Adriana Macías: “Lo que hace la diferencia en mi vida es la actitud”. (Leandro Britto/GEC)
Adriana Macías: “Lo que hace la diferencia en mi vida es la actitud”. (Leandro Britto/GEC)

A los 7 años de edad soñaba que le crecerían los brazos. Sus padres no le habían explicado por qué no tenía brazos. Para ella tampoco era una interrogante. Si cambiaba de dientes, si le crecía el pelo, por qué no le podían crecer los brazos, era su inocente razonamiento.

Hasta los 20 años usó prótesis, pero no se adaptó y decidió no usarlas más. A la misma edad fue la primera vez que comió sola en un restaurante. Se quitó los zapatos y empezó a agarrar los cubiertos con los pies. Por dentro estaba nerviosa, pensaba que la iban a echar. No pasó nada. Entendió que ella era la que se limitaba al preocuparse por el qué dirán. “Cuando me di cuenta de ello, empecé a disfrutar la vida”, apunta la mexicana Adriana Macías, quien está de paso por Lima para dar una conferencia de una empresa privada.

Conferencista, madre, empresaria, escritora, actriz, modelo. ¿Hay algo que no pueda hacer? “Si eres creativo y sabes trabajar en equipo, encontrarás la manera de hacerlo. Dime qué no puedo hacer y encontraré la forma para lograrlo”, me dice mientras apoya el rostro en su pie derecho, que descansa sobre la mesa.

-¿Fue chocante cuando fuiste consciente de que, efectivamente, no te iban a crecer los brazos?

Cuando me asumo como una persona con discapacidad congénita, una mujer sin brazos, el shock no fue “ay, no voy a tener brazos para siempre”, sino “¿qué va a pasar con todo lo que he soñado?”. Eso ocurrió en la adolescencia, cuando te empiezas a comparar con otras personas.


-¿Cuáles eran los sueños?

No me lo vas a creer, pero cuando me hacían esa pregunta, yo decía que quería ser sirvienta.


-¿Cómo así?

Mis papás me platican que yo decía eso. Ellos me repetían que yo podía ser maestra y dibujar. Pero insistía en que quería ser sirvienta. Hoy, después de todo, lo logré: soy una sirvienta, me gusta servir, cumplir con mi misión. A pesar de que no tengo brazos, creo que soy una mujer con la mejor disposición para servir.


-¿Esa solvencia para asumirte como tal de dónde viene?

Mis papás fueron muy valientes. Cuando nací, ellos tenían alrededor de 21 años. Eran jovencitos. Yo soy la segunda. Mi hermana mayor sí es una chica normal, hasta donde sabemos (risas).


-¿No te incomoda esa asociación normal-anormal?

Para nada. No es normal que una persona tenga los pies sobre la mesa. Siempre lo he tomado como algo positivo, no lo tomo como “¡soy alguien diferente, anormal o un fenómeno!”.


-¿Cuál fue la reacción de tus padres cuando se enteraron de que su hija había nacido sin brazos?

Cuando entré en caos en la adolescencia, mis padres me contaron que me quisieron igual y que si fuera por ellos, me daban hasta sus brazos. En el momento que me tocó ser mamá, sentí esta inseguridad de que no quieres que le dé ni el viento a tu bebé. Entonces, hablé con mi mamá. Ella me contó que no sabía que yo venía con alguna discapacidad, tuvo un embarazo perfecto. Los dos siempre han sido saludables. Pero después de 14 horas de parto, salió una bebé sin brazos y para mis papás fue bien difícil.


-¿Y para ti ha sido difícil?

Ha habido días muy oscuros, de inseguridad e incertidumbre, de sentir injusticia: ¿por qué hay tantas personas que utilizan sus brazos para herir y matar, y por qué a mí, que no le había hecho daño a nadie, me tenían que costar tanto trabajo las cosas? Qué triste que esas personas, pese a tener sus brazos, tengan una opción de vida tan mediocre y chiquita.


-¿Si hubieses tenido brazos, habrías alcanzado el éxito que tienes ahora?

Lo que hace la diferencia en mi vida no es que tenga o no brazos, sino la actitud.


-Actitud que termina encumbrándote. Eres un referente.

Por eso me gusta compartir mi experiencia. No importa que no tengas brazos si tienes una actitud correcta ante la vida.


-¿Hoy usarías prótesis?

¡No! Primero, porque me quedo sin trabajo (risas).


-Pese a tu espíritu de superación, la discapacidad no deja de ser un tema en una sociedad como la nuestra.

Falta que estemos más conscientes y menos distraídos, y que las personas con discapacidad se animen, por ejemplo, a visitar las universidades donde estudian los futuros arquitectos y les digan que, cuando les toque hacer proyectos, piensen en un baño para personas con discapacidad, en rampas, etc. Y pensando que en algún momento todos vamos a adquirir una discapacidad cuando la edad avance.


-Desde tu experiencia, ¿cómo asumes el empoderamiento femenino?

Tenemos que trabajar mucho en la autoestima, tanto de hombres como de mujeres, para poder entender el respeto desde una forma más honesta.


¿De qué forma alcanzamos la autoestima adecuada?

Creando consciencia en que la perfección no está en lo que vemos afuera, sino en cómo nos construimos desde adentro para aplicarlo hacia afuera.

“Tenemos que trabajar mucho en la autoestima, tanto de hombres como de mujeres, para poder entender el respeto desde una forma más honesta. ”. (Leandro Britto/GEC)
“Tenemos que trabajar mucho en la autoestima, tanto de hombres como de mujeres, para poder entender el respeto desde una forma más honesta. ”. (Leandro Britto/GEC)

-¿Cómo entender la belleza?

Está en los ojos de quien la mira.


-Porque estamos acostumbrados a que la belleza sea sobre todo física.

Cuando hice Fashion Week Mexico, pedí que hubiera seis modelos con discapacidad y seis modelos sin discapacidad, porque la actitud es la que define la belleza y cómo nos tratan.


-¿Hoy con qué sueñas?

Estoy construyendo el sueño de ser sirvienta en toda la extensión de la palabra. El sueño de que me crezcan los brazos ya lo logré a los 37 años, cuando tuve a mi hija. Un día llegó alguien, me extendió la mano para saludarme y mi hija fue corriendo y le dio la mano. Me crecieron los brazos 37 años después.


AUTOFICHA

- “Soy Adriana Macías Hernández, pero mi nombre artístico es Adriana Macías (ríe). Tengo un segundo nombre que no me gusta tanto (risas). Soy abogada con una especialidad en Recursos Humanos y una maestría en Ecología Emocional; ya luego estudié cosillas extras”.

- “Mi hija tiene 4 años. Tengo tres libros publicados: Abrazar el éxito, La fuerza de un guerrero y Prometo amarme y respetarme todos los días de mi vida. También tengo una obra de teatro que se llama Amor hecho a mano. Y en mayo publicaremos el cuarto libro”.

- “El cuarto libro hablará mucho del respeto en las relaciones de pareja. Para este 2020, haremos una gira mundial después de 21 años dando conferencias. Iremos por todo el mundo. La gira empezará con las fechas en Estados Unidos. Deben estar pendientes de y de mis redes sociales”.

TAGS RELACIONADOS