“El Señor de los anillos: los anillos de poder”, la serie de Amazon Prime Video promete ser el gran impacto televisivo del año. Su estreno está previsto para el 2 de septiembre y anuncia el tráiler oficial para la Superbowl, en la madrugada del 14 de febrero.
La serie había prometido no limitarse en gastos y, de hecho, es posible que el presupuesto final de las cinco temporadas previstas acaben costando más de mil millones de dólares.
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Cinco temporadas en principio porque, con buen criterio, los desarrolladores han elegido la parte de la historia de Tolkien más apta para la ampliación.
La serie no va a tratar de nuevo sobre “El Señor de los Anillos”, sino que va a visitar aquello que menos desarrolló J.R.R. Tolkien de su universo: la Segunda Edad de la Tierra Media, posterior a la derrota de Melkor, el maestro de Sauron, el Señor Oscuro en la Primera Edad. En esta Edad Elfos y humanos, con la discreta presencia de los Hobbits, conviven en la Tierra Media. El Mal ha sido erradicado, pero los servidores de Melkor supervivientes siguen pululando por el mundo y Sauron, que no ha sido expulsado a las Tinieblas Exteriores, trata de recobrar poder. Lo hará en el reino humano de Númenor, un trasunto de la Atlántida.
Esta historia se narra en ‘El Silmarilion’ y en los ‘Apéndices’ de El Señor de los Anillos. La Edad concluirá tras algunos miles de años de aventuras. Por lo tanto, a la serie no le faltan material ni personajes, ni motivo para licencias y desarrollos argumentales. Algunos de los personajes de El Señor de los Anillos aparecerán en esta serie, como los elfos Celeborn y Galadriel, inmortales salvo en caso de muerte violenta como todos los elfos.
La revista ‘Vanity Fair’ ha hecho públicas algunas de las imágenes de la producción.
Los productores también han previsto el rechazo de los recalcitrantes al reflejar en su serie un reparto y universo multirracial. No les ha asustado y tampoco consideran una traición a un autor que pese a identificar a sus elfos como nórdicos, habló del daño que hacía el III Reich, epítome de racismo nórdico, a esa herencia cultural, que cuando se le preguntó desde esa Alemania si tenía ascendencia judía para ser publicado allí respondió: “desgraciadamente, no. Tampoco soy ario”. Y tampoco desarrolló totalmente todas las razas de su mundo pero en cambio, sí rechazó toda interpretación racista de su obra.