Dante Spinetta llega al Festival Internacional del Vinilo. (Foto: Mica Bianchi).
Dante Spinetta llega al Festival Internacional del Vinilo. (Foto: Mica Bianchi).

“Por ahí voy a ser músico”. Cuando lo dijo tenía 6 o 7 años y cargaba en sus manos un juguete de He-Man. A su padre, el legendario Luis Alberto Spinetta, lo estaban entrevistando en su casa y jugaba cerca de él. Afuera, una Argentina muy inestable de los años 80. Los Spinetta se mudaban casi una vez por año, Dante pasó por unos 10 colegios; tiempos difíciles para la economía y para ser músico.

“Algo que me queda de mi viejo es que, por el amor que tenés a la música, no debes torcer el brazo por el hecho comercial, luchando por un ideal, luchando por un sonido, eso me marcó mucho”, me dice.

Su madre escuchaba Santana y su padre Jimi Hendrix, todo el día. Él, ya tenía apego por lo rítmico. “Dante todo el tiempo está golpeando las puertas”, declaró su padre aquella vez. Aprendía las estructuras de las canciones y Luis Alberto le inculcaba la guitarra; a partir de los 15 años, tocaba la guitarra ocho horas al día y hasta dormía con ella.

Dante Spinetta empezó con Illya Kuryaki & The Valderramas siendo adolescente. Alcanzó la popularidad y tras 10 años, emprendió una carrera en solitario. Y ahora vuelve a Lima, esta vez para encabezar el cartel del Festival Internacional del Vinilo (FIV), que se realizará en la Concha Acústica del Campo de Marte.

“Yo creo que siempre fui músico, solo que en un momento me puse a hacerlo”, me dice Dante desde su casa en Buenos Aires.

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¿Cómo te va con los vinilos?

Compro vinilos a full. Hace como diez años, creo, que arranqué a coleccionar vinilos.

¿Por qué?

Tiene mucho más rango dinámico. Por ejemplo, si escuchamos música de los 70, es música que estaba creada y masterizada para escucharse en vinilo. En los 90 con el CD pasó lo mismo. Y hoy tenemos la posibilidad de masterizar para todos los formatos. Por ejemplo, mi disco Mesa dulce (2022) lo mastericé para vinilo, otro máster especial para el CD e hice otro especial para las plataformas digitales.

Incluso, dependiendo de la plataforma, ¿no?

Totalmente. El de Spotify es diferente al de YouTube, por ejemplo. Y tenés que tener en cuenta esas cosas porque afecta mucho la calidad de sonido. Pero el vinilo tiene una mística... El ritual es una de las cosas más importantes para mí al escuchar vinilos. El ritual de tomarte el tiempo de ponerlo, lo limpiás un poquito, lo ponés y cuando termina un lado le tenés que dar vuelta. Y te fuerza a escuchar el disco entero. Te invita a escuchar el concepto del long play, es meterse en una obra. Cuando hago discos los pienso de esa manera, no pienso como si fuera un conjunto de canciones singles. Es una obra con un principio y un final. O capaz no tiene final y continúa después.

El festival.
El festival.

Es una forma de ir contra la corriente hoy.

Todo es cíclico y al final lo que sigue importando son las buenas ideas y la buena música. Pero el formato vinilo invita a concentrarse un rato y a dedicarle un tiempo a la escucha y que no sea todo tan fast food. Y hay un montón de música que se edita en vinilo y que no está en otro formato. Yo, por ejemplo, compro, no sé, discos de salsa de la Fania y de golpe encuentro cosas que no las vi nunca... Muchas veces compro discos también por la portada, porque hay tapas que quieres saber “¡qué mierda es esto!” (risas): me está invitando a tirarme... También eso, ¿no?: el objeto. Me gustan los objetos, me gusta agarrar la foto, ver quién tocó en cada disco; todas esas cosas tienen un romanticismo que está buenísimo. Ir a tocar a este festival en Lima me vuelve loco, porque no solo estaré tocando sino también buscando gemas perdidas, a ver si consigo vinilos de Los Destellos, del Grupo Celeste.

Vaya, te gusta la cumbia peruana.

Me encanta, es medio mi cumbia favorita.

¿Más que la cumbia villera?

