Un muro vacío que mira a la calle fue su primer lienzo, su primer acto colaborativo. El rostro de , la razón de ese momento. Así, sin saberlo ni pretenderlo, debutaba el comunicador visual, el operador cultural. Se hizo realidad el 8 de diciembre de 1983, gracias a la invitación de un amigo. “Algo pasó en ese mural para que sea quizá uno de los únicos que ha sobrevivido en esta ciudad. Algo tocamos”, nos explica Alfredo Márquez. Hoy, en esa zona de La Perla, Callao, existe el Parque John Lenon.

Primer episodio que es parte de la exposición 'Katatay y otros actos de colaboración', que es una revisión panorámica de 35 años del trabajo de Alfredo Márquez. Producción creativa que se exhibe en el Icpna de Miraflores, en la que reúne literatura, rock ‘subte’, arquitectura, activismo y artes visuales. De esta última, fotografía, instalación, pintura, gráfica, soporte digital, serigrafía, video y registro de diversas experiencias personales y colectivas.

Los siguientes pasos de Márquez fueron a partir de la arquitectura. Descubrió que podía comunicar. “Lo mío es más próximo al diseño que al arte, porque privilegia la comunicación. Me defino como un operador cultural –no oficial– y diseñador visual”, aclara en tiempos que otorga más ‘prestigio’ autodefinirse como artista antes que como diseñador.

Bestiario.
Bestiario.

Así llegó Bestiario, colectivo de estudiantes de arquitectura de una universidad privada. Cuando las noticias de todos los días lanzaban cadáveres, ellos intentaron hacer algo poético desde el trabajo con materiales desechados, basura y/o reciclados para construir estructuras donde no había nada. Lo que tuvo una confluencia temporal con el rock subterráneo.

Bestiario se planteaban hacer que en los lugares sucedan las cosas. Márquez lo dice mejor: “Como los lugares para que sucedan las cosas no existían y la necesidad de que sucedan estaban, decidimos construir con basura aquello que nos permita tomar un espacio”.

El primer Bestiario se hizo un día que les dio la gana, sin efemérides de por medio. Fue el 14 de setiembre de 1984. No eran anti sino pro autogestión, autosostenimiento, autodeterminación. Trabajaban desde la anarquía sin ser necesariamente ‘subtes’. “Ahora veo que éramos los ‘subtes’ de la arquitectura. Pero dentro de la precariedad había organización, voluntad de pensar un poco lo que hacíamos”, precisa.

Es a partir del colectivo NN, en su etapa de ex estudiante de arquitectura, donde se afianzan cuestiones más con el diseño y, sobre todo, el discurso.

ACTOS FUNDACIONALES
Pero revisemos más allá de los primeros actos oficiales de Márquez. Hurguemos en su entraña familiar, donde se tejen las verdaderas estructuras.

Los niños son formados para privilegiar los juegos colectivos: niño-pelota-fútbol. En su caso no fue así. Su padre era tirador olímpico y él le enseñó a hacer tiro desde pequeño. Le regaló un juego de construcción con módulos de madera y lego. Construía y destruía.

Además, le enseñó a dibujar y escuchar música, a pescar, cazar y acampar. A leer, escribir, sumar y restar antes de ingresar al colegio. Quería que fuera absolutamente independiente. Sí, desde la conciencia individual se forja con mayor solidez la conciencia colectiva. “Me enseñó a ser un individuo dentro de la colectividad. A tener mi responsabilidad específica”, relata.

Márquez se ha educado en un colegio nacional, en los años setenta. Es hechura de lo que era ser estudiante del Melitón Carvajal en ese tiempo, bajo la influencia de la currícula construida en la época de Juan Velasco Alvarado. Fue testigo de los movimientos sociales. José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, César Vallejo eran el agua y pan de todos sus días. Así se formó su generación. Para él, un grupo de sicuris tiene una intensidad equivalente a una banda de hardcore.

En primero de medio ya leía “El proceso de la literatura” en ‘Los 7 Ensayos’ de Mariátegui. Era un ejercicio escolar. Físicamente sintió en su mente que sus oídos se destaparon. Fue una sensación de apertura.

¿Y en qué momento llega la influencia visual? En el colegio había afiches de la Reforma Agraria, de la "revolución velasquista". Eran afiches pop. Además, en el diario Expreso, que había sido confiscado, se publicaba una revista que era básicamente de arte pop.

“Mis referentes son los que la niñez me construyó. Mi padre y mi madre trabajaban en el mismo espacio que alquilaban como departamento. Él con su consultorio odontológico y ella, su espacio de tejido y costura. Y todo estaba lleno de revistas, libros, publicaciones. Eran las cosas con las que jugaba, hacía recortes”, nos explica mientras suena “Crisis en la gran ciudad” de Leusemia y agrega que otro momento cumbre para él fue la primera vez que escuchó Narcosis.

Katatay
Katatay

ESPACIO MONUMENTAL
Desde que uno ingresa a 'Katatay y otros actos de colaboración' queda en evidencia que es una exposición monumental. En la puerta de ingreso nos recibe un paradero de transporte público, que en vez de avisos publicitarios tiene la imagen de dos desaparecidos durante la época de la violencia política del siglo pasado. Una chica que recuerda a su hermano. Un testimonio anónimo en quechua y su traducción al español. Una intervención sobre la memoria.

Katatay es la voz en quechua de temblar. Y es un poema de Arguedas, que también está escrito en quechua y español. “Muchos de los materiales que he trabajado, sin quererlo y ahora que los veo reunidos, tienen esta voluntad de construir memoria personal y colectiva sin mediación de ninguna institución sino de las plataformas de trabajo con más personas”, nos explica.

