Daniela Sarfati, de ‘Torbellino’ a la meditación.
Daniela Sarfati, de ‘Torbellino’ a la meditación.

Suena la alarma de su teléfono pero se sostiene en la consigna de no abrir las redes sociales después de 15 minutos de haberse levantado. Medita y antes de esta entrevista, sale a correr, a las 6 de la mañana. “Antes de llenarnos de información, debemos observarnos”, me dice , coach de vida y, cuando lo elige, actriz.

Uno de los retratos de la televisión peruana de finales de la década del 90 es la imagen a todo color de , que empezó como novela y tras arrasar en audiencia, escaló a grupo musical con giras por todo el Perú. Y uno de los rostros más carismáticos de aquel momento reposaba en la sonrisa de Daniel Sarfati, una sonrisa inocente y tímida, pero frágil, detrás de los escenarios vivía uno de sus peores momentos. “La gente no sabía lo que estaba viviendo, pero tenía que sonreír, era parte de mi trabajo y de la imagen que tenía que vender”, me dice frente a la cámara de video, dándole la espalda a su cama, donde descansa Cucho, su gato. Y aclara: “Pero agradezco el éxito de Torbellino”.

Daniela tiene 47 años y ya ha llenado varios cuadernos de agradecimiento, ha perdido la cuenta cuantos han sido. En aquellas páginas agradece poder dormir, beber un café, tener con qué abrigarse. Alejada de la televisión, da talleres de meditación, y uno de ellos a través de Pallqa en alianza con Campus Virtual Romero. Detalles en

“Siento que hay muchas personas que no han sido escuchadas”, dice sobre la motivación detrás de los talleres. Preguntamos, escuchamos y la leemos.

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-¿Debemos aprender a vivir?

Tenemos que aprender a vivir de una manera amable con nosotros mismos. Hemos aprendido a sobrevivir y vivir deprisa. Pero no nos damos tiempo para pensar cómo nos hemos levantado el día de hoy, y creo que eso es lo importante: dedicarnos tiempo para tener una vida desde el lado feliz. No observamos al cuerpo y a veces nos acostumbramos a muchos dolores. Vivimos con dolor.

-Podría pensarse que la pausa que propones es exclusiva de quienes tienen un trabajo y viven de una manera, al menos, cómoda. A varios les queda pensar cómo salvar el día o en encontrar un trabajo.

Justamente, hay que conectarse con lo que somos y cómo estamos, y aceptar lo que sentimos. Tenemos que observar nuestras emociones para poder cambiarlas. Quizás debo buscar nuevos caminos, nuevas herramientas. No hay que ver la vida desde el ‘hay que luchar y sufrir para conseguir algo’, y eso lo vemos en todos lados, hasta con las relaciones: ‘tengo que luchar por el amor de mi vida y tengo que sufrir antes de conseguirlo’.

-Hemos ‘romantizado’ la figura del peruano luchador, que tiene en la imagen del emprendedor otra de sus expresiones. Sufre peruano, sufre.

Nadie tiene la verdad. Claro, a todos nos cuesta conseguir algo, pero podemos llevar esta lucha desde la felicidad en vez de hacerlo desde el ‘¿por qué a mí?’. A veces nos quedamos en el lado cómodo de la víctima.

-¿La meditación es el vehículo para encontrar el equilibrio?

Te conecta con lo más profundo y con tu atención plena. Nos conecta con este espacio de silencio que nos conecta con la calma, la claridad, ver la vida con posibilidades infinitas, con lo que somos desde lo más profundo. En mis talleres pregunto: ¿quién soy? Y muchas veces nadie sabe quién es realmente. A veces estamos más conectados desde la aceptación externa. Nos enfocamos en lo que no tenemos y no reconocemos ni agradecemos que somos afortunados. La salud emocional es 100% importante.

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-¿El ego es aliado o rival?

El ego nos lleva a buscar una aceptación externa: ‘Yo quiero que me ocurra esto porque necesito que los demás vean que soy exitoso’.

-¿Hay que luchar contra el ego?

Solo hay que entenderlo. También hay que regular nuestra ansiedad.

-¿Las redes sociales son como la comida chatarra que alimenta nuestra ansiedad y ego?

No podemos evitar lo que es parte de nuestra realidad. Lo que sí podemos elegir es con qué cosas queremos conectar y qué queremos que nos aporte.

-Porque las redes sociales, a veces, sacan lo peor de nosotros.

Buscamos una perfección que a veces nos aleja de la realidad.

-La imagen que aún muchos recuerdan es la de Daniela Sarfati actriz y que regalaba sonrisas, casi perfecta. ¿Qué encontraste para decir: paremos el mundo, aquí me bajo?

Siempre he estado en una búsqueda de herramientas. Desde muy niña he tenido una conexión con la ansiedad y en esa época nadie hablaba de la ansiedad. No sabía lo que me ocurría. A veces no podía dormir, tenía mucho miedo a la vida; nadie te llevaba al psicólogo, era signo de que estabas loco. Empecé en esa búsqueda y siento que lo encontré a partir de la meditación, que lo vengo haciendo desde hace 16 años.

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-¿Te volviste actriz para encontrar respuestas?

No. Me gusta actuar. Pero dentro de mi carrera como actriz he venido buscando caminos de salud emocional. Me fui a Colombia a probar suerte y de pronto me metí a un taller de actuación y había una maestra de reiki, hace 16 años. Hoy en mis momentos de tristeza no me quedo estancada.

-¿Ser actriz no se contradice un poco con la meditación?

¿Por qué?

-La actuación también podría ser ego, ansiedad, superficie. Y hoy te veo y te siento alejada de ese mundo.

(Ríe). Uno tiene que aceptar desde qué lugar asumes cualquier carrera. Cuando reconoces que tu trabajo es valioso no necesitarás la aceptación externa. Sentimos que no podemos estar solos y, en realidad, tenemos que amarnos nosotros y disfrutar de nosotros.

-¿Te ha costado valorarte?

Un montón. La gratitud nos aleja del sufrimiento. Y ahora dicto un taller de amor propio.

-¿Hoy quién eres?

Soy suficiente. Digna. Abundancia, felicidad, amor. Y busco partir de allí todas mis mañanas.


AUTOFICHA:

- “Mi nombre es Daniela Sarfati Páez. Tengo 47 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y no tenía muy claro qué quería ser. Estudié para ser asistente de educación inicial y después entré a Nubeluz, llegaron las novelas de Iguana y tiempo después estuve en Al fondo hay sitio, y así”.

- “He hecho varias cosas y estoy súper agradecida, porque son cosas que de pronto han marcado la televisión peruana, como Nubeluz, Torbellino, Al fondo hay sitio. De verdad que he sido bien afortunada. Lo último que hice fue una obra de teatro, un musical, en el 2019”.

- “La idea es generar más talleres. Ahora tengo el taller de amor propio. Generar más espacios donde podamos contener a más personas. Soy vegana desde hace unos tres años, primero fui vegetariana. De niña tenía muchos sueños y creo que los he cumplido, ser cantante, ser actriz”.

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