(Perú21/Piko Tamashiro)
(Perú21/Piko Tamashiro)

Tiene 66 años de edad, pero parece de mucho menos. Mide 1.50 metros y está entre las grandes del criollismo. Su voz pícara siempre trae la palabra festiva, ocurrente. Aunque admite que el infarto cerebral que sufrió hace tres años la “golpeó”, la dejó un poco “bajoneada”, después llenó el Gran Teatro Nacional. Ahora Cecilia Barraza vuelve. Lo hace con cuatro conciertos, los días 16, 17, 23 y 24 de noviembre, en el Teatro Mario Vargas Llosa (San Borja), en los cuales, entre otros músicos, la acompañará Julián Jiménez, quien lleva con ella 30 años tocando la guitarra. Nos recibe en su departamento, donde la manía de tenerlo todo “en su sitio” se materializa en sus cuadros y adornos. “Mi mamá me enseñó a ser ordenada y limpia”, explica mientras mueve milimétricamente unos de sus adornos de la mesa de centro, y desliza una sonrisa traviesa.

En tres años cumples el medio siglo de carrera artística y has anunciado que para entonces dejarás el canto. ¿Por qué?
Una persona debe tener un ciclo y dentro de tres años, que justo será el bicentenario, creo que será tiempo de parar la máquina.

¿Cómo vas a vivir sin el canto?
Es parte de mi vida, pero no es toda mi vida. Quiero darme un tiempo para otras cosas, me gustaría entrar en producción. Pero ya no estoy ni con cara televisiva y quiero hacer algo más relajado.

¿Qué te ha dado el canto?
Todo, porque de eso he vivido desde que empecé. He sido prudente en el gasto, sin mayores lujos, pero sin mayores necesidades. Una vez al año, hago algo especial, acepto las actuaciones privadas. No estoy desesperada.

¿Alguna vez te desesperó la fama?
Nunca he sido famosa, he sido popular. Y para lograrlo hay que ser agradecida. Soy profeta en mi tierra y eso me encanta.

¿En casa lo primero fue la música?
Lo primero fue el mandato de mis papás: estudiar. Ahora, en mi casa siempre se ha escuchado música peruana, criolla. Mi papá con mi tío cantaban a dúo. Mi madre tocaba el piano, aunque no teníamos uno. Pero yo quería ser asistenta social, porque me gustaba la idea de ayudar a la gente.

¿Y crees que con la música, de alguna forma, has ayudado a las personas?
¡Claro! A los 19 años me hice cantante cuando Chabuca Granda me vio en Trampolín a la fama y a los tres meses me llevó a México, en el Palacio de las Artes, con Perú Negro, Rafael Matallana, Perú Canta y Baila, Raúl García Zárate.

¿Cómo fue tu relación con Chabuca?
Buenísima. Casi como de mamá con hija. Fue una guía. Me decía: ‘No creas que esto no es una profesión’. He hecho Mediodía criollo, Radio Felicidad, Tres mujeres para el show, el Clan Barraza. Hice de todo. He cantado en Europa, Unión Soviética, Japón en una gira de casi dos meses y medio. Hice de esto una carrera. Chabuca también me enseñó la generosidad, a ser grata. Y ahora, así como ella me dio la oportunidad, salvando las distancias, quiero compartir escenario con tres chicas como Maritza Rodríguez, Larissa Sánchez (hija de Lourdes Carhuas) y María del Carmen Padilla. Quisiera que tengan una mayor presencia en el escenario. Que cada una haga lo suyo.

Es necesario que aparezcan voces nuevas en el criollismo.
Las hay, pero en otros ámbitos. No tanto en la música criolla. Faltan más programas en los medios con gente nueva, que tenga otra visión de la música. Las radios se han quedado con la música tradicional que ya la hemos escuchado mil veces y no te ponen un disco nuevo.

¿A qué voces debemos ponerles atención?
En música criolla está la chica Abanto, Katherine Cuadros. En los programas de voces han salido varios talentos que cantan música peruana e internacional. También están los que imitan como en Yo soy, aunque no estoy muy de acuerdo porque somos un país de muchos imitadores, pero necesitamos voces con un sello personal, que tengan un estilo propio.

Hoy se celebra el Día de la Canción Criolla...
Y cantando los mismos temas de toda la vida.

¿Qué tenemos que celebrar entonces?
Hay que celebrar su día, está bien. A esos compositores les canto yo. Pero ya tengo 66 años y 47 años cantando. Tiene que haber nuevas voces, nuevos compositores, que se canten nuevas cosas, renovados espectáculos. Como en el fútbol, donde los ‘Cuatro Fantásticos’ han cumplido un ciclo, como lo estoy cumpliendo yo. Las cantantes que estamos hasta ahora tenemos lo nuestro, pero, ¿hasta cuándo? No pienso cumplir 70 años de actividad artística. Mi padre me enseñó a irme con la cabeza en alto, a dejarlos con la miel en la boca.

En el espectáculo que alistas no solo habrá música criolla, sino desde yaraví a salsa.
Y haré mi música, los valses norteños, el tondero, las marineras limeña y norteña. También habrá boleros, son cubano.

¿Te sientes más cantante criolla o de música peruana?
Soy una cantante criolla, que también canta música internacional, y me quiero dar ese gusto de cantar, por ejemplo, una milonga de Atahualpa Yupanqui. Todo lo que haré en esta actuación es parte de mi propia vida.

¿Y por qué nunca te alejaste de la música criolla?
Yo me crié con ella, es parte de mis raíces, me acerca a mi tierra. Con ella sentí lo más profundo que puede sentir una persona: estar ligada a su familia, a su modo de comer, vestir.

Le has entregado tu vida al canto, ¿al punto de sacrificar las relaciones personales?
No. Lo que pasa es que tengo un carácter que quién me aguanta... ¿Por qué crees que estoy sola? He estado casada dos veces y he convivido una vez. Tampoco he tenido hijos. Ni los hijos han querido ser mis hijos (risas).

AUTOFICHA
- “Nací en Lima. Mis padres vinieron de Trujillo, en el año 49. Fueron los primeros migrantes. Mi hermano mayor nació en Pacasmayo y Miguel nació en la Maternidad de Lima, rodeado de mujeres. Por eso ha tenido tantas mujeres en su vida, y tantos hijos (risas). He vivido 30 años en Magdalena”.

- “Postulé a la Católica, pero la música pudo más. Mi hermano Carlos, el mayor, ingresó a la PUCP, donde estudió Derecho; Miguel, aunque no lo crean, ingresó a la primera a la Católica. Estudió ocho meses Periodismo, pero se salió porque lo vio Ferrando y se lo llevó”.

- “Tengo un cuadro de Julio Ramón Ribeyro, a quien lo conocí en una noche de bohemia muy linda en una casa de Barranco. Me firmó mi libro. Me dejó una nota muy linda, porque le gustó como canté. Además de leer, también escucho música brasilera, me hubiera gustado cantar como Maria Bethânia”.