(Perú21/ José Rojas Bashe)
(Perú21/ José Rojas Bashe)

¿Qué tienen en común Denise cantante y Denise actriz? Un oído agudo para interpretar desde el escenario de un concierto o en una obra de teatro. Un oído entrenado desde aquella vez que se grabó cantando un tema de Janis Joplin. Casete que aún conserva. La música ha sido un momento permanente para ella, desde los Beach Boys hasta Mozart, pasando por el reggae y el punk.

La música también fue como una puerta de entrada hacia la actuación. No es gratuito que considere que una obra de teatro es como una partitura y su cuerpo una herramienta con cadencia y ritmo, en armonía con los espacios y las distancias.

Alejada de la música y la televisión, el teatro es su refugio. Actualmente, es parte de la obra teatral Los elefantes en el Festival Sala de Parto. Puesta en escena escrita y dirigida por Ronnie Farfán y que va hasta el 21 de julio, de jueves a domingo, a las 8 p.m., en la Casa Amaru (Jr. Sucre 317, Barranco).

Denise Arregui, quien vive sin reparos sus 46 años, planea volver a las entrevistas a través de Internet y ahora hay una parte de ella que empieza a diseñar proyectos, como Ciclorama, un espacio para la pedagogía junto con Alejandra Guerra. “Es la sensación de por fin tener algo que es tuyo desde el nacimiento”, me dice en la sala de su casa, mientras mira con alegría a Mango, su perro, su amigo, su familia.

¿Cómo han sido los años 80 de Denise?
Era una adolescente. Con mis papás regresamos al Perú en el 81. A los tres meses de nacida, me llevaron a EE.UU. Estuve nueve años allá. Cuando todos querían irse por el terrorismo, mis papás quisieron volver. Mi mamá extrañaba su país y tenía una sensación de querer estar para confrontar la realidad.

Una decisión casi heroica.
Yo me sentí una alienada, era una gringa que llegaba. Mi primer idioma fue el inglés. Aunque me sentía orgullosa de ser peruana. Pero sí me chocaron bastante las diferencias de las clases sociales y sentí muy fuerte la religión católica.

¿Te rebelaste ante la religión?
Me exoneré de la clase de religión a los 9 años. Mis padres decidieron no bautizarnos. Cuando volví, no me aceptaban en los colegios porque no estaba bautizada y me metieron a uno laico, pero mi profesora de religión me separó en una esquina del salón y me dijo: “Tienes que bautizarte, Denise, para que seas como todos los demás”.

¡Qué fuerte!
Me impactó tanto que me hizo sentirme un bicho raro, disminuida. En realidad, le salió el tiro por la culata, porque me sentí diferente y me di cuenta de que quizá era chévere (sonríe). En la siguiente clase le dije a la profesora que no quería seguir en el curso.

¿Ahí nació tu lado rebelde?
Nunca he sido rebelde, pero me encantaba la actitud rebelde de los artistas que yo consumía, tanto en cine como pintura y música. Yo hacía lo natural, salir con tu mancha de colegio a los 15 años.

¿Y a los 15 años tenías claro ser actriz o cantante?
Nunca tuve claro nada.

¿Hoy tienes claro algo?
Ya no sufro tanto cuando no puedo abarcarlo todo.

Es que si lo tuviéramos todo claro, qué aburrido sería vivir.
Me encanta ir descubriendo mis necesidades según va avanzando la vida. Felizmente, no tengo nada enteramente claro. Ya aprendí a vivir con las dudas. Y el mismo trabajo de ser una artista independiente te hace ubicarte frente a esa gran duda existencial: ¿cómo vas a vivir?

¿En qué momento la actuación se convirtió en una posibilidad de la cual vivir?
Tenía 26 años y estaba en plena etapa cantando con La Pura Purita. No había actuado aún, pero ya estaba en un escenario cantando y esa experiencia me hizo conectarme con este deseo escondido: ser actriz. Ser dispersa y tener déficit de atención en mi adolescencia me trajo ciertas dificultades para identificar qué quería ser en la vida.

Hoy la normalidad aún exige que a los 40 años debes estar casada y con hijos.
Si hay algo que disfruto de Los elefantes es que se cuestiona la normalidad. Yo podría decir que no soy nada normal porque empecé a estudiar lo que hago ahora a los 26 años, no soy normal porque tengo 46 años y no tuve hijos, no soy normal porque no me casé. Pero cada vez es más normal que las mujeres de 40 se cuestionen sobre si la maternidad es lo más importante.

¿Qué de lo ‘normal’ es anormal?
Me pasa un poco de vueltas toda esta revolución de la hiperconectividad. Comparo mi adolescencia sin redes sociales con la adolescencia de mis sobrinos e hijos de mis amigos y valoro mucho más mi adolescencia sin redes sociales.

¿No te has rendido a las redes?
He caído en la trampa de sentir que no somos nada sin las redes sociales. Me pasa de vueltas ver cómo la comunicación entre los seres humanos se ha ido a la mierda.

¿Qué debería ser normal?
Que la era digital no nos tenga que apurar tanto. Siento que estamos viviendo demasiado apurados. El tiempo nos está enloqueciendo.

A los 46 años, sin hijos, con un perro y una pareja sin estar casados, ¿cómo defines el concepto de familia?
Tengo una familia que somos tres: mi perro Mango, mi pareja Christian y yo. Es bonito tener relaciones de respeto y confianza.

En Los elefantes hay una familia típica en la que el divorcio sigue siendo un gran terremoto. ¿Hay fórmulas para una familia feliz?
Mis papás siguen juntos desde hace 50 años. Y qué maravilla que así sea. Pero no hay fórmulas. Sin embargo, no me parece nada natural que una familia se mantenga unida solo por los hijos; eso es una bomba de tiempo.

¿Por qué elegiste la actuación?
Me gusta usar mi cuerpo y mi voz para contar una historia, para crear un personaje.

La actuación siempre estuvo ahí de alguna forma. ¿Qué más dirías que sabes hacer?
(Piensa unos segundos). Creo que tengo habilidades para dirigir y es algo que quiero hacer.

AUTOFICHA:
- “Tengo 46 años, nací en Lima. Estudié en el colegio Newton, en el Instituto Peruano de Publicidad (IPP) y luego actuación con Alberto Isola. Viajé a Buenos Aires para entrenarme con varios profesores, estuve con Ang Bogart en Nueva York, que es a través de esa experiencia que ahora enseño en Ciclorama”.

- “Estoy en plena convocatoria para nuestra tercera promoción de Ciclorama, donde dicto una metodología de improvisación escénica. El 10 de julio se cierran las inscripciones. Y en agosto se viene el Festival de Cine de Lima, donde haré mi segmento Lima mira cine”.

- “Dicto la metodología Viewpoints. Me interesa componer en escena. El trabajo del actor va más allá de saber interpretar sicológicamente y construir desde lo físico. El actor debe tener conciencia de su desplazamiento para crear imágenes bonitas, componer con gestos, saber ubicarse frente a la arquitectura”.