Denisse Dibós presenta el musical 'Nací para quererte'. (Foto: Javier Zapata/Perú21)
Denisse Dibós presenta el musical 'Nací para quererte'. (Foto: Javier Zapata/Perú21)

A pesar de venir de una familia de políticos, Denisse Dibós se decantó por la actuación. Tras haber trabajado en diversas producciones, fundó Preludio, una productora que apuesta por los musicales. Y con Preludio ahora ha puesto en escena Nací para quererte, una obra que va hasta el 13 de agosto en el renovado teatro Segura. Y que de paso nos cuenta un poquito de la historia del Perú.

Su padre y abuelo fueron alcaldes de Lima. ¿Alguna vez quiso formar parte de un partido?

Hay una vena política que está ahí. Yo soy artista desde muy pequeña y es mi forma de hacer patria. En algún momento me arrepentí de no haberme metido más en política, pero todo el que se mete sale mal parado. Es terrible. Entonces, creo que prefiero hacerlo desde mi trinchera. Hacer política es estar de frente, dándole la cara a los problemas de la sociedad. No necesariamente formando un partido o siendo militante.

El musical que produce, Nací para quererte, habla sobre la traición y la corrupción. Para usted, ¿en qué momento se jodió el Perú?

Lamentablemente, creo que el Perú, desde su conquista, nació jodido, con una violencia brutal. Se nace con falta de hermandad. Venimos jodidos hace mucho tiempo, sin mirar lo que está pasando en otras partes del país. Como que los gobiernos permitieran que la gente siga sin educación para que no se quejen, para que no tengan elementos y argumentos para reclamar. Esta obra refleja eso, pero no para que uno se deprima. Es un llamado para abrir los ojos y decir qué puedo hacer yo desde donde estoy.

¿Un peruano es el peor enemigo de otro peruano?

Con pena, debo decir que sí. Me da mucho dolor tener que aceptar eso, pero en lugar de aplaudir al que está escalando a tu lado, sientes envidia y te lo quieres tirar para abajo. Yo creo que todas esas energías malas que le tiramos al otro también regresan. Qué bonito sería que todos celebren el éxito ajeno.

En la obra también se habla del racismo y de la vergüenza que algunos han sentido por su color de piel…

Imagínate, tener vergüenza por un color de piel. Bueno, yo lo puedo entender porque a mí me ha pasado también. O sea, yo soy gringa, blanca, y no te voy a decir ¡qué vergüenza!, pero muchas veces dije cómo quisiera no tener este color de piel, cómo quisiera tener el color de piel del Perú profundo para que no me digan ‘ay, gringa, pituca, tú no sabes nada’ o ‘tú no, no’, o ‘tú qué, tú qué vienes a hablar por mi color’. Ni me conocen, no saben lo que hago, no saben lo que aporto, no saben de dónde viene todo este amor por mi país, pero te apuntan solamente porque eres gringuita, ojos azules y blanca. También lo hacen con el de la sierra, con el de la selva. Es absurdo. Me parece ridículo. No podemos seguir siendo así de retrógrados.

¿Se ha sentido discriminada?

Sí, me he sentido discriminada muchas veces. Pero dicen que no hay racismo inverso, por eso no puedo decir que he sido discriminada. Sin embargo, muchas veces me he sentido incómoda porque me señalan por el color de piel o mis ojos y no por como yo soy. Es algo terrible que tenemos todos que empezar a dejar atrás. Eso no puede seguir pasando.

¿Siente que por esa discriminación la encasillaron en determinados papeles?

Me encantaría hacer otros papeles, pero sé que es bien difícil. Lamentablemente, es complicado para nuestro medio por el perfil que tengo aquí. Sí estoy un poco encasillada, pero en lugar de quejarme y renegar, bienvenidos sean los papeles. No estamos para estar diciendo “ay, no, ese papel no”.

Venció el cáncer. Ahora es parte de campañas de prevención. ¿Qué mensaje le puede dar a quienes atraviesan por un momento así?

Sí, siempre estoy muy metida en todas las campañas de prevención. La detección temprana hace la diferencia entre la vida y la muerte. Somos 10 hermanos, 7 mujeres, de las cuales 3 tienen cáncer de mamá. Estás hablando de casi el 50%. Yo ya pasé los 5 años. Hace poco me hicieron unos análisis que no salieron tan perfectos, pero solo fue un susto gracias a Dios. Lamentablemente, es una forma de vida ya. Definitivamente, fue lo más duro que me tocó, estar tan cerca de una amenaza de muerte. Todo se nubla en el momento en que te dan la noticia, pero saqué la fuerza por mi hija, que era chiquita. Por ella, no podía ni siquiera pensar un segundo que me iba a pasar algo. Mi consejo es que las mujeres que tienen algún antecedente en su familia se chequeen constantemente.

¿Cómo tomaste las bromas de tu respuesta a la frase ‘¡No vayan!’ de tu entrevista con Melcochita?

Nos vacilamos con mi familia. Mis sobrinos todo el tiempo sacan un meme diferente. Lo de ‘¿no vayan a dónde?’ o el del ‘Rayo pudiente’. Y nos matamos de la risa. Fue una entrevista absolutamente auténtica y no hubo ninguna maldad. Me golpearon duro, pero lo que no tengo de calle lo tengo de correa. Cuando me bullean, me río. Me parece graciosísimo.

¿Tuviste más ‘calle’ después de aquel episodio?

No sé si más calle porque, a quién vamos a engañar, yo no tengo mucha calle, pues. Pero siempre he sido una persona muy abierta. Yo creo que uno tiene que aceptarse como es y no querer ser otra cosa. Mal estaría de mi parte tratar de hacerme la callejera. No me sale. Soy como soy y me encanta.