Alexis Iparraguirre: “La literatura fantástica no está desligada de la política”

En El fuego de las multitudes (Emecé, Planeta) de Alexis Iparraguirre (1974) un marino desaparece en el polo, un profesor de poesía conduce a sus alumnos al suicidio, un físico intenta curarse de una enfermedad terminal y la jefa de Cooperación Internacional está cercada por las turbas el día en que todos los Estados se declaran en bancarrota. Una narrativa más allá de lo real.

¿Cuántos años le tomó este libro y cómo fue el proceso?Me tomó cuatro años, y para escribir busco una imagen que me sorprenda. La salsa 'Todo tiene su final' dice "viene un demonio atómico y te va a limpiar". Usé la imagen para construir el cuento "Demonio atómico", de un físico con una enfermedad terminal que baila salsa en su laboratorio y busca curarse a través de esta creación insólita llamada Demonio Atómico. La idea creció.

En el libro los personajes son acosados por la locura.La locura me sirve para explorar sensibilidades distintas. Es decir, en una sociedad parametrada por el consumo capitalista, por la política menuda, la locura es el lugar donde se puede explorar cosas que nadie ve.

Esto pasa en "No es fábula". Un profesor de poesía y sus alumnos acaban asesinando o suicidándose.Quienes optan por un camino distinto tienen la posibilidad de fundar utopías, pero está el riesgo de la muerte. Estos personajes se obsesionan por la literatura, se reúnen a leerla, a discutirla. Ahí estaba la posibilidad de autoeliminación.

¿En "Punto ciego", hay referencia a la violencia política peruana? ¿Se inspiró en la formación de la Comisión de la Verdad?Es una Comisión de la Verdad en el Congo, y sí es una referencia. Compañeros de la Católica trabajaron en la Comisión de la Verdad del Perú en los 2000 y hablábamos siempre, no de cosas confidenciales. Para el cuento, la protagonista lidia con ex presidentes involucrados en matanzas. Me sedujo la idea de que incluso quienes convocan la Comisión puedan estar metidos en matanzas o las encubran.

En estos temas está el estrato político de su literatura.La literatura fantástica es un género comprometido, no desligado de la política. Lo fantástico tiene potencia para hablar de lo político.