Coronavirus: La insoportable irritabilidad del ser . (Foto: Freepik)
Coronavirus: La insoportable irritabilidad del ser . (Foto: Freepik)

Falta una hora para el inicio del toque de queda, Miguel lleva cinco minutos en la fila del cajero automático y ya ha visto dos discusiones. La primera enfrentó a una señora y un joven. Ella lo acusaba de no mantener una distancia suficiente. El segundo enfrentamiento fue protagonizado por un señor mayor. Golpeó el cajero unas dos veces, al parecer no tenía dinero en su cuenta.

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Mediodía del miércoles. En un puesto de un mercado en San Martín de Porres, Rosa está punto de pagar por sus frutas, pero ya va dos minutos buscando el dinero y no lo encuentra. Atrás suyo una fila de cuatro personas empieza a impacientarse. Una señora le dice que se apure, que debería tener todo listo, que no sea imprudente.

Tarde del martes. A Maritza se le acabaron las ideas. Ya no sabe qué hacer para mantener ocupados a sus hijos y solo quiere estar sola. Va al cuarto y pega un grito. Lleva varios días con insomnio. Se levanta más tarde y con mal humor. Ha caído en la cuenta de lo estresante que resulta que su departamento no tenga vista a la calle.

Tres escenarios recurrentes en y nueve días de confinamiento. La cuarentena viene tallando hábitos y actitudes. Sacando lo mejor de unos y lo peor de otros. Con la salud mental como cuestión urgente, un sentimiento viene invadiendo nuestros hogares y cerebros: la irritabilidad, la tendencia a impacientarse por cualquier cosa, la sensación de no soportar al otro e incluso, a nosotros mismos.

PACIENCIA QUE SE AGOTA

La psicoterapeuta Andrea Dam advierte que durante estos días, muy distintos a los primeros de la cuarentena, los ánimos se muestran más exacerbados, como si “fuésemos un contenedor el cual se va llenando hasta que llega un punto que la situación nos sobrepasa”. La especialista, que viene realizando terapias a adolescentes, adultos, parejas y familias por videoconferencia, ha visto cómo los casos de ansiedad, ataques de pánico, tristeza, depresión, trastornos de sueño y estrés han aumentado considerablemente en sus pacientes.

“A los padres de familia ya se nos acabaron las actividades, se terminaron las recetas de los postres, estamos aburridos y cansados. Estamos poniendo a prueba nuestros recursos personales y a nuestra salud mental”, sostiene Dam, que precisa que los escenarios y necesidades son distintos en cada familia. Es por ello que es absolutamente esperable que se presenten casos de estrés. “Luego de hacer una cola por horas para comprar, es altamente probable que no nos sintamos bien y nos desfogamos con los demás”, dice.

Para el psicólogo , otro sentimiento predominante que ha aumentado los niveles de irritabilidad y estrés ha sido la sensación de pérdida de control, de ya no ser los conductores totales de nuestro destino. “El ser humano necesita poder predecir lo que va hacer, controlar las cosas y esta es una situación de incertidumbre. Estamos encerrados, no tenemos capacidad de maniobra, todo ello conlleva mucha tensión”.

ACEPTARSE Y ACEPTAR

Para superar este sentimiento –indica Lerner– se debe aceptar, tolerar y perdonar que hemos perdido parte del control. No es algo que hemos hecho, resultado del mal cálculo, de un error, de ambición desmedida, de impulsividad. “Debemos trabajar en la tolerancia con uno mismo, aceptar que está bien el no estar bien. En estos días la nota máxima es 11 o 12, nadie saca 20”.

Todo ello nos llevará además a entender que el otro puede estar nervioso. En esta crisis, los que poseen un poco más de recursos personales deben ayudar a los que están sobrepasados.

Para la doctora Dam, sentirse estresado o irritado no debe ser calificado como algo bueno o malo. “Los sentimientos que uno siente se presentan de manera involuntaria, los afectos emanan, están allí presentes. Uno no dice quiero sentirme triste o estresado, simplemente te sientes así”. Sin embargo, la especialista hace una aclaración importante. Que este estrés no significa trasgredir límites o creer que uno tiene el derecho de sobrepasar el derecho de los demás.

Distintas dinámicas también nos pueden ayudar a manejar la irritabilidad. La psicoterapeuta señala que varios de sus pacientes han previsto tener un espacio breve cada día en familia para poder hablar de los problemas que vienen atravesando. Otras acciones pasan por mantener una rutina, alinear nuestras actividades para tener un orden. Por otro lado, se continúa recomendando despegarse de las noticias y seleccionar dos o tres medios confiables a los cuales seguir.

Ambos especialistas convergen en la necesidad de que la era poscoronavirus traerá cambios fundamentales para las personas y sociedad. “No es que la cuarentena termina y todo vuelve a la normalidad. Lo que sigue es un periodo de incertidumbre por el miedo a salir al exterior. En el caso de los vulnerables, tendrán que aprender a negociar con el miedo y eventualmente correr con los riesgos”, indica Lerner.

El gobierno ha mencionado que la cuarentena va hasta el 10 de mayo. Con los casos de infectados y fallecidos en aumento la incertidumbre por saber si habrá un nuevo aplazamiento continúa. En tanto, compañeros silenciosos como el estrés y la irritabilidad hacen de las suyas. Recordemos que también son enemigos que debemos aprender a controlar.

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