En cada capítulo de la podemos encontrar actos valerosos, héroes nobles que pusieron los intereses del país por encima de los suyos. Decisiones heroicas que fueron sin escalas a los libros de historia. Figuras a la que cada tanto se les rinde homenaje. La lista es extensa, pero ¿qué ocurre cuando nos toca nombrar a nuestras heroínas? ¿Recordamos con facilidad la gesta de Antonia Moreno en la guerra del Pacífico? El nombre de la valiente afroperuana Catalina Buendía engalana una plaza o el sacrificio de Micaela Bastidas no se conmemora en el calendario.

“Los historiadores han sido injustos, aunque (a las heroínas) en sus pueblos las recuerdan con cariño, como a Carolina Buendía en San José de los Molinos (Ica). De pequeño leí las memorias de Antonia Moreno y me parecieron fascinantes. Me decía a mi mismo: “¿Cómo es posible que no formen parte de la historia oficial?”.

Esta es la interrogante que ha acompañado al escritor y abogado Bruno Polack, que no solo ha buscado respuestas, sino reivindicaciones. Justamente por eso —asegura— escribió Mujeres que forjaron el Perú (Planeta:2020), un libro que nos trae 10 perfiles de peruanas que dieron hasta su vida por ver a su patria convertida en República.

ANTONIA MORENO

La gran heroína de la guerra del Pacífico.

En 1881, en plena guerra del Pacífico, Antonia Moreno, esposa de Andrés A. Cáceres, lideró el acopio de armamento para la resistencia que se encontraba fuera de Lima. El lugar escogido para guardar estos elementos fue el Teatro Politeama. Todo se realizó con absoluta cautela, burlando la vigilancia del Ejército chileno que había tomado la ciudad por completo. La heroína peruana demostró su enorme valor y entrega a la causa. Entre el armamento recolectado había un pequeño cañón y que debía ser sacado de la ciudad lo antes posible para evitar que caiga en manos chilenas. Moreno ordenó desarmar el cañón, meterlo en un ataúd y simular un cortejo funebre hacia el cementerio. Así fue como el arma pudo salir de la capital y llegó a la resistencia. A los pocos días, ya disparaba a favor de Cáceres y las fuerzas patriotas.

MARÍA PARADO

Y su martirio libertario como legado

La mañana del 11 de mayo de 1822, María Parado salió con las manos atadas y los pies descalzos. Su destino era inevitable: ser ejecutada. Ese era el precio de haber servido por varios meses a la causa de la Independencia, informando desde la ciudad de Ayacucho al contingente de Cayetano Quirós (donde servía su esposo) sobre los movimientos del régimen español. Eso permitía a los montoneros estar siempre un paso adelante de los realistas, que se resistían a dejar en libertad a la ciudad sureña. A pesar de no saber escribir, María Parado se las había ingeniado para crear un sistema de cartas infalible, hasta el día fatal en que uno de sus mensajes fue descubierto por las fuerzas del cruel militar español José Carratalá. Acusada de traición, fue torturada antes de su muerte. Sin embargo, las crónicas cuentan que nunca pudieron sacarle una palabra. De pie y con la mirada en alto, la valerosa ayacuchana fue fusilada.

CATALINA BUENDÍA

La heroína afroperuana y los valientes vecinos de san José de los Molinos

Si bien ya se había firmado la rendición de Perú y Chile se alzaba como el ganador de la Guerra del Pacífico, al enterarse de que las tropas chilenas llegarían a sus tierras, el pueblo iqueño de San José de los Molinos supo que había llegado el momento para vengarse por la ocupación. Liderados por Catalina Buendía, una humilde afroperuana, el 20 de noviembre de 1883 recibieron a los invasores con balas y piedras, aunque poco resistieron ya que los extranjeros lograrían la victoria. Pero ese fue el preámbulo a la gesta de Catalina. Cuando el alto al fuego se dio, la mujer se acercó al jefe del batallón enemigo y le ofreció chicha de jora. El chileno —incrédulo— le pidió que ella pruebe primero, temiendo que esté envenenado. Sin dudarlo, la peruana bebió, logrando que el enemigo y parte de su tropa también lo hagan. Minutos después todos cayeron muertos, incluso ella. La chicha estaba envenenada. Catalina sacrificó su vida para lograr su venganza.


MICAELA BASTIDAS

La primera prócer de la Independencia de América

Luego de encender la revolución junto a su esposo, Túpac Amaru II, Micaela Bastidas —convertida ya en una estratega—tenía plena seguridad de que tal empresa no podía continuar sin que se tomara la ciudad del Cusco. Sin embargo, ciertas vicisitudes hicieron que el matrimonio nunca consiguiera tal hazaña. Ambos fueron apresados junto a sus hijos y condenados a una muerte cruel. La historia cuenta que la mañana del 18 de mayo de 1781, la plaza de Armas de Cusco lució sombría. Los soldados iniciaron el horror estrangulando a uno de los hijos. La siguiente fue la propia Micaela, a quien se le cortó la lengua. Finalmente, fue asesinada a patadas y puñetes y su cuerpo fue desmembrado como acto de advertencia para quien intentara desobedecer. No obstante, los españoles no imaginarían que la sangre derramada de los héroes servirían de combustible para el deseo de libertad de toda una nación.


TOMASA TITO CONDEMAYTA

Y el primer ejército de mujeres libertarias

El día de la ejecución de Túpac Amaru II y Micaela Bastidas, otra heroína también ofrendaba su vida. Su nombres es Tomasa Tito Condemayta, quien durante la revolución tupamarista, se convirtió en un engranaje fundamental para sus victorias.

La valiente caudillo, nacida en 1729 en el seno de una familia noble Inca asentada en la provincia de Acomayo (Cusco), escribió su nombre en la historia peruana al formar el primer ejército de mujeres. Su gesta ocurrió tras la gran victoria de los revolucionarios en Sagarará (Cusco), donde había participado valerosamente. A su regreso a Acos, se enteró de que un batallón español había preparado una emboscada contra Túpac Amaru II. Como el tiempo no era suficiente para dar aviso a sus aliados, llamó a todas las mujeres para enfrentar a las huestes extranjeras. El puente Pillpinto fue el escenario de su valerosa acción, que acabó con la derrota de sus contendientes.

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EL LIBRO

Trae los perfiles de Antonia Moreno, María Parado, Higinia y María Toledo, Catalina Buendía, María Valdizán, Olinda, La Rabona, Micaela Bastidas, Tomasa Tito Condemayta, Francisca Zubiaga y Brígida Silva.

EL AUTOR

Bruno Polack (Lima, 1978) es escritor y abogado. Además de sus 5 poemarios, ha publicado el libro El último virrey del Perú (Planeta 2017). Ha sido fundador del Festival Internacional de Poesía de Lima.