Según Antonio Ocaranza, hay mexicanos en el servicio diplomático que discrepan de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pero no lo expresan públicamente. Y es que el presidente de México parece alimentarse de las críticas y la polarización.
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La polarización le funciona.
La división le ha funcionado. A cinco años, de manera consistente, mantiene una aprobación del 60%. Eso lo aplica en lo internacional también. Hay elites “neoliberales” que se oponen a las corrientes de cambio que representan él y otros líderes que él considera progresistas. Y ahí entra la controversia con Perú. El presidente ha sabido capitalizar el descontento con gobiernos anteriores que generaron un profundo hartazgo. Los programas sociales y los discursos de lucha contra la corrupción y de velar por los intereses de los desposeídos explican su popularidad y aprobación. No obstante, esos niveles de aprobación no se mantienen cuando se pregunta sobre el crecimiento económico o la lucha contra el crimen. Una cosa es la persona y otra sus políticas. Aún así, la gente siente que el país va en el camino correcto y el presidente es el mayor activo del candidato de su partido a sucederlo, que será Claudia Sheinbaum (jefa de Goberino de Ciudad de México) o Marcelo Ebrard (Secretario de Relaciones Exteriores).
¿Cuánto influye el antecedente de Evo Morales?
Rescatar a Evo en Bolivia en circunstancias que ponían en peligro su vida ha marcado mucho la visión del presidente sobre América Latina. Por un lado, se vio como un estadista “humanista”, con el arrojo de enviar un avión para dar una salida al conflicto en Bolivia y reactivar la tradicional política de asilo mexicano. Por el otro, ha juzgado a los regímenes a partir de quién permitió que el avión militar cruzara el espacio aéreo para dirigirse a La Paz o regresar a México. El presidente no perdona a los países que negaron permiso al avión, como fue el caso de Perú.
¿Qué repercusiones habría de reducirse las relaciones comerciales ?
Sería muy lamentable, pero sólo sectores muy limitados se manifestarían en contra de una situación así. Llevamos años de mantener una relación tensa con España, un importante socio comercial y político en la Unión Europea, y poco se ha podido hacer para cambiar el desencuentro. Mucho menos se podrá hacer en el caso de un mayor deterioro con Perú.
¿Qué dice la oposición?
Para la oposición ha sido un desastre en lo económico y en temas de seguridad y lucha contra el crimen, además de ser una amenaza para las instituciones que acotan su poder como las autoridades electorales o la Suprema Corte. Pero el deseo de que vean a López Obrador como un político autoritario no cala en la sociedad. Además, la credibilidad de la oposición está por los suelos.
¿Cómo ha manejado escándalos como los desaparecidos, el departamento del secretario de Defensa, el avión presidencial y la corrupción de sus hijos?
Bastante bien considerando sus números de aprobación. La situación de seguridad y desaparecidos López Obrador la atribuye al crimen organizado que se enraizó en tiempos de gobiernos “neoliberales”, así que les pasa a ellos la factura. Este apunta a ser el gobierno con mayor violencia en México y, tristemente, no existe un clamor exigente en contra de su ineficiencia. AMLO terminará con un número récord de homicidios. En estos días, superará la cifra de sexenios anteriores. Y falta más de un año. Pero cada ataque a su gobierno o exposición de posible corrupción es producto del interés de sus detractores de parar su transformación y de medios de comunicación “corruptos”, enojados porque les ha retirado prebendas. Ésa es su postura y le funciona. La realidad es que lo que no lo mata, lo fortalece. Eso habla de su sagacidad política y de la ineptitud de sus adversarios.
Oppenheimer ha señalado que, mientras desconoce a Dina Boluarte, AMLO condecora al dictador cubano Diaz Canel. ¿Cuál es el límite de la lógica ideológica?
Sin duda hay una gran contradicción en la postura de López Obrador, pero no debe ser tampoco algo sorprendente. Hay complicidades entre los líderes de la izquierda en América Latina; abogan por derechos humanos en todo el mundo menos en aquellos regímenes con los que se identifican ideológicamente. Hay quizá, en el caso de López Obrador, un elemento adicional que es su desconfianza hacia Estados Unidos y su crítica al papel que ha tenido históricamente en América Latina. Es un detractor declarado de la Doctrina Monroe y de cualquier signo de intervención estadounidense en AL que busque debilitar a sus democracias. Por eso no tiene empacho en exponer y criticar el papel de la embajadora de EU en Perú y el reconocimiento inmediato que hizo del gobierno de la presidenta Boluarte. Ese mensaje resuena en muchos mexicanos, independientemente de filias y fobias hacia López Obrador. Son acciones que México ha sufrido y que López Obrador recuerda, un día sí y otro también, en sus conferencias de prensa matutinas. Como puedes ver, aunque la relación México-Perú tiene sus circunstancias, se puede entender desde las actitudes de López Obrador hacia dentro de México y por su visión histórica sobre el desarrollo de las democracias de AL y el rol de Estados Unidos en la región. Entiendo que muchos peruanos se encuentran ofendidos por las declaraciones del presidente López Obrador. Él se alimenta del conflicto y la confrontación con los poderes “conservadores”. El gobierno de Perú no acallará a AMLO, sólo alimentará su narrativa.
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