Carlos Serván, autor del libro 'Aprendizaje de la oscuridad'.
Carlos Serván, autor del libro 'Aprendizaje de la oscuridad'.

Se sentía deprimido, cabizbajo, renegaba, gritaba, era impaciente. Y tuvo un sueño: al frente estaba el rostro de su padre, que le dijo: “Ya, carajo, levántate y ponte a hacer algo, que yo no he criado hijos engreídos”. La imagen se desvaneció y cuando despertó, tenía lágrimas en los ojos, aún no superaba el accidente que sufrió mientras era estudiante de cuarto año en la Escuela de Oficiales de la de Investigaciones del Perú, entonces conocida como PIP. Su padre, policía, falleció un año antes de que Carlos pierda la visión y una mano.

Sus memorias las ha plasmado en tres libros. El más reciente es Aprendizaje de la oscuridad (La nave, 2023), donde narra su vida antes del accidente que lo cambió todo. Hoy radica en la ciudad de Lincoln, en el estado de Nebraska, . También es director ejecutivo de una agencia de rehabilitación vocacional para personas ciegas y visión baja. Son días de nieve y frío, y desde allá nos conectamos vía Zoom.

Le pregunto cómo se imagina. “Todavía me veo como de 20 años, porque eso fue lo último que vi”, me dice, ríe y detalla que a los 20 años su cintura era 32, hoy es 33; en cuello era 15, ahora 16. Aunque le cuesta imaginarse, estima que ya pinta canas y entradas en el cabello. Eso sí, le gusta escoger su ropa. “Ando bien. Me siento joven, activo; aprendí a cuidarme para que no me pase lo mismo que le pasó a mi padre”, agrega.

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-¿Se podría decir que la vida es más llevadera en Nebraska para alguien con discapacidad visual?

Sí, gracias a los derechos que existen, y es porque los mismos discapacitados se organizaron para conseguir esos derechos. En el año 90 mucha gente en silla de ruedas y gente ciega se encadenó en el Congreso de los EE.UU. y dijeron que no se desencadenarían hasta que no se firme una ley. Estuvieron tres días así. Se dio la ley, pero ahora había que respetarla; entonces, había que enjuiciar a la gente que no respetaba la ley. Apple tenía iPhone y iPad, pero no eran accesibles para los ciegos. Entonces, los ciegos enjuiciaron a Apple, aunque primero quisieron hablar, pero por su arrogancia no hicieron caso. Cuando los enjuiciaron los tomaron en serio, y en vez de pelear en la corte, dijeron: “Vamos a aprender de ustedes”. Vinieron a una convención, hablaron con ingenieros ciegos y reconocieron su error. Hoy los teléfonos de Apple son los más accesibles.

-¿Cuando viene al Perú retrocede al siglo pasado?

Por el desorden, muchos quieren una solución rápida, en el tráfico se quieren meter para llegar primero, nadie respeta a la ambulancia.

-Eso para las personas con discapacidad debe elevarse a la ene potencia.

Exacto. Acá dentro de todo llego a la esquina, cambia el semáforo y puedo cruzar de manera segura. Camino solo; en Perú tengo que contratar a alguien para que vaya conmigo.

Su tercer libro.
Su tercer libro.

-¿Por qué eligió EE.UU.?

Fue gradual. En Perú solo había trabajo como masajista o recepcionista. En Estados Unidos comencé a contactarme con personas ciegas y ellos me ayudaron a conseguir contactos, y a recibir entrenamiento.

-¿Cuál fue su primer trabajo en EE.UU.?

Limpiar la corte: baños, pasillos. Uno se siente productivo.

-¿Por qué narrar en el libro su vida anterior: cuando veía y tenía la mano derecha?

Como adultos somos resultado de cómo hemos crecido y quiero que los lectores que han leído Volver a correr sepan que la perseverancia que tuve cuando me quedé ciego no fue porque me quedé ciego sino porque crecí de otra manera.

Carlos Serván, autor del libro 'Aprendizaje de la oscuridad'.
Carlos Serván, autor del libro 'Aprendizaje de la oscuridad'.

-¿A partir de algún evento en particular logró enfrentar su nueva condición?

Una serie de eventos. Me acuerdo de que con mi enamorada ya las cosas no iban bien; terminamos y fue bien doloroso; el hecho de no graduarme con mi promoción (de la PIP) también fue doloroso. El hecho de sentirme joven, capaz y no conseguir nada. Pero también fue porque conocí otros ciegos que tenían una vida normal y yo quería ser como ellos.

-¿Por qué entró a la PIP?

Postulé el 83, cuando crecía el terrorismo. Me gustaba la vida disciplinada, la vida castrense.

-¿Por qué?

Es mi personalidad, mi vocación. Mi padre era policía. Inclusive, postulé primero al Ejército.

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-Me cuenta que su padre, de carácter fuerte, falleció de un ataque al corazón a los 49 años, antes del accidente.

Él nunca iba al médico porque no tenía tiempo para eso; inclusive, nos decía: “El único día que uno debe dejar de trabajar es cuando las entrañas se están saliendo”. Él estaba enfermo, igual iba a trabajar. Era medianoche y él estaba escribiendo a máquina, tomando café; no sé a qué hora se acostaría y a las 6 de la mañana ya estaba levantado, bien cambiado. No dormía sus horas, trabajaba bastante. Tenía que mantener ocho hijos.

-¿Cuánto se parece usted a él?

Mi madre me dice que de sus ocho hijos, yo soy el que más se parece a él.

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-Por su tono de voz pensaría que es igual de drástico que su padre.

Yo creo que todos evolucionamos y queremos ser mejores que nuestros padres. Mi padre no tuvo educación universitaria, éramos pobres, no se daba tiempo para hablarnos con calma; entonces, aprendí que no hay necesidad de estar gritando para que los hijos crezcan con buenos principios. Estudié psicología infantil, psicología de familia para poder desempeñarme mejor y en lugar de tener ochos hijos, tuve solo dos. Pero siempre nos dio un hogar, no venía borracho, no gastaba dinero en tonterías. Yo lo veía como un ejemplo.

AUTOFICHA:

- “Soy Carlos Rigoberto Serván Triveño. Tengo 57 años. Nací en Jesús María, en el Hospital de la Policía. Para acabar de estudiar en la PIP me faltaron unos seis meses. En EE.UU., soy director ejecutivo de una agencia de rehabilitación vocacional para personas ciegas y visión baja”.

- “En la agencia damos servicios a un promedio de 1,100 personas al año, servicios como entrenarlos en el uso del bastón, comprarles equipo, pagarles la universidad, hay un programa de negocios. Y soy presidente de la asociación nacional de directores de ese tipo de agencias”.

- “Mis tres libros son de memorias (Volver a correr, Running dreams y Aprendizaje de la oscuridad). Y ya estoy pensando en escribir otro libro, pero quisiera escribir un libro de historias de ficción, uno que esté basado en hechos reales pero con personajes ficticios ubicados en los años 70, 80″.

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Carolina Ribera

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