La influencia de Arguedas en su obra cobra sentido en la medida que, para Márquez, “la cultura de los pueblos originarios es lo más ‘subte’ que hay. Lo que está oculto, en condición de basura del sistema, es la cultura que me interesa. Para mí no hay ninguna diferencia entre (la banda ‘subte’) Guerrilla Urbana –su poética y canciones– y los textos de Arguedas en su contexto de producción”.

La muestra es extensa e intensa. Emotiva, nos cuestiona, nos formula preguntas, nos reta a completar la historia. Nutrida en información. Todo tiene una razón de ser y nada se queda en la superficie. Casi una revisión histórica (cultural y política).

Destaca la pieza de Mao Tse Tung –máximo dirigente del Partido Comunista de China– travestido bajo el influjo de Andy Warhol. Es uno de los elementos que fue parte de los supuestos motivos para detenerlo y acusarlo de "terrorismo". “Cuando la Comisión de Indulto, con el padre Hubert Lanssiers, vio eso se mataron de risa, porque no era posible que un tipo que haga eso, esté preso”, subraya.

Mao
Mao

DESINSTALAR
'Katatay y otros actos de colaboración' probablemente tiene en sus instalaciones los momentos cumbres de la obra de Alfredo Márquez.

Estuvo casi cuatro años en el penal de Canto Grande, donde nacieron piezas e ideas geniales que luego conformaron ‘Perú ecce homo, proyecto de desinstalación’. En dos monitores exhibe el video de un sujeto en una celda de prisión y una imagen que registra la presencia del visitante en la instalación. Sí, porque tú también estás preso de la situación, de la cámara, del espacio. Propuesta que está inspirada en “Axolotl”, genial cuento de Julio Cortázar.

En el mismo cuarto oscuro, frente a los monitores, figura un cuadro enorme que tiene a la entonces vedete Iris Loza en primer plano. Obra hecha desde la prisión, en un espacio de 2 x 3 donde vivían tres personas, 23 horas y media del día encerradas.

Es una súper posición de capas: un muro de adobe, encima un manto Huari, orlas de representaciones barrocas, el aura mística de la Virgen María y la vedete con alas de arcángel. Así se gestó su primera pieza barroco contemporánea.

“De eso trata mi obra, no trabajo sobre la coyuntura sino acerca de la condición humana que se enfrenta a coyunturas similares a lo largo del tiempo. Básicamente, somos los mismos tipos de hace 50 mil años. Enfrentamos básicamente lo mismo. Lo que cambia es el contexto y el momento cultural”, manifiesta.

Iris Losa.
Iris Losa.

A los dos años y medio de estar en libertad, gestó otra pieza maestra: ‘Caja negra’, esta vez en colaboración con Ángel Valdez. En esta obra se apropian del barroco, lo intervienen. Es a partir de este cuadro que Márquez cobró conciencia de que tenía en sus manos una pieza de arte. De regreso a Lima, en diciembre de 2001, recién decidió que iba a trabajar en arte como plataforma, pero cuya visión lo ha llevado más lejos: a dialogar sobre ciudadanía.

En la instalación ‘Perú cuarto de rescate’ retomamos los referentes literarios de Márquez. Tiene como protagonista al texto poético, extractos de Mario Montalbetti, Roger Santibáñez, Dalmacia Ruiz Rosas, entre otros.

Precisamente, varias de las piezas del artista (aunque él evita esta etiqueta) nacen de un texto literario, poético, ensayo, novela. Es su punto de partida para activar algo en su imaginación. Finalmente, es el fundamento del nombre de la exposición.

“Si hay algo desde donde se organizan las ideas, que me permiten leerlas y hacer legible lo que luego será una propuesta visual, es la palabra en general. De alguna manera, lo que intento es darme voz, permitirme decir algo que de otra manera no podría hacerlo”, puntualiza.

Así, estamos frente a no solo la exposición de las obras de Márquez, sino también la exhibición de su imaginario, sus influencias, sus vivencias. Incluso, más allá: una suerte de museo generacional.

Otras piezas y proyectos conforman la muestra. Entre ellos, uno muy especial: la designada al diseño de afiches para obras de teatro, conciertos, exposiciones de arte, portadas de discos y de libros. Una hermosa portada de uno de los discos del grupo Cielo, la ingeniosa reversión de Los 7 Ensayos de Mariátegui para el libro del escritor norteamericano Shane Greene: ‘Pank y revolución: 7 interpretaciones de la realidad subterránea’, entre otros. Con lo que da la impresión de que Alfredo Márquez es ‘todista’. Pero no: su única pulsión es no tener límites.

Mientras deslizamos la última pregunta, después de dos horas de entrevista, inesperadamente empieza a sonar el álbum 'Paraíso vacío', de Ciëlo, como telón de fondo para la despedida. “Toda esta obra reunida aquí me produce una disociación física muy dolorosa. No tengo cómo reeditar esto que está pasando. Que esté fuera de mí, me produce dolor”, nos dice sobre el hecho de que su mundo interior, que se refugia en el taller, esté exhibido en la inmensidad de esta sala de arte. Son como sus vísceras expuestas. “No es un dolor medible, no hay modo de que esto vuelva a entrar de donde ha salido”, añade emocionado. Después de 35 años, Alfredo Márquez vuelve a empezar.

DATOS:
-Bajo la curaduría de Miguel López, la muestra está en la galería Germán Krüger Espantoso del Icpna de Miraflores (Av. Angamos Oeste 120).

-Va hasta el 3 de junio. De martes a domingo, de 11 a.m. a 8 p.m. Ingreso libre.

-El lunes 4 de junio habrá una última visita guiada, a las 5 p.m. Y dos horas después, se presentará el catálogo de la muestra.

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