Darío Sztajnszrajber: "La filosofía es todo lo opuesto a la autoayuda"

“Cuando dejé de creer en el Amor con mayúscula, en la idea de que uno se enamora y lo ve todo divino, me empecé a enamorar, que significa que un día te extraño y otro no te quiero ni ver. Eso es el amor desde un sentido más humano”, afirma.
(Perú21/ Rolly Reyna)

“Siempre escriben mal mi apellido, que significa ‘el que escribe la piedra’. Y Darío significa en persa ‘el que busca’ y mi segundo nombre es Gabriel, el ángel de Dios, con lo cual durante mucho tiempo me puse de nombre ‘el que busca al ángel de dios escribiendo en la piedra’, que es la filosofía; es una metáfora de lo que hago”, dice, como una declaración de principios, Darío Sztajnszrajber, quien presentó recientemente su libro en Lima, Filosofía en 11 frases.

Ante un auditorio expectante, el llamado rockstar de la filosofía, conductor de programas de divulgación en radio y TV y docente cuyas clases subidas a YouTube cuentan con miles de vistas, habló con urgencia de temas filosóficos como el amor, el poder y la religión. Con un lenguaje magnético. Sin reverencias. Clases que son como conversaciones con amigos, sin solemnidad, cercanas a los jóvenes. ¿Sientes que has escrito en piedra?, preguntamos. Lleva el cabello largo, sudadera y zapatillas. “Espero que sí”, replica.

En un país en que el fútbol es casi una religión, no eres ni de River ni de Boca, sino de Estudiantes. Y tienes una clase de filosofía cuyo tema es el fútbol. ¿Pensaste en seguir el camino práctico y ser futbolista?
Y nací en 1968, año en que Estudiantes de la Plata ganó la Copa Internacional... Siempre quise ser futbolista, aún quiero, pero me presento al club y el DT me dice que estoy un poco pasado de edad (ríe). Creo que la vocación no existe y nos acomodamos a lo que nos sale bien. Deseo ser futbolista, pero me sale bien la filosofía.

¿Cómo nace esa otra afición?
El primer libro filosófico que leí fue Humano, demasiado humano, de Nietzsche, a los 16 años. No entendí nada, pero estaba encantado porque me lo dio una bibliotecaria de la que estaba enamorado y que tenía 19... Calculo que mi afición a la filosofía sigue siendo el trauma de esa relación imposible.

Has contado que, en la escuela, tu profesora no te enganchó con la filosofía. ¿Qué falla en la educación para que la gente no se interese en ella?
Uno, falta apoyo institucional, se la pone en horarios insólitos, se le considera una disciplina de segunda. Y dos, el docente debe generar una problematización y no dar clases donde los chicos memorizan cuándo nació Platón. Lo rico de una clase es preguntarnos con los alumnos, debatir.

¿Cómo captas la atención de un joven?
El adolescente sale a cuestionar todo lo que lo rodea: el amor, la transformación de su cuerpo, la identidad; siempre hay una muerte cercana a esa edad. Son los grandes temas filosóficos. Los adolescentes se enganchan en una, pero la cosa es trabajar en formatos que sean cautivantes.

Y por eso tu libro es una novela, cuyo protagonista siente una angustia que no puede explicar. Supongo que te pasa...
Todos los días. Es el disparador para vivir. Si no, me sentiría como un producto dentro de una cajita feliz de McDonald’s (ríe)... pero todos los días me angustio y recupero algo del sentido de la búsqueda. Si la vida se reduce a que uno nace para morir, lo único que te queda es tratar de entender algo. Eso busca la filosofía.

Abordas citas de filósofos clásicos en tu libro. ¿Es necesario rescatar esos dichos, reveladores, incómodos, en un medio en que lo que circula más son consignas motivacionales?
Son frases punzantes para abrir los lugares seguros de la cotidianidad. La filosofía es todo lo opuesto a la autoayuda. La autoayuda usa las frases para dar certezas, seguridades, y la filosofía es el arte de la perdición, de la desestabilización emocional. Hacer filosofía no te hace feliz. Te reconcilia con tu zona más angustiante, con la necesidad de romper con lo que otros esperan que seas.

¿Y respecto al amor?
Cuando dejé de creer en el Amor con mayúscula, en la idea de que uno se enamora y todo lo ve divino, me empecé a enamorar, que significa que un día estoy bárbaro y otro no, un día te extraño y otro no te quiero ni ver. Eso es el amor desde un sentido más humano.

Has contado que vas a terapia. ¿Cómo cabe eso en la vida de alguien que analiza temas como el amor o la felicidad?
La filosofía a veces queda en un lugar muy mental. Podés hacer grandes disquisiciones sobre lo nocivo del amor y luego sos un pelotudo enamorado igual, que no podés zafar de lo que te hace mal. Me ha sido útil el psicoanálisis no por darme respuestas, sino porque me permite moverme de los lugares que me hacen mal.

(Perú21/ Rolly Reyna)

Escribes y actúas en una obra de teatro en la que unes filosofía y rock. ¿Por qué el rock?
Es una disciplina que también me introdujo a la filosofía. Luis Alberto Spinetta es un gran rockero que escuchaba de chico, y tenía esa canción que dice: “Si quiero, me toco el alma”. Tenía 13 años y me volvía loco con esa idea. Y luego fui descubriendo en muchos rockeros latinoamericanos una fuerte presencia de lo filosófico. Y los trabajo en una obra que se llama Desencajados, que hago con una banda de rock, y vamos dialogando entre filosofía y música.

¿Cómo definirías tu relación con la filosofía?
(Piensa). Por mi trabajo tiendo a terminar en un matrimonio aburrido y solemne, y trato de correrme de eso. Estoy tratando de no terminar de casarme. Mi relación con la filosofía es un matrimonio en el que aún pervive el noviazgo.

Mencionaste en una clase una frase de Platón: “La filosofía es un ejercicio para la muerte”. ¿Ha sido así para ti?
Sí. Prepararme para la muerte no significa que la resuelva. Me voy a morir igual, pero por lo menos voy a llegar a la muerte pensándola, que es lo que propone la filosofía.

AUTOFICHA:
- “He escrito tres libros. Conduzco el programa de TV Mentira, la verdad y en la radio Demasiado humano, con temas que abordamos desde la filosofía como el fútbol o la amistad. He escrito y actúo en Desencajados o Salir de la caverna, obras en las que llevo la filosofía al teatro y la hago dialogar con la música”.

- “Enseño desde los 7 años. A mis compañeros les enseñaba Geografía, que fue lo primero que me apasionó. En la secundaria, daba clases particulares a chicos de primaria. Siempre fui docente, pero a los 23 comencé formalmente a dar clases en la universidad y en escuelas”.

- “Adquirí la poesía completa de César Vallejo, de gran profundidad filosófica por su disquisición sobre el tiempo... Sobre el poder en España aparte de mi ese cáliz. Trilce es un libro fundamental. Su poesía es muy de ruptura. Tiene que ver con cómo hago filosofía, que es trabajar no solo el contenido, sino el formato”.

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