Andrea Alvarado es una de las figuras de la telenovela Luz de esperanza. (Foto: Martin Pauca).
Andrea Alvarado es una de las figuras de la telenovela Luz de esperanza. (Foto: Martin Pauca).

Es actriz, pero le gusta la obra de Chavela Vargas. La música mexicana. “Paloma negra”, “La llorona”. Piezas desgarradoras. También piensa en la cantante francesa Édith Piaf. Tal vez en “Non, je ne regrette rien” o “La vie en rose”. Personajes fuertes y trágicos, como arrancados de la . “Parecen supertristes, pero creo que tienen una humanidad inmensa”, me dice Andrea Alvarado.

Fue Rosemary en la serie Maricucha. Maliciosa, envidiosa. Y hoy es Ana en la telenovela Luz de esperanza. Noble, sin maldad y luchadora. ¿Y cómo es Andrea? Dice que está en el medio de Rosmery y Ana. Luz de esperanza se transmite de lunes a viernes, por América Televisión, a las 9:30 p.m.

Nació en Cusco y no solo es actriz. También productora, directora de teatro, profesora de teatro e incluso compone canciones y canta, aunque esta faceta aún la cultiva casi en silencio.

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Esta suele ser la temporada en que varios jóvenes deciden a qué dedicarse. Aún se cree que ser actriz es ‘cool’ y fácil. Sin embargo, casi se vive siendo actor o actriz, casi no te desconectas de tu profesión.

Yo no uso mi memoria emotiva ni recuerdo nada, actúo dentro de las circunstancias del personaje, me duele porque me imagino lo que le pasa, empatizo con el personaje, puedo hasta llorar en escena. Me voy a mi casa y mi mente sabe que ha sido ficción, pero mi cuerpo a veces no lo entiende; el cuerpo es otro mundo. Tengo que ducharme, comer algo rico, hablarme, darme un poco de cariño físico para poder recuperar esa energía. El cuerpo se involucra, sufre, se lastima. Como actores tenemos que ser superresponsables con nuestro cuerpo, con nuestro autocuidado. Hay que tener técnica para poder resguardarse.

¿Recomendarías la actuación como profesión o tal vez algo más estable?

De repente estoy bendecida, pero para mí la actuación siempre ha sido estable, siempre me las he buscado. Yo diría que todas las personas deberían, por lo menos una vez en su vida, estudiar teatro, actuación o artes escénicas.

¿Por qué?

Porque están relacionadas con el uso de la voz, del cuerpo, de las emociones. Actuar es jugar y es algo que nos olvidamos cuando ya crecemos. Si tenemos una experiencia de artes escénicas, nos daremos cuenta de que hay algo que es muy importante que no podemos olvidar: jugar. Todo el tiempo cuando actuamos nos equivocamos y la experiencia de estudiar actuación nos ayuda a aprender de nuestros errores, a seguir, a continuar, a no dejarnos caer, involucrando el cuerpo, la voz y las emociones. En ese sentido, no hay experiencia más completa que las artes escénicas. Y el habla lo lleva a otro nivel.

¿Cómo así el habla?

La palabra, el habla. Nos comunicamos el 100% de nuestras vidas, a través de la palabra y la gestualidad; y cuando lo entrenamos en un taller de actuación, aprendemos a cómo manejarnos. No todo el mundo quiere ser actor o actriz, pero todo el mundo quiere aprender a comunicarse, a saber cómo persuadir (desde el bien), lograr una buena entrevista de trabajo, se desarrollan habilidades blandas, un montón de cosas. Si todo el mundo hiciera una vez en su vida un taller de artes escénicas, la relación entre las personas cambiaría; poco a poco haríamos que nuestra ciudad o nuestro país sea mejor en ese sentido.

Bueno, siempre he pensado que todo el rato estamos actuando en el teatro de la vida.

Cuando uno crea un personaje, no puede ser unidimensional: no es de una manera determinada, porque las personas somos distintas cuando nos relacionamos con nuestros padres o nuestros amigos o en una entrevista como esta o con nuestros jefes o con nuestros patas; entonces, somos distintos y hasta personajes distintos. Igual se mantiene una esencia, que es lo que me hace ser yo, pero hay maneras, comportamientos y formas distintas.

