Carlos Arana, productor peruano que ha ganado varios premios Tony. (Foto: Allen Quintana).
Carlos Arana, productor peruano que ha ganado varios premios Tony. (Foto: Allen Quintana).

Vive fuera del Perú desde que tenía 19 años. No revela su edad, pero detalla que dejó el país en la década del ochenta. Cuando no viene a visitar a la familia, lo hace para montar una obra de teatro. Esta vez, alista el musical Billie Holiday, que lo trae desde Broadway. En el Perú ya puso en escena cuatro producciones y otras 40 en el mundo, con las que ha logrado los afamados premios Tony, equivalentes a los Oscar o Grammy.

Los dos primeros años de Negocios los hizo en Lima. Se mudó a Boston, donde acabó la carrera e hizo la maestría en Administración de Empresas, a los 22 años. Le tocó partir a Nueva York porque recibió una oferta laboral de la compañía que manejaba marcas como Marlboro, cuando era considerado el producto de consumo masivo número uno del mundo. “Era el mejor entrenamiento en marketing que alguien podía tener”, me dice. Ya en esa época en EE.UU. estaba prohibido hacer publicidad de cigarrillos en TV. Entonces, todos los esfuerzos iban a los eventos de marketing en carreras de Fórmula 1, festivales de música country y concursos de un año para encontrar al nuevo comediante en EE.UU., que empezaron en clubes pequeños, luego en teatros y la final en el Lincoln Center de Nueva York.

Esa fue la ruta que siguió para viajar del mundo corporativo al teatro, pasión que cultivó desde niño al lado de su abuela. Sus padres siempre le dijeron “primero ten una carrera y luego puedes hacer teatro”. Y les hizo caso.

Luego del entrenamiento en el mundo corporativo, llegó al teatro con gran experiencia.

Se me hizo más fácil ser productor. Al final, lo que ve el público es lo que el productor, director y actores han trabajado, pero son distintos elementos, que cuando funcionan, tienes una gran obra. Así eran los eventos corporativos.

¿De aquel trabajo en Marlboro cómo migró al teatro?

Desde chico mi abuela siempre me llevaba al teatro, todos los fines de semana, desde que yo tenía 5 años.

¿Hubo una obra inicial?

He visto obras desde que Osvaldo Cattone comenzó, las obras de Lola Vilar, de Alberto Isola, las del Corral de Comedias. Me acuerdo de El hombre de la mancha, que la hizo Cattone.

¿No quiso ser actor?

Nunca sentí que era mi vocación. Sí hubiera podido ser director.

Volvamos a su estadía en Marlboro y su paso a las artes escénicas.

Fui presidente de la compañía de licores que producía el tequila José Cuervo y ahí me comencé a conectar con la gente de Broadway. Pero siempre quise encontrar una obra de teatro bonita de producir y hacerla en el Perú. El teatro me ha permitido acercarme a la cultura peruana. Los peruanos somos bien trabajadores. Así encontré la obra que quería hacer: El chico de Oz, pero no sabía si había en el Perú un actor que la pudiera hacer. Y conocí a Marco Zunino. Nos demoró nueve años hacerla.

¿Pero cómo logró entrar al teatro desde Broadway?

Yo estaba trabajando en licores y se me acercó el productor del musical Chicago. Me propuso hacer una obra y quería que José Cuervo fuera el auspiciador. Le propuse cambiar el texto de la obra y poner de alguna manera otro de nuestros productos en la obra, sin dañarla. Así nació la escena en que un camarero dice: “Señor, le traigo su whisky doble”. Y el actor le respondió: “No, dame un Gran Centenario Tequila”, que era la marca. Luego en otra escena se hizo un baile sobre unas cajas vacías del producto. Entonces, el New York Times escuchó esto y mandó en secreto a un fotógrafo y aparecimos en la primera plana: “Ahora el tequila aparece en Broadway, que ha perdido la exclusividad de ser la única forma pura de entretenimiento”. Fue todo un debate. Pero el arte y el comercio van de la mano.

Sin embargo, hasta ahora no está tan bien vista la relación comercio-arte.

Se tiene que ver cómo se hace y con gusto. Para mí, nada es 100% arte ni nada es 100% negocio.

Y así ingresó a Broadway.

Así es. Y cuando estaba pensando lo de El chico de Oz, en 2009 o 2010, ese mismo productor me propuso estar en el equipo de producción de una reposición de La jaula de las locas, y nos ganamos tres Tony (risas).

¿Fue la señal para dedicarse de lleno al teatro?

No, igual tengo mis negocios, como la marca Hiro Sake. El sake es una categoría que crece mucho en EE.UU. y no hay marcas reconocibles. Los productores japoneses de sake nunca se han preocupado de crear una marca de sake que el americano pueda entender. Y estamos como en 20 estados. Pero siempre estoy involucrado en el teatro.

¿Cómo el Perú podría acercarse mínimamente a lo que representa Broadway?

El Perú es respetable, hay mucho talento. Pero en Broadway un actor contratado no puede hacer telenovelas ni nada en paralelo. Es muy serio salir a un escenario frente a 1,500 personas, todas las noches, ocho veces por semana, actuar y cantar y tener el físico para hacerlo. Aquí se matan trabajando, es muy difícil. El talento está ahí, pero la estructura no está institucionalizada. No hay un sindicato. Acá ensayamos en las noches, cuando no están trabajando los actores. En EE.UU., por regla del sindicato se ensaya de 10 a.m. a 6 p.m. Y si quieres extender dos horas más, hay reglas para eso. Existe una hora de almuerzo. Es muy organizado para permitirle al actor concentrarse en su trabajo.

Si todo está tan organizado en EE.UU., ¿por qué venir al Perú a montar obras?

Vengo porque quiero. En EE.UU. y Londres hay tanta gente involucrada que soy uno de muchos. En el Perú, soy uno de pocos. Ambas cosas son bien interesantes.

¿Su abuela llegó a ver alguna de sus producciones?

No, porque mi primera producción en el Perú fue en 2013 y ella murió en 2011, a los 91 años. Le hubiera fascinado. Pero le agradezco por haberme llevado al teatro.

AUTOFICHA:

- “Soy Carlos Arana. Solo uso esos nombres. Mi edad no la digo, no me gusta. Nací y crecí en Lima. Fui al colegio La Inmaculada, estudié en la U. de Lima y en Boston. Vivo en Nueva York. Mis estudios fueron en Administración. En el Perú, la primera obra que hice fue El chico de Oz”.

- “A El discurso del rey también le tengo mucho cariño porque la he hecho en Londres, en Lima y en Estados Unidos. No he pensado entrar al cine, porque me gusta contar historias como productor. En el cine es más trabajo del director y editor. Y siempre me gustó el teatro”.

- “Nos gustaría llevar El discurso del rey a Broadway. Y también quiero seguir impulsando Hiro Sake, que justo cumple 10 años. Hemos ganado premios al mejor sake japonés en EE.UU. En Perú hay dos importadores que están muy interesados en Hiro Sake, aunque el mercado del sake es más pequeño”.