Han pasado más de 35 años desde el debut de Daniel F sobre un escenario. (Fotos: José Rojas).
Han pasado más de 35 años desde el debut de Daniel F sobre un escenario. (Fotos: José Rojas).

quiso ser soldado. También pensó que sería profesor. Pero en 1974 compuso su primera canción, “Tierra inhóspita o la aureola de buitres”, y empezó a madurar la idea de la música como una opción. Nueve años después, vino el debut de Leusemia en Bellas Artes e incluso pensó que sería algo pasajero. Han pasado más de 35 años y sigue sobre ese sueño.

No terminó la secundaria. Hizo quinto año a medias. “Vi que no me iba a servir para nada y la situación en mi casa era precaria”, me dice el creador de “Al colegio no voy más”. En casa se necesitaba que alguien trabaje, él entró como asistente de tornero, luego en limpieza y carpintería. Ya en la música, trabajó en sonido.

Aún recuerda la noche que estuvo en la selva, a sus cinco años de edad, en medio de la oscuridad profunda y fue testigo de un concierto de murciélagos sobrevolando, casi como el intro de una canción de rock progresivo o una ópera rock. Hoy cuando va a Amazonas, la tierra de su madre, lo anuncian como el “amazonense que triunfa en Lima”.

El ‘F’ alista un libro autobiográfico para 2019 y nuevos discos como solista y con Leusemia. Mientras tanto, mañana, presenta junto a Rafo Ráez el espectáculo Memorias del Subsuelo, en La Noche de Barranco. Una suerte de concierto biográfico. A continuación, un adelanto, desde la sala de su casa.

¿Cómo era el niño Daniel Valdivia?
El primer impacto que tuve en la vida fue la historia. Las imágenes de Bolognesi y el último cartucho. Yo tendría unos cinco a seis años. Me comenzaron a gustar más los documentales que las películas, sobre la Primera Guerra Mundial. Cuando faltaba a clases, en lugar de irnos para hacer algún vandalismo, nos íbamos a los museos, al Morro Solar, a los reductos y alucinábamos con todo eso.

Te tirabas la pera para aprender lo que no te enseñaban en el colegio.
Claro. El primer impacto negativo que tuve con el colegio fueron estas historias que nos contaban sobre el Perú, la bandera y el himno nacional, que era el mejor del mundo, que en un concurso de himnos el nuestro había quedado en segundo lugar.

Después de la Marsellesa.
Exacto. Yo ya había escuchado el himno ruso, alemán y son piezas musicales grandiosas, espectaculares. Cuando preguntaba más sobre lo que se decía, solo me palabreaban. Sentí que me estaban engañando.

¿En el colegio eras del grupo de los rebeldes?
Siempre he sido tranquilo, un buen hijo, un buen hermano. Yo era la luz de sus ojos de mis padres. Salí viejo de mi casa, a los 30 años.

¿Tus padres qué esperaban que sea su hijo?
Mi mamá, hasta que falleció, en noviembre del anteaño pasado, estuvo esperando que yo consiga un trabajo normal, decente. Cuando iba a la casa y le llevaba un obsequio grande, se molestaba, porque no entendía que con esto de la música me estaba yendo bien, que podía comer, tener un hogar.

¿Ella te llegó a ver en vivo?
Una o dos veces creo. Una fue en un cumpleaños.

No vio la magnitud del hijo artista.
Y de repente así lo hubiera visto, habría pensado que era un hobby y no un trabajo.

¿Y tu padre?
Falleció cuando yo tenía 12 años. A él sí le gustaba mucho la música. Me hubiera gustado que él tenga una opinión sobre mi trabajo, pero nunca me escuchó y no me despedí de él, porque cuando él falleció yo también estaba internado por una operación a la vesícula. Es más, estábamos en el mismo hospital.

¿Dirías que él fue tu influencia para dedicarte a la música?
Fue una fuerte influencia más que nada por la manera de ser. Un tipo tranquilo, de no hablar mucho, con bastante pasión por el arte, la pintura, la música. Él era dibujante. Yo me sentaba a su costado para escuchar música instrumental.

¿En esa época ya fantaseabas con ser músico?
No, con ser profesor y contar la historia más equilibradamente. También quería ser soldado.

¡Soldado! ¿Cómo así?
Por todas estas cosas de la historia y las guerras. Mi idea era hacer servicio militar, reengancharme y quedarme para que me den un grado. Esa era un poco la visión de mi vida. Recién en la adolescencia comencé a visualizar una cosa más sonora y en el 74 compongo mi primera canción, “Tierra inhóspita o la aureola de buitres”. Tenía 14 años. Descubrí que componer una canción no era tan complicado.

