La obra de Herbert Rodríguez llegó al Museo Reina Sofía de España.
La obra de Herbert Rodríguez llegó al Museo Reina Sofía de España.

Herbert Rodríguez contesta la llamada telefónica. El reloj marca las 8 p.m. y en la calle se escucha “tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz”. Son los vecinos en cuarentena que han subido el volumen de la canción escrita por Manuel Raygada. ¿Qué te dice esta canción hoy? “Se agudiza la situación de un Perú idealizado. Se ha evidenciado que tenemos unas bases muy débiles, como en la consideración por el otro y el respeto a las normas. Es legítima la valoración hacia los doctores, enfermeras y la gente que están dando la cara, pero creo que la mayoría de personas es bastante indiferente, cínica, irresponsable, negligente”, responde el artista y el volumen de “Mi Perú” se va apagando.

Sin embargo, Herbert Rodríguez ha cerrado hasta nuevo aviso su etapa de arte crítico y ha abierto la puerta para confinarse en un trabajo más personal. En su casa taller recupera obras, ordena carpetas, llena las mesas con dibujos, traza a la vez varios proyectos, su producción es intensa, como el tenor de sus palabras.

A los 14 años ya mostraba esa intensidad artística. Y seis años más tarde, en el cuarto año de la escuela de arte de la Católica, se puso en contacto con el histórico grupo EPS Huayco (1979-1981). “Desde los 20 años estoy en carrera artística profesional. Y no he parado”, subraya el artista de 60 años que hace un año estaba exponiendo en ARCOmadrid y entregando 17 piezas suyas al Museo Nacional Reina Sofía. “Pero necesito unos 40 años más”, agrega desde la cuarentena.

-Tu trabajo ha estado marcado por el filo social. Paradójicamente, un problema de salud y social como el que vivimos te permite volver a Herbert Rodríguez. ¿Es complejo manejar el ruido de la pandemia para concentrarte en ti?

Estoy retomando un trabajo personal que es básicamente orientado al arte aplicado, vincular el arte con la vida cotidiana, la idea de un producto artístico que esté al alcance de la gente común y corriente, no una obra única de precios gigantescos. Soy bastante autocrítico, pero te digo, están saliendo obras geniales. Es un proceso que me tomará el año, espero que menos. Entre el 90 y 93, produje una serie de diseños con arte aplicado: muebles, estampados, etc., y quiero retomar ese nivel de trabajo. Además, este país no puede estar siempre dependiendo de una visión del arte tan conservadora, me refiero a tener artistas tipo Szyszlo como paradigmas, hay que romper con la idea conservadora.

-Ha pasado un año de tu participación en ARCOmadrid y de que tus obras lleguen al Museo Reina Sofía.

Es una cachetada a mis colegas quejosos, llorones, que hablan de argollas. Cuarenta años de trayectoria me permiten estar en la historia del arte. Algo que he sembrado y estoy cosechando.

-¿Que 17 piezas hayan llegado al Reina Sofía es tu cima?

Bueno, el año pasado también ingresó un cuaderno de dibujos a la Fundación Cartier. Son procesos de largo tiempo.

Artista Herbert Rodríguez.
Artista Herbert Rodríguez.

-Describes tu obra como una celebración de la vida, pero que también denuncia la crueldad y el horror cotidiano. Temas que hoy pueden entrar en debate.

Tenemos esta sensación opresiva de la muerte asediando a muchos peruanos, pero en cualquier momento el artista sigue creando, a pesar de que se dice “para qué crear si no hay futuro”. Es falso. Es una rebelión de vida y yo sigo trabajando, esto no me tira al suelo. Sí me pone a reflexionar si lo que hago tiene sentido para alguien más. Hay que seguir esforzándose, vendrán momentos más duros. La celebración de la vida es seguir siendo un creador. Celebrar la vida es decir ‘no tengo miedo pues, estamos haciendo una obra de arte’.

-Pero en crisis como esta el arte suele ser enviado al sótano.

El arte, como cualquier otro negocio, está en stand-by. ¿Tiene oxígeno para resistir? Lo tiene. Pero hablando de artistas con nombre propio, su obra y su sentido para los peruanos, que me disculpen mis colegas, pero no encuentro a ninguno que en general yo pueda decir qué chévere, qué bacán este artista. Los jóvenes quieren llegar en dos, tres años y se quejan si no lo logran, cuando el producto artístico tiene un proceso creativo y sentido de legitimación.

-¿Un sobreviviente de los ochenta, como tú, capea mejor este momento?

Lo capeo. Hay algunos que hemos tenido la capacidad de construir un espacio propio, de prever, de tener una vida ordenada y haber acumulado, construido. A lo largo del tiempo he mantenido exposiciones constantemente, muchas de ellas autogestionadas; entonces, repito, tengo derecho de cosechar ese esfuerzo. Después de haber pasado la guerra sucia, de haber tenido una campaña contra Sendero en San Marcos, de haber participado en la ola subte, contra la violación de los derechos humanos y de estar amenazado por ambos lados, no es que me parezca normal una pandemia, pero me recupero por los años duros que he vivido. Sé que ahora la amenaza es cruda e invisible, pero para el artista la angustia ha sido dura y cotidiana, y lo seguirá siendo siempre porque nunca se sabe qué pasará al día siguiente, en este país, en el terreno de la cultura; el artista siempre está en una situación muy frágil.

-¿Qué de bueno nos deja este aislamiento?

Nos acecha la muerte. ¿Qué de bueno tiene eso? Te confronta con tu verdadero yo y cómo respondes a esto. Conocerse a sí mismo es un insumo importantísimo para un creador.

-¿Qué le pedirías al presidente Vizcarra?

¿Qué le puedo pedir a alguien que no percibo que entienda la importancia de la cultura? No hay liderazgo en la cultura. Así estamos largo tiempo.

-¿Esta pandemia complicará incluso más el estado de la cultura?

No. Es la de siempre del Perú real y el Perú oficial. En el Perú real somos creadores y la vida encuentra su camino siempre, a pesar de los obstáculos. Los creadores seguiremos creando.

AUTOFICHA

- “Mi nombre es Herbert Alfredo Rodríguez Huachín. Nací el 6 de junio del año 59. Tengo 60 años. Soy limeño. Desde los 14 años ya era muy creativo; entonces, mis padres apoyaron lo que el hijo quería hacer, y el hijo entró a los 16 años a la escuela de arte de la PUCP”.

- “Hago pintura sobre tela, estampados, collage, fotocopia. Todo simultáneamente. También he sido director de cortometrajes, escenógrafo de teatro, muralista, diseñador gráfico, escultor, muebles. A veces se complica porque hago tantas cosas juntas”.

- “Quiero concretar esta línea de arte aplicado que vengo trabajando. Tengo que hacer empresa y no soy nulo en eso, ya lo he hecho, pese a que no es centralmente mi vocación. Será algo totalmente nuevo. Hacer una exposición de arte en este país es inútil; sinceramente, eso me agota”.

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