Perú21 entrevistó a César Galindo. (Fotos: V&R Films)
Perú21 entrevistó a César Galindo. (Fotos: V&R Films)

Nació en Lima, pero por circunstancias que hoy agradece se crio con su abuela en Puquio, periodo que describe como el más bello de su vida. Estudió Arquitectura porque era el sueño de ella, su única figura materna. Verlo en terno y con su máquina de escribir era lo que más importaba. Una vez que terminó la carrera, le entregó su diploma y voló a París a iniciar un doctorado en urbanismo y a perseguir su sueño: cultivarse en cine. En medio de su formación, con micrófono, audífonos y grabadora recién comprados, ofrecía sus servicios como sonidista a cineastas latinoamericanos y extranjeros o a quien, como él, soñara con hacer sus pininos en el mundo cinematográfico. Hoy, desde Suecia, país al que llegó hace 30 años, el cineasta César Galindo reafirma el orgullo por sus raíces. Lo demuestra con su última cinta hablada enteramente en quechua, (que significa en español ‘pared que habla’), película cautivadora porque, entre otras razones, cuenta la historia de un niño, Sistu, que, en los Andes, descubre y se enamora del cine.

-La película habla del amor al séptimo arte. ¿Cómo te enamoras del cine?

De niño lo que vi es a un hombre como el que aparece en Willaq Pirqa, uno que vino con su proyector a Puquio. Estaba impresionado de ver una imagen proyectada, pero, claro, yo estaba yendo y viniendo a Lima; entonces no era tan inocente. En Lima, iba a un cine porque estaba enamorado de una joven, éramos casi niños. Iba al cine pensando que ella vendría, era un amor platónico. Los domingos me vestía, imaginaba que venía, pero nunca llegaba. Para mí eso es el cine. Un poco de misterio. Ahí comencé a amar el cine.

-¿Cómo se desarrolló tu vínculo con la sierra?

Nací en Lima, pero a los tres meses mi padre me llevó a Puquio y me dejó con mi abuela. Entonces, me crié con mi abuela; para mí, mi mamá era ella y no había más mundo que mi abuela. Siempre le dije a mi padre: ‘Lo mejor que has hecho en mi vida es dejarme con mi abuela’.

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-¿Qué impacto tuvo que tu figura materna sea ella?

La abuela no tiene la misma presión para educarte que los padres, es más flexible. Pienso que el hecho de que haya sido muy independiente y un libre pensador desde niño es por la diferencia de edad con ella: entendía mi mundo, pero no todo; así, había una diferencia que me daba un margen de libertad para pensar como yo quería.

-¿Esta relación se refleja en la cinta?

Sí, en la película, lo de Sistu y Simona es mi relación con mi abuela. Es una relación amorosa porque era así con mi abuela. La presencia de ella no es por azar.

Galindo junto a Víctor Acurio (Sistu) durante el rodaje de Willaq Pirqa.
Galindo junto a Víctor Acurio (Sistu) durante el rodaje de Willaq Pirqa.

-¿Y cómo se produjo tu relación con el quechua?

Aprendí quechua y español en paralelo, pero, como me fui de Puquio a los 10 años, hablo el quechua de un niño, pero estuve estudiando y he aprendido más dirigiendo la cinta pues estoy obligado: si voy a trabajar en quechua, debo entenderlo para lograr lo mejor de los actores.

-¿Y cómo tratas el quechua en tus películas?

Para mí es muy importante que esté bien hecho (el quechua); tengo un respeto muy grande por el quechua, un respeto por el otro. Mi principio es respetar a mi cultura, mi pueblo; así, al trabajar con el quechua, soy muy exigente porque quiero que sea de lo mejor; quizá no lo logro, pero es mi intención siempre. Quería que haya una película enteramente en quechua.

-Entiendo que varios personajes de películas que has realizado en la sierra se llaman Sistu. ¿A qué se debe?

De niño, tenía un amigo; era como yo, de tez morena, ojos medio achinados, cabello hirsuto. Jugaba conmigo en quechua, en Mollepucro, caserío a las afueras de Puquio, pero un día Sistu no vino más a jugar. Nadie me explicó por qué. Se me quedó grabado para toda la vida. No supe más de él.

-Y en el cine encontraste la manera de inmortalizarlo...

En cierta forma, quiero eternizar a Sistu en mi cine. En todas mis historias hay un Sistu. Quiero que sea el símbolo del serrano, del campesino. Para mí, Sistu significa todos los peruanos como yo... Y Sistu jamás supo que iba a ser eterno...

-¿Por qué ser arquitecto?

Soy arquitecto porque para mi abuela una persona digna era tener terno y máquina de escribir. Para ella yo debía estudiar una carrera rentable. Entonces estudié Arquitectura, y después me fui a París a un doctorado en urbanismo a los 25 años. Paralelamente estudié cine teórico pues una escuela de cine a nivel profesional es cara y elitista.

-¿Cuándo dices ‘me voy a dedicar al cine’?

Cuando me gradué de doctor, no obtuve ‘brillante’ en mi tesis, sino ‘buena’ o algo así. Entonces, dije: ‘El jurado me convenció de que no soy urbanista; ahora haré cine’. Comencé a hacer unos cortos para la TV francesa, y en Suecia en el 87 ya hice cine.

Willaq Pirqa ganó 3 premios en el Festival de Cine de Lima: Premio del Público a Mejor Película, Premio del Jurado del Ministerio de Cultura a Mejor Película Peruana y Premio de la Comunidad PUCP a Mejor Película “Hecho en el Perú”
Willaq Pirqa ganó 3 premios en el Festival de Cine de Lima: Premio del Público a Mejor Película, Premio del Jurado del Ministerio de Cultura a Mejor Película Peruana y Premio de la Comunidad PUCP a Mejor Película “Hecho en el Perú”

-¿Qué te permite el cine?

El cine es el único medio que me permitió expresarme al 100%. Hacer cine implica saber de arquitectura, de perspectiva, de colores, de música sin ser músico, de psicología, y otras cosas.

-¿Qué buscabas transmitir con Willaq Pirqa?

Siempre quise decir lo que pienso de nuestro país, la importancia del respeto al otro, a nuestra cultura ancestral. No quiero que sea mejor que lo urbano, esa no es mi visión. Lo que quiero es que haya mutuo respeto.

-Como cineasta, ¿cuál es tu sueño?

Mi sueño es dirigir una película hablando quechua, aún no lo he hecho, ser director en quechua. Que los campesinos vean que un hombre andino puede dirigir.

AUTOFICHA:

- “Soy Julio César Galindo Galarza. En Suecia he realizado cortos experimentales con nombres en quechua como Nuqa, Yaku, Pachamama y documentales, producidos por la TV sueca: El tango de Estocolmo, Stockholmania, Una luz en la oscuridad, Quién es Contucio Cerebris”.

- “Tengo dos hijos: César Leonel y César Antonio. Los dos se llaman César en honor a mi padre. Es una historia aparte. Desde que son mayores de edad, viajo más dentro de Perú. Es el placer más grande que puede existir. Entre las montañas, los ríos. Ahora vivo más en Perú que en Suecia”.

- “Willaq Pirqa me va a ayudar muchísimo a hacer más libremente las cosas que quiero. En el mes de mayo empecé a rodar Killapa Wawan: La hija de la luna, con Magaly Solier. Está en el proceso final. También vengo trabajando en un documental sobre Yma Sumac, que espero acabar este año”.

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