cosas, pero esa era la idea.

Era enfrentarte a la vida.
Me hubiese hecho daño si no lo hacía. Me hubiera quedado con el “no pude”.

¿Enfrentarse es como encontrar la libertad?
Sí y al día siguiente cuando volví, fui preparada para lo que tenía que hacer: cómo dejar las piernas ortopédicas, aprender a salir del agua. Hoy me siento libre.

¿En el agua hay arte?
Sí, claro. Cuando tienes otro tipo de sensibilidad –y para eso me ha ayudado el arte–, en el agua encuentras formas, luces y a uno mismo. Por eso tengo pendiente trabajar el arte con el deporte. Amo las dos cosas.

Los Parapanamericanos ponen en debate un tema pendiente: el entorno en el que viven las personas con discapacidad y lo hostil que es.
Todo es un proceso y es parte de la educación. Muchas personas con discapacidad no quieren hablar, pero creo que tienen el deber de hacerlo y transmitir sus experiencias para transformarlo en algo bueno y positivo. De esa manera educas. Y es una cadena.

¿No crees que vivimos en una ciudad amputada?
Justo ese título le puse a un proyecto que hice: La sociedad como una ciudad amputada. Hay carencia y mal manejo de rampas: muy empinadas, sin mantenimiento. Está la imagen del “inválido”, de que solo es discapacitado el que usa silla de ruedas.

En la natación el objetivo es ganar una medalla. ¿Pero hay una meta más profunda?
Crear un cambio en todo el proceso que se da con el deportista.

¿Cuándo se triunfa en la vida?
Cuando rompes barreras, superas dificultades. Cuando enfrentas tus miedos. Cuando lo haces, lo tienes todo

¿Has vuelto a Sarhua?
No. Nunca me dejaron volver. Cuando vine, en mis pañales encontraron un grillo, lo que significaba que si volvía, iba a morir.

¿Y no has pensado en volver?
¡Sí! Mis padres están allá. Siempre me he comunicado con mi padre, pero no con mi madre. El arte me ayudó a reflexionar sobre eso, retomar mi identidad. Comencé a hablar con mi madre, pero ella solo habla en quechua y yo ya no. Perdí a mi hermano y quería acercarme a ella, como una forma de encontrarme.

¿Qué quisieras decirle a través de esta entrevista?
Que a pesar de que no me crió, sigo siendo su hija.

Dunia Felices
Dunia Felices

AUTOFICHA:

“Soy Dunia Felices Rojas. Nací en Sarhua, Ayacucho. Ingresé a Bellas Artes, pero no seguí. Me fui a Corriente Alterna, donde más bien el aprendizaje es multidisciplinario. Y luego ya me dediqué al deporte. Me inspira la ciudad, el sonido de la ciudad, sus imágenes, los temas que salen de ella y las personas”.

“Me molesta las personas que se saltan la experiencia y no quieren pasar por un proceso, que es psicológico, espiritual y físico. Muchos se quieren ver en la cima sin pasar por un proceso. En el arte no hay piezas definitivas. Cuando me encuentro con el arte, puedo desaparecer días”.

“En algún momento me gustaría publicar un libro de poesía ilustrado. Quiero ir a Sarhua y quedarme un buen tiempo aprendiendo las costumbres, algo que he postergado. Me gustaría construir instrumentos musicales. Retomar el quechua y hacer un proyecto social: trabajar con las mujeres”.