Por: Martín Arias

Así como un arqueólogo que después de entrar a una cueva secreta descubre en las paredes signos milenarios que solo él entiende, con esa misma intensidad Hernán Siesquén explica el significado que tienen para él los trazos de su maestro Hamano Ryuho durante la exposición que este notable artista japonés brindo en el Perú.

Hernán es peruano de nacimiento y oriental de pensamiento. Con esa misma equilibrada dualidad se dedica profesionalmente a la música y desde hace unos tres años a la caligrafía japonesa, como miembro del club Fureai Shodo Kurabu; actividad que ha llevado su trabajo y su vida a otras fronteras.

¿Habías realizado antes alguna otra actividad gráfica?

Lo que pasa es que en mi familia hay un genio con aptitudes innatas para el dibujo, Jaime, mi hermano mayor, pero no se dedicó a eso. De niño mi primera educación simbólica no fue por la escritura, sino a través de lo gráfico, mirando los dibujos que él hacía. Nuestra niñez estaba influenciada por los comics y superhéroes pero en realidad no necesitábamos juguetes porque él dibujaba los superhombres que veíamos en la tele, los recortaba y esos eran nuestros juguetes. Los personajes de plástico nos parecían aburridísimos, porque eran limitados, mientras que él les hacía variaciones y todo. Décadas más tarde lo motivaba a entrar en concursos, trataba de convencerlo para que entre a talleres de dibujo. Había olvidado su hobby.

Es decir, ¿por motivarlo a él fuiste tú quien al final entró al mundo gráfico?

Claro, en la adolescencia me alucinaba un dibujante espontáneo y realizado como él, copiaba las portadas de los discos de heavy metal como Iron Maiden; sin embargo, Jaime me decía más que los personajes, le parecía notable el dibujo de los títulos, de los nombres de los grupos de heavy de esa época. Fue él quien un día me dijo: “tu talento está en las letras”.

¿Cuáles fueron tus primeros contactos con la caligrafía oriental?

Durante mi etapa escolar, vi una expo de caligrafía china en Petroperú (justo donde ahora vemos la exposición de caligrafía japonesa del maestro Hamano) y me quedé impactado. Sentí el mismo feeling que tal vez siente quien, sin entender el idioma, se tatúa sinogramas (caracteres chinos). Me atraparon las formas.

Años después tuve varios profesores. El médico y artista David Kamt Fupuy me enseñó a observar y apreciar la riqueza simbólica y semántica de sinogramas relacionados con la medicina tradicional china. Luego el maestro Hua Dongfan, lingüista, pintor y calígrafo, director académico del Instituto Confucio de la PUCP realizó varios talleres donde aprendí los rudimentos de la pintura y la caligrafía. Sin su entusiasmo, consejos y apoyo material, hubiera sido difícil decidir empezar.

También tuve la suerte de tener clases con algunos maestros chinos extraordinarios como el calígrafo y maestro Zhou Bin. Tiempo después una amiga me avisó que daban clases de shodo (caligrafía japonesa) en Lima, son los inicios con la maestra Ana Takahasi y Hamano sensei. Sigo siendo un principiante entusiasmado porque gracias a ellos mi proceso se volvió constante y ordenado.

¿Y fue así que decidiste estudiar formalmente?

Lo de estudiar la caligrafía sucedió casi sin darme cuenta, me llamó la atención, se dieron las circunstancias y ya me vi inmerso en ella; pero básicamente ayudó mucho mi interés por la filosofía china antigua, alucinaba con poder leer y escribir algún día el “Daodejing” (conocido también como el Tao Te King) que fue el primer libro que leí sobre filosofía china, el libro clásico del taoísmo. Su lectura me impacta hasta hoy.

Probablemente porque la caligrafía oriental no solo se basa en la forma y la técnica si no que tiene un espíritu...

Así es, pero yo no lo sabía, fue como un flechazo, luego lo fui comprendiendo. En mi caso hace 5 años más o menos, se dieron las circunstancias, aparecieron los profesores, el tiempo e incluso el dinero, fue una cosa que unió el azar y mis deseos.

