Nos gusta lo inamovible: dar pasos seguros, caminar en línea recta, evitar el cambio y rehuir a sentir cosas nuevas.
Nos gusta lo inamovible: dar pasos seguros, caminar en línea recta, evitar el cambio y rehuir a sentir cosas nuevas.

Jorge Luis Borges solía jugar con la física y la narrativa. En sus historias y poesía, intentaba pintar paisajes perdidos en la historia, y explicarnos, como jugando, el origen del cosmos. En Poemas de vida, amor y despedida, Sam Sadi hace un poco de eso, pero aterriza su poesía en un libro geométrico, más matemático y, a simple vista, cuadriculado en la estructura de sus temáticas pero que transmite los sentimientos más poderosos del ser humano.

¿Cómo leemos un poema de amor confluyendo con la teoría de cuerdas? Tal vez así como nos esforzamos por crear estructuras, mapas mentales y entender la vida más allá de lo instintivo. Sadi confiesa: “Tal vez lo mejor sea limitarme a las dimensiones ya conocidas, no quiero aceptar que con tu partida puedas confirmarme la dimensión cero…”

Nos gusta lo inamovible: dar pasos seguros, caminar en línea recta, evitar el cambio y rehuir a sentir cosas nuevas. Pero Sam Sadi, como se hace llamar por ahora, es un poeta que con humildad se reconoce y reconstruye en cada verso. “Por eso escribo hoy, / nunca seré más joven / y jamás me sentí tan veterano…” declara el autor en uno de sus poemas de la vida, porque “hoy, si, solo hoy, me siento poeta.”

Un matemático con alma sensible que encuentra el amor de madre en los detalles más cotidianos, ya sea recordando los besos en el oído o el traje de héroe fabricado en casa con sudor, aguja y palillo. Un escritor que, por sobre todas las cosas, es hermano que aconseja: “llorar es de gente que tiene alma, de gente que tiene lágrimas.”

Por último y quizá, simplemente un joven que solo algunos días se atreve a decir que es poeta y racionaliza la poesía: “Si poesía no eres tú / debe serlo alguien, / debe materializarse, / debe estar hecha de hueso, / debe tener sangre. / Debe tener vida, pasión de un amante, / el sueño de un niño, el corazón de una madre.”

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