Sí. Los Destellos es mi banda favorita de cumbia de la vida. Obviamente, me gusta la cumbia villera, Damas Gratis, a mi brother Pablo Lescano lo admiro un montón, tocamos siempre. Tengo una relación bien hermanada con la cumbia, el ambiente de la cumbia siempre me recibió con un abrazo, más en la época cuando el rap sonaba nada más en los barrios y la cumbia me dio un lugar. Y con Pablo Lescano hicimos muchos shows juntos, hicimos “Cumbia callejera” y lo sigo haciendo. También estuve con Mala Fama. Bueno, tengo un sample de Los Destellos en mi disco Pirámide, en una canción que hice con Adrián Dárgelos de Babasónicos, que se llama “El mero mero”.

¿Qué hace especial a Los Destellos?

Es increíble cómo toca (Enrique) Delgado. Tiene un estilo muy particular, un sonido increíble. Es un grupo que tiró una psicodelia tremenda.

¿La cumbia podría ser un próximo fenómeno global como lo es el reggaetón?

Puede pasar. Acá en Argentina, la cumbia nunca dejó de sonar. Hay muchas generaciones que la escuchan, desde tíos hasta chicos de 18.

¿A tu padre le gustaba la cumbia?

No tanto capaz. Sí le gustaba la psicodelia. Lo que pasa es que en la cumbia hubo productos inventados. La cumbia real es full respect, porque hay amor, hay alma puesta, hay raíz. Acá en Argentina también hay un movimiento que es el RKT, que es una mezcla de cumbia, de reggaetón y funky brasilero, muy urbano donde hay gente inventando sonidos constantemente, y está buenísimo. A mí siempre me copan las mutaciones de la música, cómo van mezclándose y surgiendo nuevos estilos, me parece muy real.

¿Y por qué en tu música te mantienes firme en tus bases, sobre todo el funk y el rap?

Hay un dicho en el funk que dice: “No podés falsear el amor por algo”. Cuando te enamoras de algo y algo se enamoró de vos, no lo podés falsear. Yo me podría subir al tren de algún otro estilo que esté más pegado, pero soy músico desde hace más de 30 años, vivo de esto; y cuando digo eso, no es solo económicamente, sino me refiero al alma. Y es un funk donde mezclo un montón de cosas, está el rock, el rap, la cumbia, y lo hago a mi manera. Y la música también te elige a vos: “Vení para acá”, te llama, hay un compromiso de alma y no es que me casé con el funk, sino que es capaz donde me puedo explayar a nivel ritmo, donde también puedo rapear, tocar la guitarra, una balada y todo dentro del new funk, post hip hop. Y tuve la posibilidad de a los 16 años empezar a viajar y conocer un montón de sabores diferentes, en ese mismo tour vi a Rubén Blades en vivo y se me voló la cabeza. Y cuando arrancamos con Illya Kuryaki había eso; de golpe se mezclaba rap, rock, baladas, salsa, cuerdas, orquesta...

¿Se adelantaron a la época?

Un poco sí.

¿Le costó a la gente entenderlos?

Por momentos sí y por momentos no, y conectamos de una manera muy popular, fuimos a todos lados. Por otro lado, éramos muy criticados por una escena más tradicional: “Eh, ustedes se vendieron a Estados Unidos”. No hay que limitarse por nada. Si sos libre y no le haces daño a nadie, hay que hacerlo.

Escucho “El lado oscuro del corazón” de tu disco Mesa dulce y me lleva a “Adelante” de Illya Kuryaki. ¿Quitarte el traje de Illya ha sido un tema?

No quiero sacarme el traje de Illya Kuryaki. No reniego. Algunas veces toco en vivo “Adelante”. No tengo que desconectarme ni sonar diferente a nada. Es lógico que tenga condimentos parecidos. Con Illya Kuryaki estamos haciendo un documental de nuestra historia y quizás en algún momento se haga un tour, pero sentimos que la banda cumplió su ciclo a nivel discográfico. Fueron 10 años de Illya Kuryaki más siete del regreso. Son distintos capítulos del libro de la vida de uno.

Datos:

-Dante Spinetta se presentará en el festival el viernes 14 de junio.

-El 15 y 16 estarán La Mente, 6 Voltios, La Liga del Sueño, Frágil y más.


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