Andrea Alvarado es una de las figuras de la telenovela Luz de esperanza. (Foto: Martin Pauca).
Andrea Alvarado es una de las figuras de la telenovela Luz de esperanza. (Foto: Martin Pauca).

¿Cómo eres más allá de esta entrevista?

(Risas). Me gusta estar en mi casa, hacer mis cosas. A los 18 años ya he ido a bailar, a las fiestas…

Pero aún eres joven.

Sí, soy joven, tengo 28 años (ríe). Mi mamá siempre me decía, cuando yo era chiquilla, que yo estaba agrandada. A los 22, 23 me mudé para vivir sola.

¿Para qué mudarse joven cuando se puede seguir viviendo bajo la bondad de los padres?

Me iba a ir a estudiar a Europa a una escuela de actuación y por cosas de la vida, no salió mi visa de estudiante. Y tenía la sensación de salir, de irme a otro lugar y que si me quedaba en la casa de mis papás, sentía que me iba a atascar. Ese año hice un montón de castings, participé en todos los proyectos audiovisuales que pudiera, todo lo que aparecía lo hacía y llegué a fin de año y tenía mi bolsita de ahorros. Y les dije a mis papás que me mudaba. Pero mis papás siempre me han apoyado: mi papá policía, mi mamá estudió economía…

¿No quisiste ser policía?

Nunca, siempre desde chiquita bailé, imitaba, siempre tuve esa búsqueda. Uno debe tener decisión, pero también la suficiente capacidad para escuchar lo que pasa alrededor y poder decidir, no solo es lo que uno quiere sino también lo que va pasando.

Tu voz me dice que eres ecuánime.

Es una de las características que persigo más. Entre mis metas como ser humano es encontrar el equilibrio en el trabajo, en el amor, en la familia.

En una entrevista señalaste que no hay que ser alta ni bonita para ser actriz. ¿Qué hay que ser?

Ser honesto. Hay que empezar un camino del autoconocimiento, quién soy, cómo me veo. Cuando uno va a un casting hay que presentarse como uno realmente es. A partir de conocerte a ti mismo, uno puede pensar en cómo es mi personaje, qué parte de mí es mi personaje y luego de eso uno puede crear.

¿Dónde está tu maldad?

Con mi pareja Fernando Luque soy productora de un espacio teatral y así como ves, y dices que soy ecuánime (risas), soy mandona, soy directa…

Eso también se siente.

Cuando algo está mal, lo digo; claro, con empatía… Alguna vez me leyeron la carta astral y me dijeron que sería la eterna consejera, que la gente me iba a buscar para consejos (ríe). También soy superintuitiva.

Hablamos de la honestidad para ser actor. ¿Dónde queda el talento?

Me parece que la honestidad es el primer talento del ser humano. Si una persona es honesta, dedíquese a lo que se dedique, hará su trabajo desde otro lado. En cuanto al ser actor, hay quienes nacen con el don, pero he visto a muchos actores que teniendo el don, por no ser honestos, no logran hacer la mejor versión. Y también he visto que el don se construye.

AUTOFICHA:

-“Soy Andrea Beatriz Alvarado Año. Mi mamá es de Cusco. Somos pocos con el apellido Año. Nací en Cusco, pero al año ya me trajeron a Lima. Hay algo que me ata a mi raíz, algo que he aprendido dentro de mi autoconocimiento como persona”.

-“Tengo 28 años. Entré a Letras en la PUCP, pensé estudiar Comunicaciones y me cambié a teatro. Estudié en el taller de Roberto Ángeles; estudié impro, canto, baile, todas las artes para vivir de esto y tener diferentes habilidades”.

-“He hecho varias obras de teatro, más de 15. En televisión hice tres novelas y tres series y he participado en una película. Para 2024 estamos con los talleres de La Vaca Multicolor (), hay talleres para todas las edades”.

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