Antonio Gálvez Ronceros presenta su novela 'Perro con poeta en la taberna'.
Antonio Gálvez Ronceros presenta su novela 'Perro con poeta en la taberna'.

Fue profesor durante más de 50 años. Hoy es y lector a tiempo completo. Su primer libro de cuentos, 'Los ermitaños', lo publicó hace 56 años. Textos que los empezó a escribir en La Cantuta, donde estudiaba. 

Y ahora, lejos de las aulas, a los 86 años de edad, acaba de publicar su primera novela 'Perro con poeta en la taberna' (Escuela de Edición de Lima), que será presentada este jueves en la Casa de la Literatura Peruana, a las 7 p.m. Antes nos recibe en la biblioteca de su casa. 

Entrevistar a don Antonio Gálvez Ronceros es entregarse a sus palabras, de las que es difícil salir. Es viajar con él y sus experiencias a través de distintos caminos. Es escucharlo sin ganas de interrumpirlo o volverle a preguntar. Es seguir su ritmo con pausas y cavilaciones entre palabras. Esta entrevista de dos horas y media trata de resumirse injustamente así.

Empezó enseñando en el colegio donde estudió, en Chincha.
En Chincha Alta siempre hubo un solo colegio de secundaria de varones a cargo del Estado y ahí estudiaban tirios y troyanos: hijos de señores más o menos pudientes e hijos de familias de clase media baja, como era la mía. Y ahora, en octubre, el colegio Pardo y Barreda cumple 100 años. Trabajé dos años y me tuve que venir a Lima. Y sonrío porque no se podía estar en Chincha. Yo quería escribir y no podía. Era muy joven y pronto me vi envuelto, gratamente por supuesto, en un grupo de profesores a los que no les faltaban las fiestas. Entonces, yo paraba de fiesta en fiesta. Y había dejado sin concluir lo que posteriormente sería mi primer libro de cuentos. De estudiante en La Cantuta empecé a escribir a partir del segundo semestre. Para mí fue un descubrimiento la literatura.

¿Por qué eligió la narrativa?
Creo saber el motivo. Tenía un curso de lenguaje que en realidad eran seis cursos. Además, el método de enseñanza era más hacia la práctica. Tenía cursos de lenguaje a base de actividades de elocución, redacción y lectura. Conocimientos gramaticales en función de los errores que podían revelar los estudiantes en sus trabajos. Se nos daba la primera oración de lo que debía ser un texto y entonces eso jalaba la imaginación. Yo me sentía feliz.

Usted se hizo al andar. ¿Descarta que ciertos talentos se hereden?
No puedo ni afirmar ni negar, porque no hay forma de probarlo.

¿Ni reflejándose en los padres?
Lo que sí es una base es la lectura, es clave. Eso lo alimenta a uno, le crea expectativas, le abre caminos, le va alumbrando aunque sea con velita modesta, un modesto camino para ir descubriendo posibilidades. Y el gran apoyo es la experiencia personal. Uno ata cabos con pequeñas estacas de cierta profundidad sobre el piso y esas estacas son parte de la experiencia personal. Y la fantasía se va reforzando con algunos hechos reales.

¿Su padre a qué se dedicaba?
Escribía textos históricos, según tengo entendido. Mi padre murió cuando yo tenía 7 años. Tengo pocos recuerdos de él.

¿Y su madre?
Ella fue profesora. Nació en 1884 y murió el año 74. Recuerdo que mi madre no trabajó nunca mientras mi padre estuvo vivo. En muchos hogares no se permitía que la mujer trabajara, a pesar de que ella tenía su título.

Los ermitaños
Los ermitaños

Volvamos a la imposibilidad de terminar de escribir su primer libro de cuentos ‘Los ermitaños’ y por lo cual decidió dejar Chincha.
Cinco de esos siete cuentos fueron escritos cuando yo era estudiante de La Cantuta. Trabajando en Chincha no podía terminar ese primer libro porque cada fin de semana estaba en fiestas, bailes y tragos. Ya era un mozo que tenía para pagar la cerveza. Necesariamente uno tenía que regresar a su casa al amanecer, porque esos tragos salían con baile. Y la clave era llegar antes del amanecer porque la madre seguía dormida. Eso lo aprendí de mis hermanos. Y me trasladaba furtivamente por la campiña, tomaba otro camino que yo lo conocía y por el cual nadie me veía que llegaba con cara de mala noche, y así iba evadiendo las miradas ajenas. Así fue durante dos años (risas). Y dije: ¡no, yo tengo que escribir mi primer libro!, y me vine a Lima y en el 62 publiqué ‘Los Ermitaños’.

Y ahora publica su primera novela ‘Perro con poeta en la taberna’. A propósito de ello, le cuento que cuando fui a la última feria del libro, lo encontré en uno de los stands sentado, imperturbable, rodeado de torres de libros de ‘Perro con poeta en la taberna’. Aún no se acercaba nadie y usted parecía un soldado esperando por sus lectores, mirando a un punto fijo, en silencio. Me dejó la sensación de rabia porque en ese momento nuestro gran narrador no tenía público. Curiosamente esta novela aborda la vanidad, el ego y la soberbia. Y ahora pienso que usted, pese a todo, no se entrega a esos conceptos y es un obrero literario.
Esa imagen que has visto: sentado, en una actitud imperturbable, como de soldado posiblemente venga de familia. Esa actitud que podría llamarse seria viene de los Ronceros. A uno de los hermanos menores de mi madre, don Pedro Ronceros Calderón, nunca se le vio reír en público. Su imagen era la del hombre inabordable. Pero lo curioso es que cuando fui a enseñar al colegio en Chincha encontré a mi tío aún de profesor y él formaba parte de un pequeño grupo de docentes. Formé parte de ese grupo. Nos íbamos a una cantina que no sé por qué le llamaban El Paralelo 38, como el paralelo clave en la guerra de Corea. Y ahí llegué a hacer cosas inimaginables con el hombre que jamás se reía en público. Usaba sombrero de paño y yo a veces, tomando trago, le quitaba el sombrero y me lo ponía. Bromas que jamás imaginé hacer.

