La historia reciente de los discursos presidenciales no deja lugar a dudas: la poesía no ha tenido demasiado lugar en la política. Referencias a Calderón de la Barca, a pocos poetas peruanos y ahí acaba la lista. A menos que sean frases sueltas, usadas al antojo y hasta irresponsablemente. Quizás el destino ha preferido que el divorcio entre ambas artes permanezca consumado. Pero el último martes, mientras las aguas parecían calmarse en un país convulsionado, los oídos se pararon ante lo inusual. Lo inusitado tomaba nuestra atención. Un poema era leído —casi recitado— por un político. No cualquiera. Se trataba del flamante nuevo presidente. Y no cualquier poema. El texto pertenecía a (Santiago de Chuco, 1892-París, 1938), nuestro poeta universal. Los últimos versos de “Considerando en frío, imparcialmente” se convirtieron en el bello colofón de un mensaje presidencial.

El discurso de , conciliador y de perdón a las víctimas de esta crisis, ha sido puesto al análisis político. Las opiniones han sido variadas y ya la historia demostrará cuánta verdad hubo en cada línea. Sin embargo, la lectura del poema de Vallejo no ha dejado indiferente a nadie. El poeta peruano más reconocido, aunque irónicamente menos leído en estas tierras, resonó en el Hemiciclo del Congreso. Resonó también en los ciudadanos. En Twitter, esa herramienta digital que sirve también para notar de qué viene hablando la gente, Vallejo se hizo tendencia de inmediato.

“Me sorprendió gratamente porque hasta ahora ningún mandatario ha tomado la Literatura como piedra fundamental de la nación. Si bien es cierto, a los grandes poetas como Vallejo, Eielson, Varela, Belli, Adán, etc., se les nombra para saber que tenemos una producción literaria muy importante, nadie los toma como bastión y como bandera (…) Quisiera pensar que es un cambio de paradigma de pensamiento y hay un nuevo acercamiento a las letras que son la base del pensamiento humano, de la construcción de la nación”. La voz es de la poeta peruana Julia Wong, quien recalca, que cualquier otro poema del nacido en Santiago de Chuco podría haber causado el mismo efecto de conmoción e impacto. “Vallejo es universal y profundo, va al alma. No tiene que ver solo con coyunturas”, agrega.

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Desde Madrid, el escritor Renato Cisneros siguió el discurso presidencial y no pudo guardar la emoción al escuchar “ese estupendo corolario”. “A Vallejo usualmente los políticos lo citan con el último verso de “Los nueve monstruos”: “Hay hermanos muchísimos que hacer”. Que quizás sea el verso más manido de Vallejo o que ha sido convertido en un lugar común de tanto ser citado —o mal citado— por los políticos. Sin embargo, ahora me impresionó el recurso de la poesía en un mensaje presidencial. Me reconfortó, me pareció oportuno desde una perspectiva ciudadana y periodística”.

Para el autor de La distancia que nos separa, resulta trascendental el uso de este poema en medio de un escenario agitado. “Hay que ubicarnos, veníamos en una semana de bastante división y violencia, y el mensaje fue una suerte de desahogo, un respiro que cerró con este poema”.


EL JUICIO

“Considerando en frío, imparcialmente” forma parte de los “Poemas Humanos” de Vallejo, aquellos textos que el vate guardó en el fondo de un cajón y que publicaron tras su muerte. Posiblemente los versos se escribieron alrededor de 1934 y 1935.

En un video publicado esta semana, el profesor Victor Vich, doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Georgetown, aplaudió el hecho de que un texto de Vallejo —uno de los más altos de su poesía— haya sido compartido mediante un discurso presidencial. El especialista hizo hincapié en la importancia de las Humanidades y cómo estas puede llegar a marcar la vida del ser humano. Como ejemplo puso al propio presidente Sagasti, un ingeniero, hijo de ciencias, que recita poesía.

Vich también aprovechó el momento para analizar el poema entero. “Es la escenificación de un juicio para ver si el ser humano es un ser digno, si es ético o no, si es alineado o tiene capacidad de desalinearse. [El poema] va a tratar de responder a la pregunta ‘qué es el ser humano’. Enumera sus características al intentar dar una respuesta. Todo está condicionado a este juicio”, explica. El ejercicio que hace Vallejo durante todo el texto tiene un fin, saber si finalmente el ser humano merece amor.


EL COMPROMISO

Y en el final del poema se encuentra la clave del mensaje: aceptarnos con nuestros monstruos y, a partir de ello, reconstruirnos. Vich lo señala así: “A pesar de que somos miserables, tenemos que intentar reconstruirnos, tenemos que formar una colectividad nueva, desalineada, justa. Esa emoción, no es la del que gana sino el que acepta la cultura humana, en toda su miseria, horror histórico y toda su complejidad”.

Renato Cisneros sigue esa misma línea, recalcando que lo que transmite el poeta peruano con su poema es la oportunidad que tiene el ser humano para “merecerse un abrazo” y extiende esa necesidad a todo el país. “Hay una obvia alusión al Perú. Entendiendo que el Perú como un país que nace “pequeñito”, un país que también sufre una serie de penurias y de precariedad, y que, sin embargo, merece ser acogido y merece ser abrazado. Y merece, por supuesto, también ser un país esperanzado”.

“El presidente hace la catarsis de todo un pueblo a través de los versos de Vallejo. Y de él incluido. Los versos de Vallejo son eternos y profundos porque, en parte, el Perú no ha cambiado mucho desde que el poeta nos dejó”, menciona, por su lado, Wong.

Entonado, concentrado y con ganas de soltar de una buena vez los versos, Sagasti leyó los cinco últimos párrafos del poema. Antes de la última línea sus ojos dejaron ver unas lágrimas. El presidente y el país se conmovieron. Vallejo, una vez más, nos interpela.

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