‘Mi primer verso’ de Camila Craig: Cuerpos poéticos

Los títulos son engañosos. Cuando me encuentro con “Cuerpo en cuarentena” pienso, erróneamente, que hablamos de un cuerpo pandémico y abandonado. No podemos negar que esa ha sido, también, una realidad constante durante los últimos dos años. Pero para escribir poesía (y sobre poesía) hay que aprender a leer entre líneas, ver más allá de lo evidente.

Angelina Ferrero me corrige en cada verso. En el recuento de sus días no hay nada de cotidiano. El cuerpo poético viaja de Barranco a la playa y de Lima a la selva, un cuerpo de 36 años que en 90 páginas, aproximadamente, canta, baila, se observa, llora, envejece, se llena de júbilo, se va y vuelve.

Angelina, a veces, es niña. Salpica las palabras en una página en blanco como un globo de agua explotando en un carnaval. Otras, es adolescente. Le escribe cartas a todo el mundo y les pone fecha, paréntesis, separa las letras. Esos son los rezagos que nos quedan a quienes de pequeñas escribíamos historias infinitas en nuestros diarios, porque para una escritora de verdad la única respuesta válida al: “¿desde cuándo escribes?” es “desde siempre”.

Eielson estaría orgulloso, no solo porque la figura del ombligo se encuentra vigente en cada rincón de la obra, sino porque en los 365 días que cuenta la autora cada poema tiene vida propia. A Angelina la poesía le permite sentir, reconocer su cuerpo como algo hermoso y revelar el talento que ha llevado consigo en cada etapa de su vida.

“Cuerpo en cuarentena” habla de una cuarentena emocional, del encierro sentimental, de los pensamientos tortuosos y los recuerdos que quieren salir y no saben por dónde. “Tal vez escribo / simplemente / porque tengo hambre / de muchas cosas / porque quiero adelgazar / y quiero no querer adelgazar”. Es un logro inmenso poner en palabras algo que muchos sienten y pocos saben como expresar. Hay una honestidad en el desequilibrio que presenta Angelina que nos hace abrazarlo y quererlo, porque todos lo hemos sentido.

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