La última semana de setiembre, el comandante Eduardo Atkins empezó a recibir una serie de sorpresivos mensajes en su celular. Se trataba de amigos y familiares que le preguntaban sobre la noticia de la . Le decían que cómo era posible que se venga dando tal hecho, que era lo más cercano a una afrenta extranjera y que la Marina de Guerra no lo debería permitir. La alerta había sido lanzada por la Embajada de Estados Unidos en Perú a través de tuit breve, aunque lo suficiente para revolver nuestro patriotismo.

Tras el aluvión de mensajes, el comandante inició un ejercicio para calmar las aguas. Mensaje por mensaje y con la experiencia alcanzada tras casi dos décadas como oficial de la Marina, les explicaba a sus curiosos contactos de WhatsApp que tal escenario era impensado. Era simple: “En la Marina tenemos un sistema satelital por el cual controlamos a todas estas embarcaciones electrónicamente desde el Callao. Y no solo eso, tenemos también patrulleras que salen a hacer su trabajo”, les escribió. Posteriormente, un comunicado de la Marina de Guerra confirmaría su versión.

Con la misma parsimonia que usó semanas atrás, el comandante Atkins nos reitera dos semanas después de aquel episodio que la costa peruana se encuentra altamente resguardada por las fuerzas marítimas peruanas. Él es una voz autorizada. Desde hace más de un año es comandante del BAP Río Cañete, un buque guardacostas construido en 2016 que se encarga de realizar el patrullaje por todo el mar peruano. Justamente cuando se supo de la alerta de las embarcaciones chinas, la embarcación zarpó rumbo al área en conflicto y llegó en poco menos de 14 horas. Así, las autoridades peruanas pudieron confirmar que la flota de pesca extranjera se encontraba afuera de las nacionales.

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Pero resguardar el Mar de Grau no solo conlleva supervisar la navegación de naves extranjeras. De acuerdo con la misión encargada, el guardacostas realiza labores de rescate, reprensión de las actividades ilícitas (pesca ilegal, contrabando, narcotráfico, etc.) o protección del medio ambiente marítimo. Una de las misiones más recordadas por la tripulación ocurrió el año pasado y terminó con el decomiso de (la extracción de esta especie se encuentra prohibida), que eran transportados ilegalmente por una embarcación pesquera peruana bautizada como Adonai. Muchas veces la amenaza no tiene una bandera de otro país.

El comandante Atkins lleva 18 años como oficial de la Marina. Aprendió a querer al mar en las costas de Paita. (Anthony Niño de Guzmán/GEC)
El comandante Atkins lleva 18 años como oficial de la Marina. Aprendió a querer al mar en las costas de Paita. (Anthony Niño de Guzmán/GEC)

LOS VIGÍAS

Es la mañana previa al 8 de octubre, Día de la Marina en conmemoración de la Batalla de Angamos y la gesta de Miguel Grau, y el sol parece recordar al héroe peruano porque brilla sin obstáculos frente a las costas del Callao. Dentro del BAP Río Cañete se respira un ambiente de camaradería. El buque guardacostas es alistado para el día más importante de la institución, el cual este año estará lamentablemente marcado por la pandemia del coronavirus. Los marinos a bordo se esfuerzan por dejar la nave impecable. Alrededor, otras embarcaciones, como el BAP Pisco, el BAP Unión o el BAP Carrasco, también lucen imponentes, componiendo en el mar chalaco una postal de orgullo.

Sin olvidarse del respeto a los grados, los seis oficiales y 24 subalternos que conforman la tripulación del BAP Río Cañete mantienen un compañerismo vital para sobrellevar las largas jornadas en alta mar, como el patrullaje que mantuvieron desde febrero a agosto último. Fueron seis meses vigilando la zona sur del país, mientras en tierra se libraba una dura batalla contra el COVID.

“Muchos de nosotros tuvimos a familiares enfermos y estuvimos afligidos por estar lejos, pero teníamos que continuar cumpliendo nuestra labor”, menciona el comandante Atkins, para luego señalar al teniente Paulo Sierra, el segundo comandante a bordo, como una pieza fundamental en la unidad. “Con su investidura, su manera de ser y personalidad, ha logrado mantener el compromiso y la moral elevada en la tripulación durante todo este tiempo”, reconoce.

Al costado de ambos se encuentra el Oficial de Mar Antony Bendezú, quien lleva cerca de cuatro años como tripulante de esta nave. “Llegué en enero de 2017 y siento que no he dejado de aprender y de formarme como persona. El profesionalismo es fundamental en nuestro trabajo”, dice brevemente. A sus 23 años, se encarga de mantener todos los equipos electrónicos de la embarcación en buen estado. De su labor depende, por ejemplo, que el radar que ubica a cualquier embarcación cercana funcione correctamente.

A 141 años del Combate de Angamos, esta tripulación continúa ejerciendo la encomiable labor que les supo enseñar Miguel Grau: cuidar el territorio patrio. “Los peruanos deben confiar en que sus 200 millas están resguardadas”, recalca el comandante Atkins, con el arrojo y valentía que les heredó el Caballero de los Mares.


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