‘La lealtad de los caníbales’ es la nueva novela de Diego Trelles Paz. (Foto: Javier Zapata).
‘La lealtad de los caníbales’ es la nueva novela de Diego Trelles Paz. (Foto: Javier Zapata).

Ya era doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Texas y venía de ser catedrático por cuatro años, pero ingresó a como estudiante de Estética, una nueva maestría que sería una suerte de salvoconducto.

Subió al piso siete de un edificio y se instaló en una buhardilla de 18 metros con baño afuera. Una sola pieza que alojaba un sofá cama, dos armarios pequeños, una cocina, una mesa para escribir y las ventanas desde donde se veía, a lo lejos, la Torre Eiffel.

Era 2013. El mismo año que Bioy fue finalista del Premio Rómulo Gallegos y un año después de que aquella segunda novela ganara el Premio de Novela Francisco Casavella 2012. “Y me fui quedando”, me dice sobre la ciudad donde escribió la novela La procesión infinita (Anagrama, 2017), finalista del Premio Herralde, y ahora La lealtad de los caníbales (Anagrama, 2024), que completa esta trilogía sobre el Perú contemporáneo.

Diego Trelles Paz atiende mi llamada desde París. Ahora vive a 30 minutos a pie de aquella buhardilla.

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En 2017 te entrevisté a propósito de La procesión infinita y te recordé una cita del libro: “Pasó la dictadura, pero nada se fue”. Te lo planteé como una frase pesimista. Pero hoy, a la luz de los hechos, pesimista suena hasta inocente. ¿Cómo sintoniza La lealtad de los caníbales con su tiempo?

Me parece que es una novela que termina siendo muy actual, porque no la terminé cuando cae Castillo ni cuando entra Boluarte ni cuando se mata a 50 personas. La terminé antes. La lealtad de los caníbales no está situada en el presente realmente, pero tiene una actualidad tremenda.

Varios de los personajes tienen múltiples rostros. La historia del comandante Arroyo, la transformación de Rosalba, la imprevisible Blanca.

La idea desde el principio era presentar personajes ambivalentes que viven dentro de un microcosmos que es el bar y dentro de una ciudad que es Lima. Y que intentan desarrollarse y sobrevivir, pero todos cargando un trauma. Hay algo que no funciona en ellos. Nadie es plenamente feliz. Esa humanidad un poco sufriente. Me interesaba llegar hasta el límite sin necesariamente tener que empatizar con ninguno. Sin tampoco hacer una novela en la cual es fácil delinear la línea entre lo que está bien o está mal. Muchos de esos personajes hay que ver sus contextos y su pasado. Muchos de ellos son hijos de la guerra. Hay una violencia que no cesa, que se reproduce, que no solo es violencia física.

‘La lealtad de los caníbales’ es la nueva novela de Diego Trelles Paz.
‘La lealtad de los caníbales’ es la nueva novela de Diego Trelles Paz.

A Tito, el dueño del bar, lo conviertes en casi un experto en literatura. Uno de los policías tiene una sensibilidad artística que la pone de manifiesto mientras va matando a otra persona. ¿Por qué tus personajes son así?

Para empezar, no es una novela tan realista. De hecho, el final no es realista. Lo otro, como en varias de mis novelas, hay personajes extravagantes y esos personajes me atraen. Ahora bien, fíjate, yo tengo muchos lectores policías, y muchos, ah, que me escriben. De hecho, para algunas de las jergas que yo no conocía recurrí a ellos. Y son policías que leen mucho. Tengo un amigo policía, por ejemplo, que se especializa en ir a Amazonas a buscar ediciones de Bioy, las compra y las regala. Y es una novela que cuesta ahorita bastante dinero. Una novela que se agotó y no la volvieron a reeditar, seguramente la reedita en unos años Anagrama. Y este loco va a Amazonas, las compra, me las muestra y las regala. Se dice que “los policías son así, son ‘asa’”. Pero no.

Precisamente, por eso me parecen interesantes los rostros de tus personajes, porque en el mundo real vivimos en los extremos: el policía malo, el izquierdista terruco, el de derecha facho. Todo muy estructurado.

