Bendita Disidencia
Bendita Disidencia

Aquello que conocemos como literatura peruana actual suele ser en realidad literatura limeña actual. Si la publicación de obras literarias en la capital es diversa, pensemos en aquellos títulos que aparecen en otras ciudades del país. La tarea es ardua para una página como esta que se propone, cada vez que puede, ir más allá de Lima. Y en este propósito es que nos encontramos con el poemario Disidencia, de la escritora Katherine Medina Rondón (Arequipa, 1994).

Este libro, editado por el sello Cascahuesos, no es el primero de su autora, pues previamente ha publicado los poemarios Murmullos y volantes (2012), Amor en cuatro actos y otros cortejos (2013) y Mínima celeste (2016). Entonces, estamos ante una voz joven, pero no totalmente desconocida a nivel editorial en esta nueva generación de poetas peruanos que buscan afirmarse como tales.

RUPTURA CON EL MUNDO

La pauta de Disidencia la encontramos en los epígrafes que abren el libro. La poeta estadounidense Diane Wakoski, enmarcada en aquello que se ha denominado “poesía neoconfesional”. Y, por otro lado, tenemos la mención al peruano Juan Gonzalo Rose, poeta del amor y la melancolía. Un impulso narrativo y de testimonio (no necesariamente confesional) pueblan estos versos, donde tópicos como el amor, la nostalgia, la ruptura con la vida –de allí el título del libro– son desarrollados por la autora.

El poemario empieza con “Idilio”, un poema dividido en seis partes, donde destacan versos como: “que la ansiedad se vuelva feroz latido./Toma mi mano,/afila tus garras y seamos/uno, la presa del otro”. Asimismo, “Avenida principal” tiene una impronta metaliteraria, donde la voz poética reflexiona sobre la génesis de un poema. A través de la negación primero (“un poema no nace…”), luego nos dice cómo surge la inspiración creativa en versos como este: “un poema nace cuando me quitas el vestido/ o cuando, llegando a casa,/me siento en mi escritorio/y mi cuerpo sigue irradiando/el olor de tu ombligo”.

En el conjunto, los ejes temáticos son el cuerpo, el sexo y el sometimiento amoroso. Hay, además, una carga de erotismo que se contrarresta con la ironía: “He acariciado una docena de perros callejeros/para compensar a los hombres que nunca me amaron”. Esta voz poética reconoce la contradicción de la que es presa al desear la separación, pero a la vez lucha contra las ansias de poseer al otro.

UNA VOZ EN CONSTRUCCIÓN

Como mérito en este poemario destacan la musicalidad de los versos, pero sobre todo la voz desesperada que se expresa en ellos. Un ser desgarrado evidencia esta situación a través del deseo sexual: “En unas horas estaré descubierta frente a él/esperando que vacíe la congoja de mis ojos”. “Y tus manos ansiosas/buscando en mi cuerpo/el botón de encendido”. También el sexo y su comparación con lo concreto: “La realidad es un órgano sexual/húmedo, escurridizo,/como una costra mal sanada”.

Los tres últimos poemas del libro carecen de esta carga erótica y se tornan más reflexivos. Como en “Diáspora”: “¿Existes? ¿Existo yo?/¿No seremos la misma persona?/¿La propia vida hablando consigo misma?”. O también en “Alba”, el de construcción más compleja y que cierra esta obra.

Más que poemas redondos, en Disidencia encontramos chispazos de una poética en pleno proceso de consolidación. Hay una clara intención de romper, de establecer un quiebre con los estereotipos de género, así como mostrar una actitud activa en el amor, al margen de toda idealización. Por momentos esta mirada es descarnada y eso se percibe en la lectura. Estamos ante una voz que está aún humeando y que si llega a arder, puede ofrecernos una poética original. Algo que sería grato hallar en una escritora joven con una necesidad de decir lo que nace del forro con una voz propia. Que así sea.

FICHA TÉCNICA

Disidencia
- Autor: Katherine Medina Rondón
- Editorial: Cascahuesos Arequipa, 2018.
- 45 p.p.

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