Ana Gutiérrez, una peruana en Israel.
Ana Gutiérrez, una peruana en Israel.

Detrás de ella está la figura de una vicuña que se la llevó del Perú, parece una escultura. Y tiene dos, una de repuesto. Arriba, hay un cuadro con el símbolo de un corazón; es un regalo que le entregó a su esposo. En la misma esquina de la sala, sobre un estante, está la fotografía de la cena familiar cuando se casó. El esposo se encuentra frente al televisor y Ana frente a su celular. Ella es uno de los 20 mil peruanos que viven en .

A los 2 años de edad llegó por primera vez al país que une a tres continentes –Asia, África y Europa–. Su familia es parte de una congregación cristiana y en varias oportunidades ha viajado en grupos de peregrinación a Tierra Santa. Ana Gutiérrez eligió estudiar una maestría en Resolución de Conflictos por la Universidad de Tel Aviv y ahora lleva un doctorado en Migraciones. A quien sería su esposo lo conoció mientras hacía la maestría, en un encuentro casual en el Museo de Israel, entre los más grandes del mundo. Y ahora lidera , donde visibiliza la historia de peruanas migrantes; iniciativa que ya es organización y ha recibido apoyo de las .

En Lima son las 9:50 de la mañana y hace calor. En Jerusalén faltan 10 minutos para las 5 de la tarde y el frío llega hasta los 5 grados. Vive a una hora en auto de Tel Aviv y a 40 minutos de Belén, en Palestina. Vive en Jerusalén, a 15 minutos en bus del centro histórico que mira al imponente Monte de los Olivos.

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-¿Cómo está Israel?

Hace unas semanas Israel hizo una intervención en un campo de refugiados porque tenían data de terroristas. A los dos días hubo respuesta de Palestina y hubo un ataque al norte de Jerusalén: cuando salían de una sinagoga –celebraban un matrimonio–, se dio un tiroteo y murieron como ocho israelíes; al día siguiente hubo otro ataque, cerca de la ciudad antigua, donde creo que fallecieron dos. Eran chibolos con armas. Pero la gente, al final, ya vive con eso. El israelí sigue para adelante, es su personalidad.

-¿Te sientes migrante?

Llevo dos años y medio acá. A pesar de que Israel es un país súper globalizado, donde tu subes al bus y escuchas ruso, alemán, inglés, francés, bastante español, de todas maneras sientes el choque de la parte cultural y el idioma, sientes que no eres de aquí. Los israelíes y peruanos son diferentes.

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-¿En qué se diferencian?

Empecemos por el trato. El peruano es bien caluroso, bien amoroso, te ayuda, bien amigo. El israelí es más frío, más directo. Cuando en Perú vas a un supermercado, siempre hay alguien que te ayuda a poner tus cosas; en Israel vas al supermercado y es bastante si te dicen “hola”; cogen tus cosas y no las tiran porque en fin... Al inicio te choca. Pero el israelí, al igual que el peruano, es muy de familia, valora mucho la familia. Tienen la cena: los shabbat de los viernes; se puede estar cayendo el mundo, pero no se pierden la cena familiar del viernes, que más que religioso es como una cena navideña, pero ellos la tienen todos los viernes.

-¿Pero te sientes migrante?

Todavía me siento migrante, creo que estoy en ese proceso. Es algo que con Granadilla Podcast lo vemos: toma más o menos dos años, dos años y medio sentirte parte de tu nuevo país. Las últimas dos veces que estuve en Perú solté palabras en hebreo (ríe). Y también extrañé las cosas del nuevo país: me moría por un hummus, que tiene la importancia del pollo a la brasa.

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-¿Qué escribirías en un manual del migrante?

El último reporte del INEI dice que hay unos 3 millones de peruanos en el extranjero, y 51% son mujeres. Hay una ola de migración fuerte. Lo primero que debes hacer como migrante o futuro migrante es escuchar Granadilla Podcast (risas)... Tienes que informarte a dónde vas a ir, más allá de lo que informan las embajadas. Se romantiza mucho el hecho de migrar, porque “la pasas súper bien”. Hay mucho romanticismo respecto de la migración. Por eso salió Granadilla Podcast, para mostrar lo difícil. Otro aspecto es tener un segundo idioma, como el inglés, es básico. También es importante tener grupos de apoyo: en el lugar de origen y donde vas. Te va a pasar que te dará la nostalgia y es bueno tener a alguien a quien puedas llamar a las 3 de la mañana y que te dirá “tranqui, tú puedes”. La primera vez que migré sola en 2017 llamaba llorando a mis papás mil veces, quería volver.

-¿Te tocó pasar por trabajos difíciles o tener estudios influyó positivamente?

Migrar significa también reinventarte. Sales del Perú luego de ser gerenta de equis banco y te dicen: “Muy bien, pero no tienes experiencia acá”. Me pasó. Mi primer trabajo fue como ejecutiva de cuentas para el mercado latinoamericano; fue una buena experiencia porque nunca había trabajado en negocios.

-Y creo que llegaste a ser jefa de recursos humanos, ¿no?

Sí. Era. Renuncié. En octubre empecé mi doctorado en Migraciones en la Universidad Hebrea. Siempre he querido trabajar con organizaciones sin fines de lucro, en temas sociales.

-¿La mujer peruana tiene algo en particular?

La mujer peruana es resiliente. He conversado con unas 200 peruanas migrantes y la mujer peruana no se va a quedar sentada mirando el pasto crecer. Si era enfermera en Perú, acá abre un emprendimiento sobre cómo criar a tu niño. El peruano de por sí es creativo, dice “qué hago con lo que sé”.

-¿Y qué tienes tú?

¿Yo? No sé (ríe)... Empecé Granadilla Podcast como una forma de entender mi propia migración. Y hoy tengo esta capacidad de encontrar dentro de la situación crítica algo bueno. Créditos a mi esposo porque él me dio la idea de hablar con migrantes. Mi situación al inicio era triste, pero hoy salieron cosas muy bonitas.

AUTOFICHA:

-“Soy Ana Lucía Gutiérrez González. Tengo 29 años, cumplo 30 el 6 de marzo. Nací en Lima, pero mi papá es trujillano; mi mamá sí es limeña. Estudié Comunicaciones en Lima y tengo una maestría en Resolución de Conflictos por la Universidad de Tel Aviv”.

-“Para 2023 ya hemos anunciado la creación de la Asociación Granadilla. Con el podcast he escuchado de cerca las necesidades y luchas de las peruanas migrantes, y me di cuenta de que habíamos llegado al tope; se necesitaba un poco más y así nació la asociación”.

-“El objetivo de la asociación es ser un espacio donde las peruanas migrantes puedan recibir apoyo. Hoy ofrecemos talleres y acompañamiento emocional, pero esperamos ofrecer apoyo legal, financiero. Herramientas para que no se sientan solas en el nuevo país, que se puedan capacitar o emprender”.

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