Christian Ysla: "El cómico ambulante es el reflejo más cercano de lo que somos los peruanos"

"Los Juanelos tocan lo político por rabia contra los abusivos", explica el actor y voz del grupo.
(Anthony Niño de Guzman)

Le caen mal los niños, le fastidian. Nunca quiso tener hijos. Pero hoy, sobre los 45 años de edad, es padre y su casa y espacio de ensayo se han convertido en una sala de juegos para Fernanda, su adorable hija de un año. “Cuando hablan de que un niño te cambia la vida, sí pues, te la cambia. Yo siempre rehuí a eso”, confiesa.

Christian Ysla es una persona seria; sin embargo, tomó el camino del humor. Es crítico, le desagradan muchas cosas y la risa le sirve para darle una mirada diferente. Pero también es un niño, el que juega actuando bajo la consigna de que el juego también es trascendental. Y como tal, desde este jueves 7 de febrero repone Korruption High School, donde abordará la corrupción en el Poder Judicial. La cita es en el teatro La Plaza (Larcomar).

Nunca quiso casarse. Hasta que llegó Carol. “Yo soy para casarse y tener hijos, ¡ah!”, le advirtió ella cuando empezaron a salir. Hoy son esposos. Él considera que el matrimonio sí puede matar el amor, pero parte del trabajo de la pareja es nutrirlo siempre y no darlo por hecho. Y Christian hace su mejor esfuerzo. “Me hizo un gran favor al darme la oportunidad de tener una hija. Me encanta que la vida me sorprenda”, me dice la voz de Los Juanelos, mientras nos hacemos espacio entre los juguetes de Fernanda.

En una entrevista que te hice hace dos años, me dijiste que toda tu vida fuiste “monse”, pero no te pregunté por qué.
Somos cuatro hermanos, no salíamos a la calle. Tenía que ver con mi personalidad, porque me causa trabajo relacionarme con la gente. Lo que necesitábamos estaba en mi casa. Afuera las cosas eran más difíciles, tenías que ceder, adaptarte, soportar, aparentar. Bueno, el actor aparenta. De pronto, mi profesora Carmen Paredes vio algo que yo tenía y comenzó a echarle carbón ahí. Me hizo escribir y cantar, y me di cuenta de que era un artista. Pero siempre prefería mantenerme al margen, pasar desapercibido.

¿Qué crees que había detrás de esa actitud?
Para que no me hagan bullying. En el salón era malo jugando fútbol, nadie me escogía. Después del colegio nos quedábamos un grupo de gente y con ellos sí jugaba bien, porque tenía confianza y me divertía. La confianza hace que uno sea como le gusta ser.

¿Hasta ahora te reprimes?
Ahora soy bien conchudo. Y ahora tengo a Los Juanelos, con quienes me enfrento a los corruptos, que es una forma de enfrentarse, a mi manera, a los matones de mi infancia.

¿En el colegio te han pegado?
Sí. Hacía karate y me defendía, hasta que un día me agarró uno y me sacó la mugre. No podía enfrentarlos porque a la salida te pegaban. Y los demás se quedaban calladitos.

¿En qué se parecen la sensación de frustración de un estudiante ante los malos del colegio y la sensación de impotencia frente a los corruptos de ahora?
En el colegio, los ‘pendejitos’ eran los corruptos de la situación y no podías hacer nada porque, como los corruptos de ahora, estaban muy bien relacionados, sabían agradar a los profesores y actuar en la oscuridad, trabajaban por lo bajo. Con Los Juanelos sale lo político por la rabia que siempre he tenido contra la gente abusiva.

La actuación ha sido tu tabla de salvación.
Estudié hotelería y era un ser frustrado. Tenía planeado terminar la carrera y ponerme a hacer teatro. Es más, el día que me gradué, ingresé al TUC. Celebré mi ingreso, mas no mi graduación.

Si la actuación fue la tabla de salvación, ¿el humor qué rol ocupó?
Me dio la felicidad completa. El humor me atrapó cuando ingresé a Patacláun. Me mataba de risa de todo lo que iba haciendo.

¿Los peruanos tenemos una vena especial para el humor?
Somos gente sufrida que necesita el humor para ver la realidad de una manera menos cruel. Ahora, también somos muy burlones, que es el humor que no me gusta. No me gusta burlarme del otro. Prefiero que la gente se ría de mí o que se ría conmigo.

¿Esa burla ha perdido terreno?
En el mundo oficial está mal visto burlarse de los demás. Pero en el plano no oficial –WhatsApp, redes sociales– corre un humor racista, homofóbico, xenofóbico, machista. Esa burla no ha desaparecido, solo que está reprimida. Estamos en un proceso. Antes, la metida de mano del congresista Mamani no hubiese sido motivo de sanción; lo que hicieron los Zaperoko hubiera sido normal: “Te estás burlando de un cabrito, qué problema hay con eso”. Al hacer ese tipo de humor estás comunicando que el gay, negro, cholo y la mujer son inferiores. Ese humor hay que sacarlo ya.

¿Los cómicos ambulantes son uno de los bastiones de ese tipo de humor?
No hay que generalizar. Cada cómico es responsable de lo que dice. De alguna manera, el cómico ambulante es el reflejo más cercano a lo que somos los peruanos. Para una gran mayoría, es normal darle su buen golpe a la mujer.

¿Cómo suma el humor para sanar a una sociedad?
Al decirle sus errores, pero de manera graciosa. El humor te debe decir no le pegues a la mujer, pero de una manera que no te des cuenta.

¿Falta ese humor en la TV?
En todo. Muchas veces nos quedamos en el facilismo.

¿El buen humor se está gestando más en Internet?
La televisión es un animal en peligro de extinción.

¿Ser un juanelo te vuelve el bacán del barrio?
No. Me siento un ser libre, que dice las cosas que piensa.

¿Dirías que ser papá te hace menos monse?
Al contrario, me hace más monse. Soy un monse por mi hija. Ella me agarra de monse. Se burla de mí. Yo quiero buscarla, me chotea, se va con la mamá. Le doy algo, me lo bota y me sonríe. Soy su monse y feliz de serlo.

AUTOFICHA
- “Soy Christian Leonardo Benjamín Ysla Heredia. Horrible tres nombres, ni los nombro. Nací el 17 de diciembre del 72, en Lima. Estudié en el colegio La Inmaculada, luego en Cenfotur y en el TUC. Hice talleres con Alberto Isola, Yuyachkani y fuera del país. No tengo ni idea de cuántas obras de teatro he hecho”.

- “En una semana hacía obras para niños, adultos e impro. En cine he hecho dos películas que le fueron mal. Ya tengo miedo de hacer cine. En TV, hasta 2018 estuve con Locos en el Tiempo. Dirigiré el próximo unipersonal de Carlos Galdós: 2 horas para ser feliz, desde el 15 de febrero”.

- “No soy una persona que espera. Si me agarra una oportunidad, bacán. Yo sigo haciendo mis cosas. No pienso en lo que me falta, sino en ser agradecido con lo que tengo. El gran problema del ser humano es pensar en lo que no tiene. Mi mejor manera de relacionarme con el mundo es siendo actor”.

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