Un estudio liderado por la psiquiatra infantil Joan Luby, de la Universidad de Washington en St. Louis, reveló que los niños que reciben mayor apoyo emocional de sus madres en la primera infancia desarrollan un hipocampo significativamente más grande.
Esta estructura cerebral es clave en la gestión de recuerdos, el aprendizaje y la regulación emocional, por lo que su fortalecimiento se asocia directamente con una mejor salud mental a largo plazo.
El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), evaluó a 92 niños desde los tres hasta los siete años, observando la interacción con sus madres en situaciones cotidianas y estresantes. Años después, al analizar sus cerebros con imágenes de resonancia magnética, los resultados fueron concluyentes: aquellos con madres más afectuosas presentaban un crecimiento superior en el hipocampo izquierdo.
Este hallazgo confirma científicamente lo que muchas madres practican instintivamente: el cariño, la paciencia y la presencia activa no solo reconfortan, sino que también esculpen literalmente el cerebro de sus hijos, favoreciendo su capacidad para adaptarse, aprender y manejar el estrés.
La investigación abre un llamado a las políticas públicas: invertir en apoyo emocional desde los primeros años no es solo una cuestión de crianza, sino una herramienta poderosa de salud mental preventiva. El amor de mamá —más que un sentimiento— es neurociencia en acción.
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