Es curioso, porque cuando te veo en el escenario, por momentos, pareces un profesor, y creo que eso le vacila a la gente porque sienten que algo enseñas, entre joda y joda; por otro lado, impones cierta autoridad en el escenario, como una voz que el público sigue.
Soy consciente de que hay respeto por una imagen y trato de que ese respeto no se pierda.

Daniel F
Daniel F

¿A tu primer concierto en el 83 fuiste con la convicción de querer dedicarte a la música o como parte de una aventura en la vida?
No sé si era un hobby. Pero sí lo sentía mucho. Tenía esta cosa de hacer una banda de rock and roll y hacer ‘historia’. Pero no me veía haciendo eso diez años después.

¿Hiciste historia?
Bueno, está ahí mi trabajo. A pesar de 35 años, se llenan los teatros. Pero me tiene sin cuidado.

¿Cómo conociste a Rafo Ráez?
En el 85, en una convocatoria del Ministerio de Educación para un festival de bandas de rock. Él estaba con Se Busca. Es un tipo que cae bien, inteligente y, como músico, es fantástico.

¿Rafo qué representa para la música peruana?
Lo siento como un músico criollo. . El problema con el criollismo es que se han quedado en una época y no quieren salir de ahí. No entienden que la música avanza y se transforma. Cuando los músicos criollos modernos comienzan a hacer fusiones con bossa nova y jazz, los criollos más recalcitrantes se molestan. Rafo Ráez es un músico que canta como un criollo del siglo XXI.

Como cuando canta “Los regalos del viento”.
Esa canción es de su mamá. Él puso la música y su mamá la letra. Es una cancionsaza.

Tu padre no escuchó tu música. ¿Qué disco le harías escuchar?
Primero Zafiro de las galas. Luego Hospicios y La ventana de los cíclopes, que es más sinfónico.

¿A la mierda lo demás?
Después, como para que se ría un poco.

¿Y cuál crees que sería su comentario?
Creo que estaría orgulloso por lo que he logrado a través de un lenguaje con el cual en este país no se podía hacer mucho y en una época en la que prácticamente no estaba permitido que cantes en castellano y tus propias canciones.

A estas alturas, ¿cuál es la diferencia entre Leusemia y Daniel F?
Con Leusemia estamos haciendo ‘rocanrroles’ muy básicos, tocando canciones de la época, inéditas. Sin salir de la cuadratura del rock and roll.

Estás volviendo al Leusemia más básico.
Sí. Y Daniel F es lo de siempre, seguir con los teclados y todas esas cosas. Más pop, rock, en la onda que siempre he manejado: acústica, electroacústica.

¿Te interesan los nuevos sonidos?
Para nada. El problema conmigo es que soy muy reacio a meterme en asuntos modernos. Soy un tipo enamorado de los setentas, no salgo de ahí. Con algo de inicio de los ochentas y punto. Escucho la radio ahora y me encuentro con música que no tengo ningún contacto. Me parece interesante, bacán, pero no me interesa siquiera cómo se llama el autor de la canción.

¿Y eso está bien o mal?
Es una personalidad. Es algo que uno tiene. El único compromiso que tengo es conmigo mismo, seguir siendo fiel a mí mismo. Hace uno meses Charlie Parra (que toca guitarra en Leusemia) estuvo como jurado en un concurso de bandas de rock en la zona de Los Olivos y San Martín. Me contó que no había ni un grupo de rock, sino pop, indie, fusión, pachanga, lo que suena ahora.

¿No será ese el nuevo rock?
Es lo que yo llamo post rock. En Perú así llamo a, por ejemplo, La Nueva Invasión. Bandas que no se les puede denominar grupos de rock, pero que tienen elementos rockeros. Es otra época. Y lo que yo hago es rock, pop, todo lo que me quedó de escuchar tanto glam, psicodelia de finales de los sesentas e inicios de los setentas.

¿Qué te enseñó la música?
A seguir con vida, me ha dado la vida. La música y la lectura.

Daniel F
Daniel F

AUTOFICHA:

“Soy Daniel Augusto Valdivia Fernández. Tengo 58 años de edad. Estudié primaria en el José Martí en Lima y la secundaria en el Hipólito Unanue, donde estudió ‘Machín’. No tuve estudios superiores. Era alumno libre en San Marcos. Me metía a las clases de Física para aprender electricidad, sonido, acústica”.

“Mi madre era de Amazonas y mi padre no se sabe de dónde fue. Hasta donde se sabe, se supone que era de Apurímac. Lo que pasa es que él se escapó de su casa y se fue a Arequipa, luego a Ica, desde donde salió en barco hacia el Callao. Falleció sin contar su historia”.

“He publicado unos 30 discos, entre Leusemia y solista. También tengo cinco libros. Este año se viene un libro autobiográfico. El nombre lo reservo para el final. Y ojalá este año salga el nuevo disco de Leusemia y uno solista. Me gustaría un documental que deje enseñanzas, pero no una película promocional”.