“La desmesura revolucionaria” abre nuevos caminos en el estudio del Partido Aprista como el carácter epistolar de la agrupación y el debate intelectual cuando se fundó. (Foto: Diego Bardález)
“La desmesura revolucionaria” abre nuevos caminos en el estudio del Partido Aprista como el carácter epistolar de la agrupación y el debate intelectual cuando se fundó. (Foto: Diego Bardález)

El historiador argentino Martín Bergel lleva más de una década estudiando al y a los orígenes revolucionarios e intelectuales de la agrupación fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre.

El último jueves presentó en la FIL Lima 2019 “La desmesura revolucionaria” (La Siniestra, 2019) un título que reúne una serie de artículos sobre su investigación y abre nuevos caminos en el estudio del Partido Aprista, como el carácter epistolar de la agrupación, las publicaciones bibliográficas y el debate intelectual entre sus miembros en su fundación.

¿Qué lo motivó a investigar los orígenes del Apra? Yo llego, hasta cierto punto, de un modo azaroso a la historia del Apra, pero azaroso en el sentido de que mi tesis doctoral no era de este tema. Tenía que ver, básicamente, con el imperialismo en Argentina, porque es sobre las relecturas del oriente en los años 20. En el año 2005 cuando estaba empezando mi tesis surge el CEDINCI que es una institución en Argentina que investiga sobre la cultura de izquierdas, y propone hacer su congreso anual sobre el exilio. Me puse a hacer un trabajo sobre los exiliados apristas en Argentina, básicamente Manuel Seoane y Luis Heysen, y realmente quedé fascinado con que haya este grupo de exiliados, de desterrados que tenía una vocación desmesurada por construir un monumento de alcance americano, incluso extra-americano.

¿Cuánto tiempo le llevó hacer la investigación para este libro? Me llevó mucho, comencé en el 2005 y lo publiqué en el 2019. Es cierto que me he dedicado a muchos temas, pero mi actividad como historiador sobre el Apra fue una de las principales, si no la principal de estos 14 años. Ha sido, de repente, un poco intermitente venir una vez por año, hacer trabajo de archivo para luego tardar en procesarlo, casi por oleadas. Muchas veces sucede así en el trabajo de los historiadores. Encuentro algo y trato de seguirle la pista.

¿Qué le gustaba más de los inicios de este movimiento? A mí me fascinaba el hecho de que Haya de la Torre haya estado en Oxford, Inglaterra, escribiéndole cartas a grupúsculos en la ciudad de La Plata, en Costa Rica, etc. Por eso, si uno tuviera que pensar en algún grupo análogo a estos primeros apristas, en muchos sentidos, son los bolcheviques antes de la revolución de 1917, los llamados exiliados románticos donde la cultura epistolar es muy fuerte: esa figura de revolucionario romántico tematizado por Mariátegui.

En su introducción señala que está en deuda por no haber incluido más la figura de Mariátegui en el libro. ¿Por qué no abordarlo directamente en su controversia con Haya de la Torre en el conflicto entre el Partido Socialista y el Partido Aprista? Sucede que yo también investigo sobre Mariátegui; de hecho, estoy preparando una antología de textos sobre él. Mariátegui está presente como un actor secundario dentro del relato principal del libro, pero como un actor al fin. Siempre ha habido mucha polémica acerca de cómo considerar el vínculo entre Mariátegui y el Apra, y por supuesto, desde la lectura como lugares opuestos, pero antes, hasta 1928 hay colaboración entre ambos.

Lo más interesante es ver la polémica, no tanto entre ambos, sino en cómo lo ve el resto de figuras exiliadas como Miguel Seoane, que fue muy importante en la formación del Apra, pero cuando se cumplieron 50 años de su fallecimiento en el 2013, prácticamente no hubo ningún homenaje o conmemoración aquí en el Perú.

Hay cartas poco conocidas en las que intentan acercar posiciones. Lo que me interesa discutir son las visiones que muchas veces surgen o circulan de una separación tajante y muy nítida entre Mariátegui y Haya. Comparten mucho.

En la actualidad el Apra defiende más una ideología de derecha que una de izquierda revolucionaria. ¿A qué cree que se debe? Tengo muchos amigos peruanos que no son para nada apristas, sino más bien muy críticos y no les gusta nada el Apra. y siempre les resultó extraño que yo investigue el Apra. Pero es que, bueno, ese Apra era uno completamente distinto y es un Apra realmente fascinante.

