Rodrigo Salazar
Rodrigo Salazar

Rodrigo Salazar viajó a Brasil hace seis años para realizar su maestría, pero siente que nunca se fue. Me cuenta que el Perú siempre estuvo con él, ha sido parte de su vida y de su trabajo. A través de una videollamada puedo sentir en su voz y ver en su rostro el amor que tiene hacia el país que lo vio nacer y la responsabilidad que carga por querer solucionar los problemas de nuestra sociedad.

Él se dedica a rehabilitar los rostros de pacientes con cáncer, accidentados o con alteraciones congénitas. Aunque lo que realmente hace es devolver la identidad a estas personas que sienten que la perdieron. Su función trasciende la labor médica y se conecta con el ámbito social y hasta espiritual.

Rodrigo descubrió su camino hace más de 16 años, cuando aún estaba en el colegio. El cáncer azotó a su familia en el pasado y eso fortaleció su convicción de querer continuar un camino donde pudiera ayudar a los demás.

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¿Por qué viajaste a Brasil?

Fui invitado a cursar una maestría acá, en Brasil, por Luciano Dib, que es mi mentor, actual jefe y presidente de la organización “Mais Identidade”. Fui invitado para complementar mis estudios como cirujano dentista, dedicado al área de la rehabilitación del paciente con cáncer, rehabilitación bucomaxilofacial. Me invitaron a hacer esa maestría y ya me quedé. Incluso me voy a casar con una brasilera pronto. Además, es el país con más publicaciones científicas en América Latina.

¿Fue fácil para ti abandonar tu vida en Perú? ¿Sabías que te quedarías por allá?

Salí sabiendo que no me iba a desvincular del Perú. Sacando la etapa de la pandemia del COVID-19, nunca pasé más de dos meses fuera del Perú. Nunca sentí que me fui. Más allá de despertarme y hablar otro idioma en estas calles, el Perú siempre estuvo presente en todas mis acciones, tanto así que la ONG que tenemos abrió puertas en Perú también. Estamos consolidando este equipo en Perú. Entonces no siento que me fui, incluso creo que no me ha cambiado el acento (risas), los brasileros siempre me preguntan de dónde soy.

¿Los brasileros son muy diferentes a nosotros?

Sí, en varios aspectos. La cultura del brasilero es bastante agradable, en el sentido a la tranquilidad con la cual lidian con los problemas. Los peruanos somos un poco irritables. El brasilero se toma con un poco más calma las cosas.

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Tu área de trabajo es relativamente nueva. ¿Eres un precursor?

Si bien las tecnologías en el mundo existen hace unos 20 años, son pocos y selectos los grupos en el mundo que las usan. En América Latina somos uno de los grupos pioneros que ha conseguido articular estas tecnologías, que además de ser de avanzada son accesibles. Mi gran trabajo de maestría fue usar un celular como escáner 3D y hemos creado un software para poder hacer las planificaciones quirúrgico-protésicas y también usamos impresoras 3D. Fuimos los primeros en el mundo en utilizar recursos accesibles como estos con la finalidad de hacer prótesis faciales.

¿La salud es más una vocación que una carrera?

Toda profesión de salud nace de la vocación de servicio. Es una carrera que parte por querer ayudar a las personas, querer salvarlos de enfermedades o mejorar su calidad de vida. Sin embargo, hay una dificultad en nuestro sistema público de atención y vicios heredados del sistema que a veces terminan perjudicando y contradiciendo estas vocaciones. Sin entrar a criticar el sistema, creo que hay mucho por desarrollar, como cultura organizacional y optimización de recursos para que esta vocación se vea entendida y arraigada en la población, para que la gente se sienta acogida más que querer ser despachada.

¿Cuándo supiste que esta era tu vocación?

Siempre me gustaron las ciencias. Me generaba mucha curiosidad saber por qué sucedían los fenómenos de la naturaleza. A los 16 años sentía que esta carrera (cirujano dentista) me satisfacía e iba a tener la posibilidad de tener más autonomía en mi acción. Esto se suma con un tema personal. En mi familia hubo mucho cáncer, tanto en el pasado como en el presente, y cuando más adelante encuentro que esta área del cáncer estaba desatendida, me quedé boquiabierto y sentí que estaba llamado a cerrar ese ciclo.

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Hay un refrán que dice que “la cara es el espejo del alma”. ¿Qué es el rostro para la identidad de tus pacientes?

Nuestro objetivo no se trata de hacer la prótesis, sino de reintegrar a la persona a la sociedad. Que se pueda mirar al espejo y se sienta ella misma. Hay personas que necesitan pasar desapercibidas porque la sociedad no está preparada para ver este tipo de contextos diferentes. Transmites con el rostro sentimientos y todos los sentidos. Es gente que tiene que enfrentar la segregación por las diferencias, por eso este es un proceso de inclusión. La identidad es una necesidad humana para poder recuperar las capacidades y continuar con una vida habitual.

¿Qué ejemplos te gustaría dar a las próximas generaciones de profesionales de la salud?

El mensaje que quiero dar es que nadie trabaja solo. La mejor forma de poder sacar adelante un proyecto es siempre dejando institucionalidad. En las áreas de la salud no existe el trabajo individual y se necesita colaborar con las múltiples generaciones, especialidades y opiniones. Le deseo a todo profesional de la salud que pueda trabajar en un entorno de comunicación horizontal, el cual nos permite tener una libre oportunidad de comunicarnos para poder construir un conocimiento real.

¿Y para los peruanos?

No debemos creer que,porque estamos en un país de tercer mundo como el Perú tenemos que perder las ganas de querer innovar con tecnología. Lo digo así de frío porque tenemos la chance y toda la creatividad y todos los recursos a nuestra disposición para poder elevar el estándar. Tenemos que ponernos la mano en el pecho y decir “yo soy peruano, yo sí puedo lograrlo”.

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