¿No logró arrancarle una sonrisa al hombre que jamás reía en público?
No. Aguantaba nomás.

Bueno, ahí tenemos resuelto el tema de la actitud imperturbable. Pero vayamos al ego, la vanidad y la soberbia. ¿En qué momento nos asaltan?
El ego es malo. Es algo opuesto a la humildad. Es el creerse superior injustamente. Hay una actitud de avasallamiento de los demás y no se puede avasallar a nadie, aunque sea con el pensamiento.

¿Por qué son temas de su primera novela?
Hace tiempo quería tratarlos. ¿Acaso no es cierto que la negación sobre la calidad, falsa o verdadera, no se da en el ejercicio de la poesía? ¿Acaso no hay discusión sobre qué poeta debió formar parte de tal o cual antología? ¿Acaso algunos no protestan porque al poeta equis debieron publicarle no un solo poema sino, por lo menos, cuatro? Entre los poetas se da eso, aunque no en todos, pero ahí se da más pues. Ahora, la poesía es una de las maravillas que ha podido crear el hombre. En la poesía hay transformación, gracias al especial manejo del lenguaje, con una especie de insólita imaginación. Por eso considero que la poesía es lo más grandioso que existe en la literatura.

¿Y por qué usted no ha publicado poesía?
Todo depende de que lo atraiga a uno. Como lector aprecio eso, pero la literatura también es narrativa. Quizá en eso que acabo de decir sobre la poesía esté la clave de que algunos poetas se sientan superiores. Esa superioridad cuando se expresa puede ser hiriente, discutible y entonces puede quedar envuelta en la imagen de la vanidad.

Sin embargo, en su narrativa siento que, a veces, hay cierto ritmo poético. Me parece que “¡Miera!”, cuento que abre ‘Monólogo desde las tinieblas’, tiene algo de ello. ¿Es correcto?
Yo ahí veo una acumulación que va creciendo. Esa es una historia basada en otra historia oral.

¿Por qué apuesta por rescatar el imaginario afroperuano?
Sobre la vida de los personajes afrodescendientes hay poco, sobre el lenguaje de estos personajes no es poco. En ‘Monólogo desde las tinieblas’ me parece que hay una buena muestra del habla de estos personajes. Lo que falta es una historia más profunda, digamos una novela con estos personajes, sobre sus problemas, incluyendo la discriminación racial.

¿Esa novela ya la escribe, es su próximo proyecto?
No necesariamente. Mi próximo proyecto ya está un poco avanzado. Es sobre la reina de un prostíbulo, la más atractiva. El título es ‘Marleni era el prostíbulo’. Ya tengo más de cincuenta páginas. Será una novela.

El nombre de su primera novela tiene una segunda intención.
Es como esos títulos de algunas pinturas que no dicen nada. Por ejemplo, “mujer con gato en los brazos”. Título descriptivo, inanimado, seco. ‘Perro con poeta en la taberna’ lo elegí para que opere de manera insólita. Creo que el hecho de que no diga nada, obliga al lector a que entre a la taberna a ver qué pasa con ese perro y ese poeta.

Perro
Perro

¿Hace balances de lo realizado?
La alimentación del intelecto y el espíritu a través de los libros es algo positivo naturalmente, pero esa alimentación a veces puede ser intoxicación. Y es algo que siempre he pensado.

¿En qué momento se convierte en intoxicación?
Cuando la persona se cree divina. Pasa en cualquier momento.

¿Qué libro le falta escribir?
No pienso en eso, porque es desesperante. El tiempo lo dirá.

¿Le preocupa el tiempo?
Un poco. Tengo 86 años. Lo habitual es que ni siquiera a esta edad uno se muera, sino antes. Pero ya llegué pues y no me he muerto (risas). Pero eso no me preocupa, yo seguiré escribiendo hasta donde me dé la vida.

¿No cree que el Perú ha sido injusto con usted?
No, porque para sentirlo hay que ser diferente de lo que yo creo que soy. ¿Y qué soy? Zanahoria, ingenuo (risas).

Monólogo
Monólogo

AUTOFICHA:

“Nací en Chincha. He estudiado en La Cantuta para profesor, con la especialidad de Castellano, Literatura e Historia. Yo quería estudiar literatura más especializada, que solo podía darse en universidades como San Marcos y así lo hice. Quería tener un conocimiento del movimiento literario mundial”.

“Publiqué mi primer cuento cuando yo tenía unos 24 años. Se publicó en un suplemento. Ese cuento no fue incluido en ningún libro porque lo considero un ejercicio. Juan Rulfo fue importante para mí por el manejo del lenguaje campesino a base de imágenes”.

“Actualmente, estoy leyendo a Gregorio Martínez (Nasca, 1942-Virginia, 2017). Una lástima que se haya ido (hace poco más de un año) sin pasarle la voz a uno (risas). Todos tenemos que ir por ahí, ¿no? Después de jubilarme como profesor en 2005, la mayor parte de mi tiempo estoy leyendo o escribiendo”.