Artista Alejandra Ortiz de Zevallos. (Fotos: Julio Reaño/@Photo.gec).
Artista Alejandra Ortiz de Zevallos. (Fotos: Julio Reaño/@Photo.gec).

Hay quienes eligen el para entender mejor el mundo; también quienes lo hacen como una forma de aislarse de él. Para Alejandra, es el lenguaje que le permite comprender a las personas desde la libertad. Pero no se queda en la observación. Propone una intención por reparar incluso en el tejido más imperceptible.

Y su obra, finalmente, está compuesta de esa forma, como ser parte de la creación de un documental sobre el río Surco, sumergirse en sus profundidades invisibilizadas; o crear a partir de tejidos de carrizo; o encontrar en los nudos caminos, tal vez, hacia la liberación. Viene de ser parte de la feria de arte PArC y, actualmente, expone Flujos como cuerpos como nudos, muestra curada por Jorge Villacorta, biólogo y figura prominente del arte peruano. Exhibe en la Sala de Exposiciones hasta el 15 de mayo, de lunes a sábado, de 10 a.m. a 8 p.m., y domingo, de 11 a.m. a 7 p.m. En Sáenz Peña 295, Barranco.

Los tejidos que elabora están ligados a la reparación, como el tejido del cuerpo cuando uno se hace una herida y se autorregenera cual impulso de vida, se sana y restaura. ¿Perder a su madre a los 4 años es una herida? Se queda en silencio, ensaya alguna respuesta, intenta hilar posibilidades, se vuelve a quedar en silencio. “Es una pregunta difícil”, me dice. Otra vez el silencio. “Todavía no sabría cómo responder esa pregunta”, agrega.

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-Entiendo que tu obra en la forma es experimental y, a la vez, realista, esto último por tu trabajo sobre el río Surco. Me intriga saber cómo, desde esa ubicación, miras el presente: pandemia, crisis política, una guerra en Europa, tiempos de redes sociales.

La investigación sobre el río Surco fue prepandemia. La hice junto a Josué Arispe, que venía con el interés de encontrar quizás en esta ciudad una especie de explicación más allá de lo evidente; en su invisibilidad empezaban a surgir muchas imágenes de cómo estábamos conectados unos con otros sin saberlo. Creo que siempre, en mi trabajo, la noción del otro está presente. Y a partir de la pandemia empecé a hacer una búsqueda hacia adentro, porque ya venía haciendo bastante trabajo que nacía de la exploración afuera, en el río, en el reciclaje, en la ciudad. En la pandemia empiezo a preguntarme cómo dentro de uno mismo también se puede hablar de una colectividad. La porosidad de nuestros cuerpos, no tenemos un límite: cuándo uno acaba y el otro empieza. Mi trabajo siempre está abordando la idea de lo colectivo. Una expresión plástica que busca en el tejido mismo hablarte de eso que a veces es individual y a veces es colectivo.

-Debemos mirar más hacia adentro para entender al colectivo.

Sí. Estoy empezando a descubrir una especie de paralelismo entre el cuerpo como un territorio y comprender que, incluso, dentro de la unidad existe la multiplicidad. Si trabajo con una fibra como el carrizo, me interesa desde el principio, desde el momento de recogerlo, de aprender la técnica y traducirla. Con los materiales que uso busco mirar hacia atrás y adelante al mismo tiempo.

-¿Ya no abordarás el río Surco en tu obra?

Una mirada alimenta a la otra. Cuando empezamos a investigar, todo el tiempo encontramos a más gente interesada. Era rico recuperar eso y empezar a hilar un río desde el imaginario. Me parece interesante que se siga hablando de eso y buscar espacios donde se pueden escuchar esas voces, que es finalmente lo que vuelve a dar vida. Si no está presente en la mente, no está presente en la vida.

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-Parte de tu obra son los nudos y, al final, parecen como caminos o podrían ser la senda de un río. ¿Por qué?

Muchas de las formas que surgen en mi trabajo son intuitivas. Pero sí reconozco que tengo una fijación quizás por trabajar o explorar la idea del flujo, de algo que tiene movimiento y que no empieza ni termina en la pieza. Creo que trabajar con el río me sirvió mucho para comprender muchas cosas y comprender la naturaleza de una manera más reparadora e integrada. Y más que en nudos, pienso en tejidos y flujos. Son nudos que se multiplican para crear una forma, no para que sea una pausa, sino una continuidad.

-¿Para liberar?

O dejar pasar, como un canal.

Artista Alejandra Ortiz de Zevallos. (Fotos: Julio Reaño/@Photo.gec).
Artista Alejandra Ortiz de Zevallos. (Fotos: Julio Reaño/@Photo.gec).

-Tienes una escultura con carrizo que podría ser un cuerpo o, tal vez, nada. Hoy se discute, una vez más, qué es arte, un poco a propósito de la obra de Herbert Rodríguez en la Bienal de Venecia.

Una vez un profesor compartió una descripción que me gustó: entendía el arte como la capacidad para poder desarmar una idea, una imagen, un símbolo, una palabra hasta el punto donde se deshacía y volver a armarla quizás bajo otras lógicas. Lo que más vinculo al arte es quizás la libertad de cuestionar algo hasta un punto donde te deja suficiente espacio para proponerlo desde otro lugar.

-El pintor Ricardo Wiesse me dijo que quien quiera acercarse al arte que lo haga pero con las herramientas del esfuerzo y el talento.

El arte sí exige un esfuerzo en la lectura. Los trabajos de arte que más me impresionan y valoro son los que me hacen quedarme un buen rato frente a ellos haciéndome muchas preguntas. Requiere un esfuerzo, un cuestionamiento y quizás una incomodidad.

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-Si ponemos tu escultura de carrizo en una avenida limeña, a modo de experimento social, muchos se cuestionarán si es arte o no, pero si colocamos un bodegón creo que no dudarán en señalarlo como arte.

Y el espacio de la duda es lo que me parece más importante. Ojalá siempre valoremos ese espacio de la duda, porque es lo que hace a uno preguntarse sobre sus propias creencias y formas de entender el mundo. Se necesita la fricción en ese sentido.

-¿Eres artista, artesana, investigadora o ninguna de las anteriores?

Me defino como artista, tejedora. Las tantísimas mujeres tejedoras son maestras y alumnas. Aprender y enseñar es parte del proceso y me siento parte de eso.

Artista Alejandra Ortiz de Zevallos. (Fotos: Julio Reaño/@Photo.gec).
Artista Alejandra Ortiz de Zevallos. (Fotos: Julio Reaño/@Photo.gec).

AUTOFICHA:

- “Tengo 26 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y estaba entre estudiar Arte y Psicología. ¿Por qué Psicología? Siempre sentí que me gustaba ayudar a las personas, como una forma muy básica de decirlo (ríe). Las disciplinas no son todo lo que nos define”.

- “He empezado una maestría de arte interdisciplinario en Estados Unidos, pero aún no la termino, está un poco en pausa ahorita, todavía estoy viendo qué hacer. Fui parte de la última edición de la feria de arte PArC. Algunos artistas (que sigo) son Carolina Caycedo”.

- “También Leonel Vásquez, colombiano; Seila Fernández Arconada, española, a quien pude conocer. Son referentes porque veo que tienen este tipo de trabajo donde hacen bastante campo y colaboraciones. He traído fibras de Cusco para trabajar y quiero seguir explorando con el reciclaje”.

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