¿Podría decirse que es como una terapia contra la depresión? ¿Te ha servido alguna vez de esa manera?

El amor también puede ser una terapia o el infierno (risas) lo que quieras; pero en mi caso no, posteriormente me interesó el concepto de meditación y sí he practicado algunas cosas en ese sentido, pero con los años me di cuenta de que en estas artes todo también está racional y artísticamente integrado. Es eso lo que más me encanta de esa cultura, que me entusiasma y me asombra a la vez.

¿Y crees que esta actividad permanecerá en el futuro?

La historia de la caligrafía oriental ha tenido un proceso de evolución muy largo, es un tesoro para la humanidad, es una tradición que no se ha perdido y sigue vigente. Podríamos decir que por el uso de la tecnología la gente cada vez escribe menos, pero en este caso hay un legado y hay continuadores.

Algunos tienen la percepción de que las culturas orientales son cerradas o celosas de compartir sus tesoros, ¿podría ser por eso que ha sobrevivido esta actividad?

Yo creo que es más por la particular espiritualidad en sus procesos que no es fácil de entender para todos. En el libro que te comentaba (Daodejing) hay un sentido espiritual evidente, pero también se menciona al gobierno, es decir, la forma en que integran los diferentes planos de la vida es un poco difícil de comprender para nosotros que vivimos en una cultura secularizada en donde separamos la religión del estado.

En China, por ejemplo, el ideal del caballero, del ser humano realizado, es decir, del hombre al servicio de la familia y del gobierno, era alguien rigurosamente formado en diversas áreas, era erudito, funcionario del estado, pintor, grabador de sellos (con los que firman los artistas), poeta, músico, jinete; pero sobre todo eso tenía que ser buen calígrafo. También en las artes marciales, las artes de la guerra e incluso en las prácticas religiosas, los exámenes caligráficos eran de importancia capital.

En los países desarrollados es normal la especialización del trabajo, en Latinoamérica, por el contrario, estamos acostumbrados a realizar de todo un poco. ¿Eso sería una ventaja que nos acerca a lo que tú mencionas?

Exacto, solo que nuestro proceso es muy caótico, no pocas veces inconstante, además. Pero deberíamos tomar en cuenta que esas culturas también han pasado por etapas de crisis políticas, guerras, hambrunas atroces, y eso no ha sido excusa para que no desarrollen artes tan profundas que sobreviven hasta hoy.

¿Para aprender esta caligrafía es mejor entender lo que escribes para mejorar?

Hay diversas etapas en el proceso, a veces te olvidas del mundo y solo te concentras en las formas, pero cuando vas investigando y comprendes más y más lo que estas escribiendo, entonces esas etapas lentamente se van integrando y vas mejorando.

¿Y cómo transmites eso a tus alumnos en los talleres de Shodo, es algo complicado de entender?

Lo importante es dejar que se guíen por lo que más los captura: el símbolo. Todo profesor es también en cierto sentido, psicólogo. Los maestros experimentados incluso podrían ver nuestros estados de ánimo y predisposición en nuestros trazos o en cómo hemos preparado la tinta.

Es considerado un arte, ¿tiene la misma importancia que la pintura?

En una conversación con Hamano Sensei, luego de que nos explicara generalidades sobre la pintura japonesa realizando a la vez trazos básicos, le pregunté si él también podía pintar, me dijo que sí, cosa que no me extrañó porque un buen calígrafo tiene todas las técnicas necesarias para ser un pintor, pero un pintor no necesariamente tiene las habilidades para ser un calígrafo.

Cuando observo las obras de Hamano Sensei solo desde el punto técnico, sé que él podría hacer lo que quisiera; pero como este arte va más allá de lo técnico, el mismo me dijo “ yo soy un calígrafo, no creo poder ser un pintor” Para que veas la modestia, la entrega, la especialización y la búsqueda de la máxima calidad en sus trabajos.

Tu eres músico, ¿cómo asocias la caligrafía con la música?