¿Estos intelectuales sobre los cuales centra su libro tomaron este viraje que el propio Haya de la Torre hace en la década de 1960? Es un gran tema para investigar. Está el libro de Nelson Manrique ("Usted fue aprista", 2009) que resuelve ese tema de un modo un poco esquemático, a mi juicio, en donde aparece el tema de la traición en un primer plano. Yo creo que hay que verlo, primero, desde las propias dinámicas de la política. La práctica política es una actividad en la que la distancia entre lo real y lo irreal es una distancia que hay que salvar. En el sentido de que lo que te propones, siempre después tener que negociar con la realidad, con otros actores; entonces, desde un ángulo, yo creo que hay que ser un poquito más comprensivos, considerados, con los distintos niveles de la historia.

Ahora no estoy queriendo disculpar al Apra de ninguna manera, sino tratar de entenderlo un poco más. Es decir, el hecho de negociar con tu propio verdugo, como hizo Haya con Odría, a todas luces resulta extraño y en realidad reprobable.

¿Cuánto considera que ayuda a su objetividad el hecho de analizar la historia del Apra desde afuera, como extranjero? Seguramente que eso tiene que ver. Aun cuando también tengo mis propias ideas y preferencias políticas, me ubico en la izquierda y en parte me interesa esta historia porque el Apra era una fuerza de izquierda. Lo que me interesa abordar es la interrogante de cómo el Apra cambia y se transforma, no solo ideológicamente, sino también de ese partido de jóvenes exiliados románticos que están diseñando planes revolucionarios a un movimiento que podemos llamar de tipo populista. Esa sí me parece una transformación que me interesa porque va a tener consecuencias políticas.

¿Qué tanto cree que influyó la figura de Manuel González Prada, como intelectual con varias publicaciones, en Víctor Raúl Haya de la Torre para impulsar una organización como lo hizo? Me interesó mucho la dimensión de esa historia inicial del Apra que tiene que ver con lo que la historiografía llama "la cultura impresa". Ahora en la historia se habla de un giro material que tiene que ver con no hacer simplemente una historia política o de las ideas, sino con ver los objetos, cómo circulaban, qué efectos tenían, qué emociones generaban. En cuanto a Gonzáles Prada fue, obviamente, una figura muy importante que todos los apristas de la primera generación rescatan y que además vincula ese primer Apra con la tradición por un lado obrera y de producción intelectual, que muchas veces está relativamente borroneada.

Líderes apristas como Luis Alberto Sánchez y, posteriormente, Alan García siguieron esa dinámica de producción bibliográfica. ¿Cuánto cree que el expresidente intentó imitar a los primeros apristas intelectuales? La verdad, no he estudiado el Apra de las últimas décadas, pero mi impresión es que efectivamente hay un recuerdo, hay una marca de la importancia que tuvo la cultura intelectual en el Apra; pero en la práctica efectiva ese recuerdo, esa marca, queda como algo mucho más gestual. Es decir, por más de que se editen libros, no hay una actualización, por ejemplo, en términos doctrinarios, en términos de diálogo intelectual con un montón de teorías. Al menos desde la década del 50 y 60 el Apra adoleció de una falta de renovación intelectual.

La figura de Haya de la Torre está totalmente sacralizada para el aprismo. A casi 40 años de su muerte, ¿por qué cree que eso sucede si nunca llegó al Poder y el único cargo público que tuvo [presidente de la Asamblea Constitucional] prácticamente no lo ejerció porque estaba enfermo? Creo que hay una paradoja y una encerrona para los apristas. Me parece que es el problema de cuando el pasado es demasiado radiante. Cuando eso sucede te quedas venerando el pasado todo el tiempo y es difícil construir cosas nuevas, ¿no?

La falta de renovación me parece que tiene que ver con eso. El pasado sirve para mantener una identidad aprista, una comunidad, y por lo tanto, cumple una función. Sin embargo, al mismo tiempo coloca un serio obstáculo a la renovación, pues si todo lo glorioso se hizo en el pasado, ¿qué le queda al presente? No les queda más que celebrar y conmemorar aquello que ya se hizo y ello termina transformándose en un movimiento poco fértil.

¿Seguirá investigando más a fondo el fenómeno del Apra? Sobre la historia reciente no, pero sí me interesa el Apra en su momento que yo considero más interesante, que son sus primeros años. Sobre ese Apra creo que hay muchas cosas todavía que investigar. Me interesan incluso generaciones posteriores, la generación de los poetas del pueblo, la generación de los 50, las tensiones entre el Apra rebelde y el tradicional. Digamos que llegaría hasta Velasco, pero lo más reciente dudo que me meta. ¿Nunca se sabe, no? Pero por ahora no lo tengo en mis planes.