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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Entre los materiales audiovisuales que utilizo en mis clases, nunca falta Miss Universo en el Perú, un mediometraje realizado por el Grupo Chaski en 1982. A pesar de que tiene más de treinta años de estrenado, mantiene inquietante actualidad. Trata, en pocas palabras, de cómo este país, siempre herido por profundas desigualdades sociales, es escenario de un concurso sexista, completamente alejado de nuestra realidad, y que fomenta tanto la subestimación de lo que representamos y somos como la alienación colectiva ante ciertos modelos de belleza foránea a los que se aspira hasta llegar al absurdo. Suelo verlo con mis alumnos porque sé que luego de visionarlo siempre tenemos largos y muchas veces aleccionadores debates al respecto.

Esto viene a cuento porque ayer terminé de leer Modelos peruanas (que se ven peruanas). Ese es el provocador título del primer libro de la limeña Adriana Seminario, y mi impresión inicial fue que algunos de sus capítulos se complementan perfectamente con la película que menciono más arriba. Seminario, periodista y fashion blogger, tiene una larga experiencia en el modelaje nacional y, con conocimiento de causa, nos abre las puertas de las estancias menos nobles de esta profesión en nuestro país: aquellas donde se manifiesta el prejuicio, el racismo, la discriminación en todas sus formas, al insólito punto de que todavía se consideren exóticas a modelos cuyos rasgos corresponden a los de la mayoría de peruanos.

Escrito con una prosa sencilla que resbala pocas veces, Modelos peruanas no pretende dorar la píldora ni ser complaciente con la realidad que denuncia: relata sin ambages los perjudiciales condicionamientos que muchos publicistas aún mantienen (como asociar siempre el agua mineral con chicas blancas, rubias y de ojos celestes), la dura lucha de varias muchachas con talento y condiciones que deben superar complicados obstáculos por no tener el tipo ideal que la industria exige. No soslaya otro problema igual de constante: la falta de profesionalismo de muchas de sus colegas, lo cual, según ella misma reconoce, contrasta con la responsabilidad laboral de sus pares extranjeras.

Lo interesante de Modelos peruanas es que delata la necesidad de abarcar toda esta problemática con recursos que vayan más allá de la sola mirada personal. La autora ha hecho su tarea y eslabona sus propias experiencias con estudios y puntos de vista de expertos como Liuba Kogan, Guillermo Nugent, Nelson Manrique y Gonzalo Portocarrero, quienes son sin duda voces autorizadas acerca del racismo y la exclusión en el Perú, lo que ayuda al lector a entender de una manera más amplia muchos de los casos que Seminario comenta en este volumen. Es precisamente un apunte de Portocarrero el que la anima a escribir esta historia, y que nos recuerda que en un país indiferente y sin memoria una de las formas más eficaces de atacar las acciones discriminatorias es haciéndolas visibles.

A los libros hay que juzgarlos por lo que ofrecen. Modelos peruanas puede ser en algunos de sus apartados algo reiterativo y en otros sus reflexiones no sean quizás muy sustanciosas; pero lo cierto es que se propone mostrarnos y explicarnos la cara menos amable del mundo del modelaje de pasarela y publicitario en el Perú. Cumple, sin mayores pretensiones, con esa meta. Hay honestidad y claridad en sus páginas. Suficiente.

  • Adriana Seminario
  • Modelos peruanas (que se ven peruanas). Aguilar, 2017, 161 pp.
  • Relación con el autor: conocidos.
  • Puntuación: 2.7 puntos de 5 posibles.

No se pierda la próxima Columna Vertebral sobre 'Mar afuera', de Grecia Cáceres.