Anahí Barrionuevo: “A veces se dice que no hay escritoras, pero no es así”

“La mujer ha accedido más a la educación, por lo que su papel en los diferentes ámbitos sociales, desde la familia hasta en las empresas, ya no es el mismo de antes. Ya no quiere ser el puntal sobre el cual se apoya alguna carrera masculina”, considera la editora, lingüista y literata.
Conversamos con la editora, lingüista y literata Anahí Barrionuevo (Perú21/ Marco Ramón)

Le gustaba leer desde muy pequeña, empezó con los clásicos infantiles, siguió con títulos juveniles, literatura latinoamericana y antes de concluir el colegio ya había leído varios clásicos universales y tenía la convicción de que quería estudiar Literatura. “Esa decisión era un poco suicida”, recuerda entre risas, pues sus papás no recibieron como una buena noticia aquella vocación.

Ahora, con una amplia trayectoria en la industria editorial, Anahí forma parte de un sector que ha venido creciendo de manera sostenida en los últimos años, pero que necesita seguir desarrollándose en algunos ámbitos. Por eso, apostó por ser parte de un proyecto para darle espacio al actual trabajo literario de ocho autoras peruanas en el libro Una voz que existe.

¿Cuál es la idea de fondo del libro que acaban de publicar?

La publicación es un muestrario de la calidad con la que están escribiendo las mujeres en el Perú ahora. Hemos incluido a ocho escritoras, que es un número significativo porque si lo invertimos nos remite al símbolo del infinito. Es importante reunir estas voces femeninas porque a veces se dice que no hay escritoras en el Perú o que todas escriben igual, pero a partir de este muestrario estamos demostrando que no es así.

La mesa inaugural de la FIL de este año estuvo conformada solo por hombres. ¿Qué significa eso para usted?

Fue un desacierto sobre el que la Cámara del Libro se disculpó correctamente, reconociendo que estamos tan acostumbrados a ver que el escenario público sea dominado por la presencia de hombres que ellos no cuestionaron ese hecho. Las mujeres formamos la mitad de la humanidad. Necesitamos un espacio público y no solamente doméstico.

¿Cómo describiría a la mujer de esta época?

La mujer ha accedido más a la educación, por lo que su papel en los diferentes ámbitos sociales, desde la familia hasta en las empresas, ya no es el mismo de antes. Ya no quiere ser el puntal sobre el cual se apoya alguna carrera masculina. Eso se refleja también en la literatura.

¿Qué descubrió en el proceso de elaboración del libro?

Me llamó bastante la atención la diversidad de las propuestas y poéticas de las autoras, es decir, las preocupaciones que cada una tiene y que caracterizan no solo la obra que ya han publicado, sino que cuando les planteas escribir algo nuevo, aparecen las obsesiones de cada una.

¿Qué tan común era estudiar Literatura durante su época universitaria?

De hecho, yo fui una de las pocas que se decidió por estudiar Literatura desde el inicio. La mayoría de compañeros venían de estudiar otra cosa, más que nada, por cumplir con los estándares que había acerca de lo que se debía estudiar. Yo tuve suerte porque mis padres no me impusieron, como a otros amigos, entrar a otras carreras.

¿Por qué cree que existe esa resistencia?

Hay una preocupación por la rentabilidad de la profesión. Lo que la gente piensa siempre es en el dinero. Es cierto que hay que tomarlo cuenta, porque uno debe tener una vida sostenible y los padres se preocupan por eso, pero no debe ser el único criterio. La otra razón es por ignorancia, por no saber que uno puede encontrar opciones laborales y creo que para la gente joven ahora está claro que los caminos se construyen.

¿Qué tipo de libros le ha tocado editar en su carrera?

Todo tipo de libros, como la no ficción, la autoayuda. Muchos autores hablan mal de la autoayuda porque les interesa la Literatura con mayúsculas, pero son muy malagradecidos porque los editores comemos de la autoayuda, el mundo editorial come de la autoayuda. Aunque esa es una etiqueta un poco absurda porque la lectura “seria” que se ha hecho siempre tiene y ha tenido una vocación ejemplarizante y aleccionadora. Al ponerse en los zapatos de un personaje literario siempre se termina aprendiendo algo.

¿Cómo está el desempeño de la industria editorial?

Sin duda hay un crecimiento. Siempre está ese discurso catastrofista y añejo sobre que el Perú está cada vez peor y se lee menos, pero no es verdad. En nuestro país se lee cada vez más, lo que pasa es que venimos de muy atrás en esa carrera. En el Perú se leía muy poco y es porque tenemos un pasado ágrafo, es más, seguimos siendo una cultura ágrafa. Tú mandas las instrucciones por escrito y luego te preguntan: ¿qué tengo que hacer? O un cartel dice “Prohibido el ingreso”, pero uno pregunta: ¿puedo pasar por aquí? Decodificar el mundo a través de la lectura es un proceso en el que estamos avanzando.

En octubre se vence la ley del libro, ¿cómo afectaría al país que esto ocurra?

Los economistas quieren ver la industria editorial como una industria más, entre muchas otras, pero hay unos aspectos financieros muy minuciosos que no valen la pena detallar, que hacen que la industria editorial sea frágil porque cada libro es una apuesta que puede funcionar o no. Vender caramelos es más rentable que vender libros, su margen de ganancia es más alto. Lo que vendemos vale oro, pero no es oro.

¿Afectará también a los lectores?

Este aspecto es el más grave porque se puede obstaculizar el acceso a los libros. Estamos de acuerdo en que todas las industrias audiovisuales y el Internet permiten que la gente pueda adquirir mucho conocimiento, pero la lectura provoca una serie de desarrollos cognitivos que ninguna otra práctica logra. Tampoco tenemos leyes adecuadas que promocionen y fomenten la creación de bibliotecas. Estamos a punto de llegar al bicentenario de nuestra República y ¿qué estamos haciendo para nuestro desarrollo? La escritura es un espacio de creación de conocimiento fundamental. Las personas que tenemos amor por los libros buscaremos la manera de seguir accediendo a ellos, ¿pero qué pasa con quienes no han tenido la oportunidad?

AUTOFICHA:

- “Mi nombre es Anahí Barrionuevo Gómez Morón. Mi familia es de ingenieros y médicos, pero la lectura siempre ha estado presente. Sucede que cuando se empieza a leer, si tienes suerte, sale un ingeniero, un abogado, pero, eventualmente, sale algo mal y alguien quiere dedicarse a la Literatura”.

- “Nací en Lima, pero viví en Arequipa desde los 10 meses hasta los 5 años porque mi padre trabajaba en una hidroeléctrica allá. Luego volvimos a Lima, en la zona de Corpac, San Isidro. La verdad es que no he hecho una vida de barrio muy intensa, porque o estás en la calle o lees”.

- “Cuando empecé a trabajar en la industria editorial, en el 94, había cosas bien añejas. Debo haber sido la primera generación de personas que trabajaban con una computadora. Pero había periodistas, como el famoso Robalca, que aparece en el libro Los últimos días de la prensa, que usaban máquina de escribir”.

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