El icónico radiotelescopio de Arecibo, ubicado en Puerto Rico, se despide del mundo y pone fin a cerca de 60 años de investigación de las señales y observación del , según informó su propietaria, la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés).

Luego de hacer historia al consagrarse como el radiotelescopio más grande del mundo durante décadas, con sus 305 metros de diámetro, funcionó como un recurso científico clave en la investigación del espacio como su participación en la detección de púlsares y exoplanetas o siendo protagonista del mensaje que envió hacia alguna civilización extraterrestre inteligente y que quedarán para la posteridad.

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EL MENSAJE SIN RESPUESTA

El National Astronomy and Ionosphere Center (NAIC) o Arecibo para los amigos, cobró especial relevancia cuando el 16 de noviembre de 1974, con motivo de su remodelación, envió un mensaje de radio al espacio con la esperanza de que este sea escuchado por alguna civilización extraterrestre inteligente.

La iniciativa fue del propio Carl Sagan, junto a Frank Drake y otros investigadores. Ellos fueron los que codificaron un mensaje que fuera capaz de resumir una serie de datos esenciales sobre nosotros los humanos y nuestro planeta.

Este mensaje tenía una longitud de 1679 bits, número elegido porque es el producto de dos números primos y por lo tanto sólo se puede descomponer en 23 filas y 73 columnas o 23 columnas y 73 filas. De esta forma, quien sea que lo reciba tendría que organizarlo en forma de cuadrilátero, revelando un dibujo no aleatorio con información.

Este dibujo estaba dividido en bloques lineales que representaban una serie de datos sobre nosotros como nuestra composición química, aspecto o ubicación en el espacio.

El mensaje de Arecibo: Nuestro primer intento de conversar con extraterrestres. (Dominio Público)
El mensaje de Arecibo: Nuestro primer intento de conversar con extraterrestres. (Dominio Público)

- La primera línea del mensaje contiene los números del 1 al 10 en formato binario

- Luego vienen las moléculas del ADN. Los números 1, 6, 7, 8 y 15 representan hidrógeno (H), carbono (C), nitrógeno (N), oxígeno (O) y fósforo (P), respectivamente.

- Luego los Nucleótidos:

  • Desoxirribosa C5OH7, adenina C5H4N5, citosina C5H5N2O2, Desoxirribosa C5OH7 (tercera línea).
  • Fosfato PO4, fosfato PO4 (cuarta línea).
  • Desoxirribosa C5OH7, timina C5H5N3O, guanina C5H4N5O, desoxirribosa C5OH7 (quinta línea).
  • Fosfato PO4, fosfato PO4 (sexta línea).

- Luego la doble hélice del ADN, una característica que la comparten todos los seres vivos de la Tierra.

- Luego la figura de un ser humano con su altura promedio y la cantidad de población para 1974 (4 292 853 750).

- Luego aparece el Sistema Solar destacando a nuestro planeta como de donde proviene el mensaje

- Y por último una representación del radiotelescopio de Arecibo que lamentablemente los extraterrestres ya no encontrarán si deciden responder a este mensaje con una visita.

Este peculiar mensaje fue dirigido al cúmulo de estrellas M13 del Catálogo Messier, específicamente en la dirección de la constelación de Hércules, a una distancia de 25 mil años luz.

Esta fue una demostración inusual de los logros tecnológicos que representó el radiotelescopio de Arecibo más que un intento real de hacer contacto con extraterrestres, ya que el mensaje tardará unos 25 milenios en llegar a su destino y en caso de una hipotética respuesta, esta demoraría otros 25 milenios más.

UNA VIDA DE SERVICIO

Pese a todo, el radiotelescopio, que consistía en una antena parabólica de 305 metros de diámetro con una plataforma de instrumentos de 900 toneladas suspendida a 137 m de altura, cumplió una labor importante en principio para el estudio de la parte superior ionizada de la atmósfera terrestre, la ionosfera.

También se utilizó como radiobservatorio de uso múltiple, observando objetos espaciales a través de frecuencias de radio, como las emisiones de ondas de radio de los púlsares, que son estrellas de neutrones giratorias magnetizadas.

Justamente, gracias a estas observaciones en Arecibo a cargo de los investigadores Joseph Hooton Taylor y Russell Alan Hulse, es que se descubrió el primer púlsar binario (dos estrellas de neutrones orbitándose) por el que obtuvieron el Premio Nobel de Física en 1993.

Y eso no es todo, el radiotelescopio también ayudó a realizar la primera detección definitiva de exoplanetas en 1992, además de rastrear asteroides cercanos a la Tierra.

Su importancia y popularidad fueron tales que incluso apareció en películas como ‘Goldeneye’ (1995) de la saga de ‘James Bond’ o el drama de ciencia ficción ‘Contacto’ (1997).

EL FIN DE UNA ERA

Lamentablemente, a inicios de noviembre unos cables auxiliares que formaban parte de la estructura del radiotelescopio, se rompieron y dañaron la antena principal. Hasta el momento se convocó a expertos ingenieros para idear una forma de repararlo, pero el daño era estructural, por lo que la NSF temió de un fallo catastrófico y al notar que la situación era irreparable, decidieron desmantelarlo para evitar un accidente futuro.

“La NSF prioriza la seguridad de los trabajadores, el personal del Observatorio de Arecibo y los visitantes, lo que hace que esta decisión sea necesaria, aunque desafortunada”, fue parte del comunicado emitido por Sethuraman Panchanathan, director de la NSF, que financia el telescopio.

“Hasta que llegaron estas evaluaciones, nuestra pregunta no era si el observatorio debía repararse, sino cómo. Pero al final, una ponderación de datos mostró que simplemente no podíamos hacer esto con seguridad. Y esa es una línea que no podemos cruzar”, refirió Ralph Gaume, director de la división de ciencias astronómicas de la NSF.

El 1 de diciembre de 2020 por la mañana, se rompió uno de los cables que formaba parte de la estructura de soporte del radiotelescopio, derribando toda la estructura de 900 toneladas sobre el plato o antena esférica inferior y provocando daños irreparables a su estructura.

De esta manera llegó el fin de una vida de observación y escuchas espaciales al servicio de la ciencia y la investigación del espacio.

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