Tiene más de 600 juegos ordenados en tapers herméticos. (Anthony Niño de Guzmán/Perú21)

Redacción PERÚ21

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Empezó a jugar videojuegos en un Coleco Telstar, una consola que solo tenía un juego: Pong, en el que una pelotita rebotaba entre dos barras y la misión era no dejar que la pelota salga de la pantalla, algo tan repetitivo no podía dejar de convertirse en un vicio.

Luego de esas experiencias, Martínez entró en una sequía de videojuegos. Los últimos años de la década del ochenta venían cargados de problemas que involucraban a las importaciones, y con eso Martínez no pudo acceder a otra consola de videojuegos hasta la salida del Super Nintendo (SNES).

En 1992 se ganó en un sorteo un Super Nintendo que venía acompañado con uno de los juegos hito de Nintendo: Street Fighter. Eso y algunas revistas especializadas de sus amigos dieron inicio a lo que ahora es una habitación repleta de consolas de video, desde las más antiguas hasta el último Playstation y el Wii que se lanzó hace algunos meses.

JUGAR ES COLECCIONAR MOMENTOSLa definición de consola de videojuegos es la de una máquina donde se pone un cartucho o CD y puedes sacar el juego del equipo y poner otro, sin necesidad de instalar nada, a diferencia de los juegos para PC.

Entre las consolas que Martínez ha logrado coleccionar figuran Nintendo, Super Nintendo, Genesis de Sega, Playstation 1, 2, 3 y 4, Nintendo 64, Sega Dreamcast, Xbox 360 y todas las versiones de Wii.

Martínez tiene ocho generaciones de consolas, no sabe exactamente cuántas consolas de video tiene, pero sobrepasa las 25, con más de 600 juegos, todo ordenado dentro de tapers herméticos que los mantienen como nuevos. "Cuando eres coleccionista de consolas, quieres tener la misma, pero en varias versiones. En algunas consolas tengo la versión japonesa y no la americana, por ejemplo",vv dice mientras explica por qué no sabe la cantidad de consolas que tiene.

Un día, paseando por una tienda por departamento, Martínez reconoció una pieza de colección de Playstation por los 20 años de la marca que se vendía a un precio regular, era una edición limitada. Trató de explicarles a los empleados del lugar, con el fervor de un coleccionista, que esa consola no debería estar ahí y que valía mucho más de lo que decía la etiqueta. Los empleados no tomaron su consejo y él decidió comprarla. Suerte de coleccionista.

*Por: Christian Saurré (christian.saurre@peru21.com)

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