Claro. Me interesa escarbar en esos huequitos que nos otorga la realidad y comenzar a explorar por ahí. No me interesan mucho los personajes planos. Muchas veces los personajes se te van, que no quiere decir que pierdas el pulso de la escritura sino que moralmente lo que podría ser represivo para ti, el personaje te lo pide. Veamos el caso del cura español, cuando escribí esas partes me daban escalofríos porque eran muy duras; sin embargo, intentaba avanzar, pese al personaje repugnante, hacia donde estaba su humanidad. En los personajes principales de la novela hay una necesidad de escarbar en ellos, pero no necesariamente desde mi moralidad, desde mi ideología, desde mi posición política.

¿Por qué es importante escarbar en esa humanidad?

Porque le da a los personajes una suerte de credibilidad. Creo que algunas de esas extravagancias los hacen humanos, cercanos. No deberíamos ver a los ciudadanos como si así fueran completamente. Me interesaba que los personajes no sean completamente malos o buenos, hacerlos humanos dentro de este microcosmos que es Lima, que no es amable.

‘La lealtad de los caníbales’ es la nueva novela de Diego Trelles Paz. (Foto: Javier Zapata).
‘La lealtad de los caníbales’ es la nueva novela de Diego Trelles Paz. (Foto: Javier Zapata).

¿Por qué eliges la música como un factor constante en La lealtad de los caníbales?

La cultura popular es algo que me interesa mucho, porque creo que la literatura está en todas partes. Y la música comunica mucho. Me nutro de otras disciplinas y en mis novelas vas a encontrar cine, música, cultura popular, distintas formas de intentar contar una historia sin necesariamente quedarme en los límites de la literatura.

¿La música te llevó a la literatura?

Sí, comencé escribiendo en la revista Caleta. Y para escribir en Caleta mandé una carta manuscrita. En las épocas de los apagones de Sendero yo jugaba con mi radio, yo era el disc-jockey y hacía la guerra de estrellas (risas). Ese era mi juego. Entonces, la música siempre estuvo presente. Encontré Caleta en el quiosco, traía bandas peruanas. La compré y dije “yo quiero escribir ahí”. Mandé mi carta. Me presenté. “Soy tal, me encanta su revista y quiero escribir para ustedes”. Me dieron casetes y empecé a colaborar. Debo haber tenido 16, 17 años. De hecho, Caleta sacó Hudson el redentor.

Me dices que por coincidencia te ha tocado estar en momentos complejos del Perú, Estados Unidos y Francia. El terrorismo, el atentado a las torres gemelas y ataques en París. ¿Esos episodios forman al escritor que eres?

Fíjate, me hice escritor sin pensar tanto en la violencia política. Pero siempre me interesó la política, porque además vengo de un entorno de padres intelectuales, que estudiaron en Católica, que participaban de esto y esas cosas me interesaban. En Hudson el redentor yo estaba escribiendo sobre mi barrio, pero automáticamente lo acomodé a la época de la dictadura, porque es verdad que yo conscientemente decidí ser escritor durante la época de la dictadura fujimorista. Cuando me siento a escribir Bioy me doy cuenta de que en realidad ese era un tema que realmente me interesaba y me jaló a pensar en la idea de una trilogía.

¿Hoy podrías vivir en el Perú?

Sería bastante difícil para mí, porque llevo más de la mitad de mi vida fuera del país. Me fui a los 21 años, ya voy a cumplir 47 este año. Ya soy franco-peruano, pero nunca he dejado de ser peruano. Mis novelas nunca han abandonado el Perú. Hay una suerte de cordón umbilical que no he sabido cortar. No soy un ciudadano del mundo, soy un escritor peruano. Y no es nacionalismo, sino porque en mis novelas está presente el Perú y está presente como una herida abierta.

Y pienso en este tramo de la novela: “(Vivimos) un fracaso alegre y festivo”.

Sí pues, porque nuestro deporte es la evasión.


AUTOFICHA:

-“Estudié Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima, con especialidad en Periodismo y Cine. Pero yo quería ser escritor. Ya hay escuelas de escritura, pero en esa época no había. Y luego hice el doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Texas”.

-“En novelas siempre vuelvo a Santuario de Faulkner, a Onetti, a Rulfo y Conversación en La Catedral y Los cachorros de Vargas Llosa, Los detectives salvajes de Bolaño, Meridiano de sangre de McCarthy, El Quijote. En música, escucho un poco de todo. Fui muy metalero”.

-“Estoy escribiendo cuentos, pensando en un nuevo libro. Pero no sé si el próximo libro sea de cuentos, lo más probable es que publique una nueva novela, que ocurre en París. Vivo de los libros y de actividades paralelas: chambas con universidades de Lima y trabajo acá en un liceo enseñando español”.


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