Así como hay estilos minimalistas que con pocos trazos te activan un mundo de referencias, también los hay más barrocos, más complejos. Hay estilos donde todo está predeterminado, donde no hay un solo movimiento del pincel que no esté pensado y planificado, nada es dejado al azar. Ahí se parece mucho al enfoque de la música clásica, cuando se reproduce una partitura, tú puedes ponerle tu propio estilo, tu propia interpretación, pero no debes alejarte mucho de los signos musicales para no deformar las obras. Pero hay estilos donde tú partes de una base mínima para ir tejiendo una idea progresivamente o te lanzas del precipicio y te abandonas a la incertidumbre, al descubrimiento de lo novedoso. Como en el jazz.

¿Qué instrumento tocas y qué compositores te gustan?

Me he especializado en guitarra clásica. La lista de compositores favoritos es larga, pero siento especial aprecio por los compositores que han podido nadar como peces entre la música académica y la popular, (Piazzolla, Egberto Gismonti, Hermeto Pascoal, Armando Guevara Ochoa…).

En las ciencias exactas y la metafísica (Xenakis, Stockhausen…). El esoterismo y el humor (Erik Satie, Debussy, Keith Jarret…). Beatles por supuesto y Madonna por supuesto que no.

También Pat Metheny con y sin Pedro Aznar, algún bolero dramático de José Feliciano, Rubén Blades o Ed Sheeran… es interminable.

Con el tiempo me he dado cuenta de que me sorprenden los compositores cuyas partituras tienen un dibujo melódico muy ordenado, por ejemplo Bach era un buen calígrafo en ese sentido, viendo las ediciones facsimilares de sus composiciones manuscritas compruebas que su escritura era hermosa. Roland Dyens fue un guitarrista y compositor francés que contrató a un calígrafo para las ediciones de algunas de sus partituras, como por ejemplo, su “Homenaje a Leo Brouwer”, es una exquisitez. Un placer para la vista.

Entonces, ¿sientes que son actividades paralelas?

Así es. Cuando estuvo en Lima Mo Yan, premio nobel chino de literatura, me autografió una novela suya. Su firma es caligrafía pura. Contó que hace un año empezó a estudiar poesía clásica china, para ellos estudiar su literatura clásica es también apreciar su caligrafía, las actividades artísticas no están separadas de sus humanidades, por eso lo consideran un tesoro.

¿Cuál es la diferencia entre China y Japón en esta actividad?

La diferencia más notoria son sin duda los sistemas de escritura. Diferenciar estos sistemas significa conocer el japonés antiguo y moderno o por lo menos reconocer sus diferencias. Todo un universo nuevo de formas y sonidos por descubrir para mí. La historia de la caligrafía asiática se inició en China, su desarrollo ha sido lento, vasto y milenario, tiene influencias hasta del Islam, la diferencia es que China es un continente enorme con muchas culturas, mientras que Japón es una isla o conjunto de islas, lo que originó algo muy especial.

La caligrafía llegó a través de monjes budistas y Japón lo recibió, lo absorbió y lo convirtió en una nueva estética. Son culturas que se han influenciado mutuamente, incluso se enfrentaron en guerras, pero también supieron establecer relaciones políticas, comerciales y culturales significativas. Como me dijo recientemente el profesor Guillermo Dañino: “ No es posible comprender a China sin Japón y a Japón sin China.”

Por último, ¿qué es lo más importante que has aprendido con este arte?

Saber dibujar (en el sentido de la búsqueda de la precisión) como también, aprender a expresarse, en la caligrafía se pueden ver claramente tus gestos, dónde has dudado, en qué parte te has quedado en blanco o dónde tienes una vehemencia especial. Cuerpo, mente y pincel en unidad es una aspiración constante, una derrota frecuente y una idea estimulante también.

La caligrafía es como la voz particular de cada uno, ambos podemos leer el mismo texto pero no va a sonar igual, podemos escribir el mismo texto pero no se va a reflejar de la misma manera, siempre va a estar tu sello personal, lo quieras o no. Con el trazo no puedes mentir. La letra es tu espíritu. El símbolo eres tú mismo.

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