Pálpito. (Foto:@PalpitoNetflix Twitter)
Pálpito. (Foto:@PalpitoNetflix Twitter)

“Pálpito” fue una de las producciones más aclamadas de en los últimos años, siendo la serie de habla hispana más vista de la plataforma en el 2022. No perdiendo tiempo, Netflix pronto confirmó la creación de una segunda temporada, y hace pocos días que se estrenó. ¿Pudo la segunda temporada calmar las expectativas de los fanáticos?

La trama continúa donde terminó la primera temporada, en donde Camila (Ana Lucía Domínguez) empieza su nueva vida en Turquía, con su nuevo corazón y una nueva identidad. Desafortunadamente, será acosada por Zacarías Cienfuegos (Sebastían Martínez), el villano de la primera temporada y su primer amor; quien no descansará hasta tener a Camila en sus brazos de nuevo. Camila, quedándose sin opciones, tendrá que volver a Colombia para su mayor seguridad, sin saber que el destino la llevará de nuevo a los brazos de Simón (Michel Brown); el hombre con el que hizo contacto en la primera temporada, ya que ella carga con el corazón de su esposa asesinada.

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Habían muchas expectativas para que esta temporada llegase a satisfacer a tanto críticos como fans, puesto que la primera temporada fue elogiada por representar una historia emocionante y llena de drama y suspenso. Para la continuación se deseó replicar aquellos elementos que entusiasmaron a las audiencias, como mayores escenas de acción, mayores momentos de drama, mayor romance, y momentos donde los personajes podrían cuestionar su propia moral. Muchos alabaron la primera temporada por representar a personajes con matices de gris, con aspectos tanto positivos como negativos.

Y la serie entrega con facilidad aquello que demandaban los fans. Las escenas de acción están a la orden del día desde el primer episodio, y apenas hay momentos donde la trama puede respirar. Aún así, hay bastante drama interpersonal para que la serie tenga mayor conexión emocional que a convertirse en una serie palomitera de acción. En particular, el nuevo desarrollo de Camila como una figura materna y positiva en el elenco es agradable, puesto que carga consigo nuevos matices para el personaje que no habíamos visto anteriormente.

Pero es probable que, en el afán de mantener el mismo nivel de emoción, tal vez el guion haya podido sacrificar continuidad por espectáculo. El desarrollo de varios de los personajes en la primera temporada pareció estancarse para la segunda, echando atrás cualquier elemento de complejidad para representar una figura de caricatura. Los villanos, en particular, se han remodelado de ser una amenaza plausible y realista; a una parodia en el mismo nivel de villanos que veríamos en la franquicia de James Bond. Es comprensible que siempre se vea necesario retratar a los antagonistas con mayor ventaja que los héroes, para que el final feliz sea mayormente merecido; pero no al nivel que llegue a sacrificar la lógica del mundo establecido. En particular, el personaje de Zacarías cambió de un hombre complejo, que cometería los mayores crímenes en el nombre del amor; a un sociópata ficticio más, que comete crueldades por el mero hecho de hacerlas. Se perdió en gran parte lo que hacía interesante al personaje.

Como serie, es entretenida, y como secuela, es apta; pero siempre queda pendiente la sensación de que se podría haber pulido el guion unas veces más antes de presentarse como el producto final. Aún así, si eres fan de la serie original, no quedarás decepcionado.

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