Por varios años Tim Burton cargaba consigo cierta lástima. Originalmente aclamado por presentar en sus películas tanto creatividad como terror, al pasar los años su estilo llegó a aguarse, presentando una versión edulcorada de su contenido. Al oír sobre una secuela a uno de sus primeros proyectos, y uno de los más ambiciosos, "Beetlejuice"; muchos temían que volviese al mismo estilo "automático" que ha plagado sus cintas desde los tiempos de "Alicia en el País de las Maravillas". ¿Pudo evitar eso en esta nueva entrega?
Lydia Deetz (Winona Ryder), la adolescente gótica de la primera cinta, ha crecido; y es ahora una exitosa conductora de un programa de actividad paranormal, donde ve fantasmas en su día a día. Tiene mucho con lo que lidiar, con Astrid, su hija rebelde (Jenna Ortega); Delia, su madrastra estrafalaria (Catherina O'Hara); además de la repentina muerte de su padre. Pero lo que cambiará su vida por completo será la nueva emergencia del pervertido espíritu que la acosó en su juventud, Beetlejuice (Michael Keaton). Él, por su parte, busca deshacerse de su rencorosa ex-novia, Delores (Mónica Bellucci).
Tim Burton se ha tomado suficiente café para despertarlo de su letargo; la cinta carga con su distintivo puño, tanto en lo bueno como en lo malo. La energía y humor que carga la película es contagiosa, ingeniosa, y llega a recordar bastante a la irreverencia que llamaba a las masas en los años 90 (ese humor negro único que destacó en obras como "La Familia Addams", las primeras temporadas de "Los Simpsons", y el mismo "Beetlejuice"). No se puede elogiar solo al guion, las interpretaciones pintorescas levantan incluso los diálogos más flojos. Hay bastantes referencias a la trayectoria de Burton (los fanáticos de "Batman Regresa" estarán contentos con estos guiños para la audiencia). Hasta los nuevos elementos añadidos a la cinta y trayectoria de Burton son destacables, como el enfoque en la relación intergeneracional entre Lydia, su madrastra, y su hija.
Pero en sí, también se puede observar sus inseguridades. La cinta es una fusión de ideas que no llegan a cuajar del todo entre sí; mientras que algunas complementan la historia, otras parecen añadidas con calzador, estando presentes en la cinta solo para llegar a cumplir la cuota de sentimentalismo que demanda el guion. Es una trama con varios personajes; esa energía sirve para electrizar las escenas de humor; pero muchos subtramas llegan a sobrar y habría sido mejor eliminarlas.
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Pero no se puede acusar a esta cinta de ser mecánica, con un Burton restringido; y por ello llegará a ser más destacable en el futuro que otras secuelas, o incluso otras entregas del cineasta.
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